Marcus es sacerdote y tiene un don: detecta el mal que anida en las personas. Sandra es fotógrafa de la policía. Y también tiene un don: puede hacer visible lo invisible. Ahora ambos han unido sus talentos para atrapar a un asesino abominable: alguien que sólo escoge como víctimas a parejas jóvenes.
La investigación de los crímenes les lleva al Vaticano, al archivo donde se atesoran los mayores crímenes de la humanidad. Un inventario del mal absoluto. Un lugar siniestro donde todo es oscuridad. Con un ritmo vertiginoso, Carrisi teje una historia en la que el lector libra la misma lucha que Marcus y se enfrenta a los mismos enigmas que intenta descifrar Sandra, sintiendo las mismas esperanzas y el mismo miedo hasta la última línea.
Opinión:
Puede que la sinopsis, con eso de asegurar que Sandra es capaz de hacer visible lo invisible, eche para atrás a más de uno. A mí me hizo pensarme dos veces si leer este libro o no, porque si juntaba ese "don" con el del sacerdote, capaz nada menos de adivinar el mal en las personas, me sonaba a ciencia-ficción. Y hasta puede que lo sea en parte. Sin embargo, se trata de un thriller estupendo, muy bien llevado, que me hizo disfrutar.
Desde luego no es la primera vez que leo, o veo en una película, que los protagonistas tienen acceso a los entresijos del Vaticano, a esa zona vedada para todos donde se acumulan libros que nadie conseguirá ver y secreto que nadie conseguirá descifrar. Muchos menos, entender si es que llegara a tener acceso a ellos.
Desde que empiezas la lectura, te das cuenta de que no va a decaer la intriga y la tensión, todo lo contrario, cuantas más páginas pasas, mayor es la sensación de estarte metiendo en una asunto muy complicado. Las dos primeras partes de la novela son trepidantes, pero las otras dos, hasta llegar al final, me han mantenido con los pelos de punta. Y eso que no soy yo muy dada a dejarme arrastrar por sensaciones extrañas, porque sé que lo que estoy leyendo es pura fantasía. Claro que, ¿y si no lo fuese? Mejor no pensarlo.
Conozco algo de Italia, desde luego Roma, así que me he sentido cómoda deambulando por ella, como si de nuevo estuviera de vacaciones allí, disfrutando de cada calle y caza rincón. Para quien no haya estado en la ciudad, la lectura de esta novela sirve también para conocerla, hay cantidad de datos (sin hacerse pesados) y curiosidades de las que gusta enterarse.
La protagonista es fotógrafa forense, un trabajo que le hará meterse de lleno en la investigación de los crímenes. Y su acompañante en esta trama angustiosa es Marcus, un sacerdote que pertenece a una antigua orden dedicada a preservar el bien, apartándolo de la maldad.
La intriga acontece porque los crímenes parecen ser cometidos por la misma persona, por un asesino en serie que siempre actúa del mismo modo. Lógicamente, entre Marcus y Sandra deberán dar con él e impedir que cometa más asesinatos.
De los thriller que he leído en los últimos meses, puedo decir que este libro ha sido de lo mejorcito.
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