Trilogía del jardín- libro 2
Rosalind Harper es rica e independiente, sus hijos ya son mayores y ella ha renunciado a volver a enamorarse a sus 47 años. Su vida se centra en su vivero de flores y en la amistad que la une a Stella y Hayley.
Sin embargo, un fantasma que parece habitar en la casa la obliga a pedir ayuda a un famoso genealogista y su futuro cambia, porque entre ellos surge una atracción a la que ninguno de los dos podrá escapar.
Lo primero que ha que mencionar en esta novela es que los protagonistas son un tanto especiales porque se salen de las normas, en cuanto a edad de los dos se refiere, de la novela romántica. Aunque no por ello son menos interesantes.
Rosalind Harper tiene 47 años, ha dejado por tanto su juventud, o al menos esa juventud que siempre asoma en las novelas del género donde todo son muchachas jovencitas a la búsqueda del primer amor. Tiene tres hijos adultos que ya hacen su vida. Se centra en sus hijos y en su negocio y no tiene pensamiento de volver a caer en las redes del amor.
Mitch Carnegie resulta una sorpresa inesperada cuando lo encuentras en la novela. Es un hombre de los pies a la cabeza, alejado del estereotipo de mujeriego capaz de conquistar a todo bicho viviente con una sonrisa. Maduro, pero sin haber perdido el encanto porque su atractivo salta a la vista en cada palabra y movimiento. Inteligente y honrado, consigue enamorarnos aunque no sea el joven de siempre que acapara las páginas de las novelas románticas. Además, es un individuo con un pasado difícil que ha tenido que superar su adición al alcohol y que se centra en su carrera y en su hijo.
Un condenado fantasma, el de Amelia, le da la oportunidad de conocer a la protagonista de la historia. Rosalind quiere que confeccione su árbol genealógico con el fin de ubicar al fantasma, saber qué pasa con él. Claro está, aquí la autora aprovecha la ocasión para enseñarnos que el amor forma parte aún de la vida de los dos protagonistas. Un amor más tranquilo, más sosegado, pero que se abre camino capítulo a capítulo envolviendo a los dos personajes centrales.
Los personajes secundarios son muy buenos. Por un lado, el fantasma, Amelia, que no deja en paz a Rosalind, pero que nos cae bien. Bryce, ex marido de la protagonista, tiene a su cargo el papel de perverso.
La novela tiene personajes interesantes, atractivos, fuertes. Tanto Rosalind como Match demuestran ser capaces de todo con tal de proteger a los suyos. Para nada se echa de menos que no tengan 20 años. Y las situaciones paranormales resultan lo suficientemente inquietantes como para obligarnos a no cerrar el libro hasta el final.
De toda la trilogía, a mí este es el libro que más me ha gustado, tal vez por la historia madura de amor.
Teresa
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