Mentiras de hielo, de Marta Andrés

Cuando Elsa Maqueda, una joven psicóloga, excéntrica, terca y apasionada de su profesión, decide regresar a casa por vacaciones, nunca imaginó que su vida daría un vuelco de ciento ochenta grados. La muerte de un amigo de su madre, acaecida en extrañas circunstancias en el domicilio de su familia, convertirá su vida en una auténtica pesadilla.

Un asesinato, una acusación incierta y varios sospechosos.

¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? ¿Conspiración, venganza, avaricia o crimen pasional? Mil preguntas sin resolver que Elsa, en secreto, tratará de desenmarañar.

Y, entre los sospechosos se encuentra Mario Torres, un atractivo viticultor al que tiempo atrás conoció ligeramente, por el que siente una irremediable atracción y del que todo hace pensar que no es quien dice ser.

Creo que en Mentiras de hielo, Marta Andrés ha perdido ese desparpajo que me llamó tanto la atención en su primera novela. Y con pesar, tengo que reconocer que me ha costado mucho cogerle el tranquillo al argumento. Han tenido que pasar más de 100 páginas para que haya podido meterme en la historia. Eso sí, una vez pasado este punto de inflexión todo ha ido como la seda y he podido meterme de lleno en la trama. Una trama de suspense romántico ambientada en la sierra norte de Madrid que está dotada de unos personajes muy interesantes: 

Elsa Maqueda, una buena hija que regresa a casa por Navidad y se convierte en el eje de una investigación criminal, Mario Torres, el viticultor que esconde demasiados secretos, David, Julia, Mónica, miembros de la pandilla de siempre de Elsa, el fiel Fernando paladín de Ángela en los buenos y malos momentos, la abuelita Teresa poniendo el punto tierno del argumento, la misteriosa Cristina... En fin, que aunque pueda parecer que he citado muchos nombres al final es fácil separar la paja del grano y no te vuelves loca preguntándote quién es quién.

En cuanto a la relación entre Mario y Elsa es de las complicadas y apuntaba maneras, pero a medida que vas leyendo la parte romántica acaba engullida por la policíaca. Supongo que se debe al ritmo de la narración, trepidante cuando se trata del suspense pero lenta en todo lo relativo al romanticismo. Creo que en esta parte, se han exprimido escenas sencillas como la del beso, las miradas amorosas de Mario o el secreto a voces de su profesión. También me hubiera gustado encontrar más profundidad en las otras dos relaciones que nacen a la sombra de la pareja protagonista.