Cuando Claire se marcha de su pueblo, lo hace decidida a relegar al olvido los dolorosos recuerdos de su infancia. Consigue convertirse en una artista famosa en la gran ciudad, plasmando en piedra y metal los fantasmas de sus pesadillas anteriores. Lejos de conseguir olvidarlas, esas pesadillas la llevan de vuelta a su hogar. Aunque han pasado años, el pueblo no ha variado, todo sigue igual. Incluso los ritos ocultos…
Pesadillas, ritos satánicos, perversión, misterio, miedo… El Mal en mayúsculas. En esta novela vamos a poder paladear el peligro y a sentirnos rodeadas de la maldad, haciendo que miremos por encima de nuestro hombro.
La protagonista ha tenido una infancia plagada de situaciones límite y quiere olvidarla. Por eso se marcha, abandona todo y parte hacia la gran ciudad donde, poco a poco, se abre camino llegando a ser una artista de renombre. El metal y la piedra son tan buenos materiales como cualquier otro para plasmar sus miedos infantiles. A temprana edad, Clare se ha enfrentado con el Mal y aunque cree que lo ha superado, nada más lejos de la realidad.
Es una incertidumbre desde que empieza la historia. Desde las gentes del pueblo donde vive Clare, pasando por los ritos al Diablo de una secta que pone los pelos de punta, las gentes del lugar que saben lo que pasa pero lo disimulan, hasta las esculturas de la protagonista que reflejan sus miedos.
Nora no podía dejarnos aquí, por descontado, y la protagonista regresa al pueblo donde esas visiones que la aterraron y que ella, en su ignorancia, piensa que pudieron ser pesadillas de niña.
También sale a la palestra el amor, por supuesto. No es que la autora se centre demasiado en esta parte de la narración, ya sabéis que prefiere hacerlo más sobre el propio argumento, pero cuando lo saca a colación es impresionante. El rebelde se ha convertido en el cheriff de la localidad. Un tipo guapo, varonil y seductor; al menos a mí me lo ha parecido.
Desde luego, si la lectora busca una historia de amor y lujo, de pasión desenfrenada y de tipo macizo que enamora a chica bellísima, aquí no lo va a encontrar. No es una novela que se pueda archivar entre las de romántica. Dista mucho de poder clasificarse así.
Lo que encontrará es una narrativa excelente, unos personajes reales, despistados en ocasiones, y una trama repleta de emoción y suspense que invita a desentrañar el misterio de una secta diabólica. A mí me gustó, puede que sea porque todo lo que se refiere a sectas, ritos y demás, me parece muy intrigante.
Pero desde aquí elevo una protesta , porque si bien es cierto que la inmensa mayoría de las novelas de esta autora son románticas, ésta no habría que meterla en ese grupo.
Aunque insisto que no se la puede conceptuar a esta novela del género romántico, no puedo negar que la escritura de esta autora es un canto al buen hacer.
Cristina
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