Corre el año 1772, en los días próximos a la revolución americana, y la larga mecha de la rebelión ya está encendida; en Boston hay muertos en las calles, y en las zonas apartadas de Carolina del Norte las cabañas aisladas arden en la oscuridad del bosque. Sobre la casa del cerro de Fraser, donde vive Jamie Fraser con su familia, acecha una sombra cada vez más larga...
Claire, la esposa de Jamie, es una viajera en el tiempo. Y Jamie sabe que tres años más tarde alguien efectuará un disparo que se oirá en el mundo entero. Confirma la amenaza un pequeño recorte de la Wilmington Gazette con fecha de 1776, que habla de muerte y destrucción. Esta vez, Jamie espera que Claire esté equivocada sobre el futuro; pero sólo el tiempo podrá confirmarlo.
Lo primero, decir que aunque las novelas de esta autora tienen páginas como para asustar, no debéis hacerlo. Enfrascarse en una nueva aventura de Claire, la viajera en el tiempo enamorada de un gallardo escocés, es una verdadera delicia.
La Guerra de Independencia Americana es la base de esta nueva entrega de Diana Gabaldón. Y en medio de esa contienda centra a los personajes que alguna lectora ya conocerá y que se han hecho tan queridos.
Jamie, escocés de pura cepa, vuelve a ser ese hombre que nos ilusiona, ese orgulloso guerrero enamorado de una mujer del futuro. Su fuerza, su valentía y su honor nos atrapan una vez más.
Claire, la mujer incansable capaz de ir de una época a otra por el amor de su vida, nos vuelve a emocionar otra vez. Sus anhelos son los nuestros, sus penas se nos hacen tan cercanas que se pone un nudo en la garganta, su amor por Jamie es tan grande que nos envuelve.
Como en las otras novelas de esta pareja, los diálogos resultan estupendos, cercanos, hacen saltar las chispas, están llenos de emotividad y llegan al lector.
También podemos disfrutar de otros personajes secundarios que tienen tanta fuerza como los protagonistas principales: Fergus, Ian, los pequeños... Sobre todo, vamos a disfrutar otra vez con Brianna, la hija de Jamie y Claire, y con Roger, porque su historia de amor es tan tierna como la de los padre de Brianna. Ella es valerosa y decidida y él la tranquilidad personificada. Chocan, claro, pero, debaten cualquier punto, pero su romance es precioso.
En las páginas de ese libro se puede reír o llorar, sentirse desgraciada o volar. Consigue hacer aflorar esos sentimientos que a veces creemos olvidados.
Yo me atrevería a decir que de este tipo de historias, y mira que hay de viajes en el tiempo, Gabaldón ha conseguido matrícula de honor para mí. Es una novela preciosa, repleta de fantasía y de sensualidad, de cariño, donde sus personajes se nos van asomando más maduros y a la vez más tiernos, donde se esclarecen algunas cosas que nos quedaron hilvanadas en las anteriores entregas.
Mi recomendación es que, como en los anteriores casos, se lea despacio, saboreando cada frase, cada diálogo, cada sentimiento. Merece la pena tener en las manos esta obra maestra, gorda eso sí, pero que resulta un regalo para los sentidos.
Es que el buen hacer siempre se acaba viendo y Diana Gabaldón es una maestra.
Teresa
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