El propietario de un château en plena campiña francesa contrata a un especialista para que restaure unas pinturas dañadas durante la Revolución Francesa. Ante su sorpresa, quien llega no es un hombre sino una mujer. Con este planteamiento arranca la trama de El rey del castillo, cuando la restauradora Dallas Lawson llega para ejercer su profesión a un magnífico castillo medieval y, ante los problemas de los moradores de la mansión, debe arrinconar su trabajo y convertirse en institutriz, detective y... Una historia de amor e intriga complicada y sorprendente.
Victoria Holt no es una de mis autoras preferidas en lo que a novela romántica se refiere. Siempre he dicho y creo que seguiré diciendo que esta escritora borda las historias de aventuras que tienen intriga como pocas. Pero eso, la intriga y la aventura, sin meternos de lleno en el campo del romanticismo porque casi nunca lo encuentro en sus novelas.
Me han prestado ésta, El rey del castillo, y a pesar de saber lo que iba a encontrarme, me he arriesgado una vez más con Holt.
El personaje femenino, que es el que se centra siempre esta autora, es fuerte, decidido, independiente. No es una niña mona en busca de marido, sino una mujer cercana a la treintena, restauradora de pinturas, una profesional con un trabajo que la absorbe y al que adora. Por eso accede a restaurar unas pinturas dañadas y por eso llega al castillo. Por eso y porque su padre, que es quien debería haber acudido al castillo, ha fallecido y no puede cumplir el encargo.
Aquí, se va a encontrar con unos seres que le resultan extraños, que habitan bajo un pasado plagado de intriga y de secretos. Existe un misterio por sacar a la luz y Dallas no es capaz de resistirse a esclarecerlo. Ni más ni menos que la muerte del dueño del castillo.
Tengo que decir que la historia está cuajada de momentos inquietantes, que el secreto de lo que ha pasado en el castillo atrapa, que las extrañas circunstancias de esa muerte que sobrevuela a sus habitantes se hace fascinante por momentos. La desaparición de unas joyas pone el dulce en la historia porque te interesas por averiguar, junto a la protagonista, dónde ha ido a parar.
El personaje masculino, el conde, se nos describe como un hombre perseguido por la muerte de su esposa puesto que mucos piensan que ha sido el causante.
La historia es atrayente y consigue lo que se propone, mantenerte despierta hasta el final mientras intentas adivinar qué pasó con la fallecida mujer del conde, dónde están las joyas o qué pasa con un intento de asesinato. Se me ha hecho lenta, eso sí, como casi todas las de esta autora. Es que, tal vez, se centra demasiado en las descripciones, por momentos condensa demasiado la historia en cosas que parece que ni van ni vienen en el argumento, como si quisiera rellenar para hacer la novela lo suficientemente larga. Yo creo que podía haberle sacado mejor partido a la historia.
Los secundarios son buenos, están donde deben estar y son importantes para el argumento.
Pasión, pues como siempre, casi nula. Pocos encontronazos entre los protagonistas. Puede que a muchas lectoras les guste así, no digo nada, pero a mí en este tipo de novelas, me encantan los diálogos encontraos entre ambos, esa chispa entre los dos, ese picante que nunca encuentro con Holt.
En fin, que no es una mala novela, Dios me libre, pero sigo sin sentirme demasiado atraída por esta autora. Seguramente la culpa es mía, que busco otro tipo de romance más intenso.
Carmela
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