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martes, 13 de junio de 2017

Único destino, de Sandra Brown


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Un atentado terrorista acaba con la vida de Richard Stroud. Casi al mismo tiempo su mujer, Kyla, da a luz a su hijo. Kyla, enamorada y destrozada por la pérdida, promete amarle siempre y honrar su memoria.

Kyla vive con su hijo en casa de sus padres y comparte el negocio de una floristería con Babs, su amiga desde la infancia.

Trevor Rule, amigo y compañero Richard, salva su vida en el atentado porque la noche del fatídico suceso, al haber llegado de juerga muy borracho, acaba durmiendo en la cama de Richard. Tiene montones de lesiones, ha perdido un ojo y su recuperación será ardua y larga. Por si eso fuera poco, le reconcome saber que su amigo tendría que haber estado vivo de no haber dormido él en su cama.

Durante su recuperación en el hospital le hacen entrega de las pocas pertenencia que han podido salvarse de los escombros que ha dejado el atentado. Una de esas cosas es una caja metálica donde le guardó a Richard las cartas que le enviaba su mujer. Poco a poco va leyendo carta tras carta hasta el punto de aprendérselas de memoria y, poco a poco también, se enamora de la mujer que escribió esas cartas. Cuando sale del hospital solamente tiene una cosa en mente: enamorar a Kyla y hacerla suya.

El padre de Trevor es un famoso abogado cuyo sueño es que su hijo siga sus pasos, sin embargo, éste lo que desea es convertirse en constructor. Casualmente, el lugar donde vive Kyla es una zona cuyo auge inmobiliario le viene de perlas para sus propósitos. Con ayuda de una buena inyección económica por parte de su padre, Trevor comienza a llevar a cabo su negocio y su cortejo a Kyla. La vigila, sabe donde vive, donde trabaja y, gracias a esas cartas que lee y relee, cuáles son sus flores favoritas, dónde tiene pecas, cómo es la casa de sus sueños... y así un largo etcétera de cosas.

El problema está en cómo se acercará a ella, y esa situación se la brinda el hijo de Kyla metiéndose en una fuente de un centro comercial. Trevor, salva al pequeño y ahí comienza su relación con la mujer de sus sueños.

Kyla, claro, queda fascinada por ese hombre cuya apostura y encanto quitan el hipo. Un hombre cuyos gustos coinciden totalmente con los suyos. Que sabe en cada momento qué necesita y que, por si eso no fuera suficiente, trata a su hijo como un verdadero padre y además ha construido la casa que siempre soñó tener.

Trevor se gana al niño, se gana a los padres y se gana a la amiga. Los ha enamorado a todos, y todos, como están locos por que Kyla rehaga su vida, la empujan a que le dé a este hombre una oportunidad. A pesar de que Trevor despierta en ella un enorme deseo, a pesar de que ve sus tremendas cualidades, a pesar de que se siente atraída por él, a ella le cuesta un mundo traicionar la memoria de su marido. Cada vez está más por la labor de dar el paso, entre otras cosas, porque sus padres están locos por vender la casa y comprarse una caravana para viajar ahora que están jubilados, y ella siente que no lo hacen por no dejarla sola a ella y a su hijo.
Los padres reciben la oferta de una importante cantidad de dinero por su casa... y esto lo acelera todo. Kyla, por unas y otras cosas, al final acepta casarse con Trevor. Y se casan. Pero hay un pequeño detallito que Trevor no encuentra el momento de contar y es quién es él, qué hace allí y que en la venta de la casa de sus padres ha tenido mucho que ver.

Yo debo ser idiota, seguramente, pero este libro me ha puesto de una mala leche que no sé si voy a encontrar palabras para expresarme. Vale que ella se enamore, yo, seguramente, también hubiera caído en las redes de un hombre tan encantador, pero lo que soy incapaz de entender es que ella, cuando descubre el pastel, no le cruce la cara y lo mande a paseo. Porque es que ella lo descubre, no se lo cuenta Trevor.

La autora tiene tablas más que suficientes para narrar el desenlace de la historia de forma que parezca que la desalmada es ella, que él está profundamente enamorado y que todo es fruto de ese amor. Conmigo no lo ha conseguido, lo siento, pues hacía muchas páginas que al tal Trevor ya le había cogido manía.

La amiga (tela con la amiga), que en lugar de consolarla la pone a caer de un burro, le echa una bronca de tres pares y, ¡aleluya! le hace ver que nooo, él no la ha engañado, noooo, a él lo que le pasa es que quiere cuidar de ella y de su hijo, él es maravilloso y pudiendo tener a cualquiera la quiere a ella. Además, so tonta, la vida te ha puesto dos hombres maravillosos en tu camino y, este último, ha construido la casa de tu vida, adora a tu hijo, está buenísimo y es un semental encantador.

En fin, lo siento, el libro me ha resultado espeluznante. A mí Trevor me ha parecido un tío obsesionado, un manipulador y un mentiroso. Y Kyla, una pobrecilla arrastrada y manejada por todo y por todos.

Para mí es "malo", por no decir "peor".

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