Flame Morgan es pelirroja, atrevida e inteligente. Vicepresidente de una agencia de publicidad de San Francisco, es una mujer capaz de tomar rápidas decisiones. Su trabajo es importante para ella, pero debe hacerse cargo de una herencia: Morgan’s Walk, en el estado de Oklahoma.
Esta inesperada herencia llevará a Flame Morgan a un torbellino de disputas y odios entre dos familias. Y convertirá a dos enamorados en enemigos irreconciliables.
Chance Stuart es un protagonista de esos que gustan, un tanto altanero y orgulloso, capaz de enamorar a una mujer y detallista que regala diamantes y orquídeas. ¿A qué mujer no le agrada ese tipo de presentes? Por tanto, consigue a Flame y se casa con ella.
Un secreto que sale a la luz apenas haberse casado, puede destruirlos a ambos. Todo gira alrededor de la propiedad en Oklahoma y la enemistad entre dos familias que se remonta a épocas pasadas.
Flame cree entonces que Chance se ha casado con ella solamente para poder hacerse con Morgan’s Walk. Y en lugar de amilanarse, recoge el testigo y se enfrenta él, lo bloquea, se muestra incluso despiadada en su lucha. La venganza es un plato que sabe mejor frío, dicen, y ella está dispuesta a darse un buen banquete.
A pesar de su enfrentamiento, les unen vínculos que no pueden romper. Y un hogar que, en su fuero interno, ambos desean salvar. Pero lo que es más importante, la pasión que los atormenta, que los embriaga, que les hace desearse frenéticamente. Eso sí, ninguno de los dos quiere renunciar a sus propios principios, ninguno quiere dar su brazo a torcer, ninguno darse por vencido. El orgullo impera y son los dos pasto de él.
Dailey demuestra ser excepcional en la narrativa y aunque el argumento es predecible hay mucha acción que mantiene en vilo al lector, y suficiente sexo como para no abandonar la historia. Puede, hay que decirlo, que en algún momento se haga un poco pesado, porque se detiene demasiado en puntos que podrían pasarse más deprisa y estancan la lectura. Tanto detalle, a veces, aburre. Sobre todo si se centra demasiado en personajes secundarios que, aunque tiene su importancia en la narración, tampoco son tan interesantes como para dedicarles un espacio largo.
Otro punto que puede resultar negativo para algunas lectoras es que tardan demasiado en darse cuenta de sus errores, que hay demasiado dolor entre las páginas de la novela. Y con una escena feliz al final, parece que quiere salvarse todo el argumento. A mi parecer, debería haber despejado más esos sentimientos encontrados en lugar de centrarse tanto en los personajes secundarios.
Según mi opinión, le sobran detalles, como ya he dicho, que aportan poco a la historia, y le falta más acción entre los protagonistas, más amor, más escenas sensuales, más conocerse el uno al otro.
Deja un regusto amargo.
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