Tenía mono de Ruth M. Lerga, porque es una de las escritoras de novela de época con la que disfruto a tope. Y no ha podido regresar mejor a mis manos. ¡Una pasada de novela!
Ya me ha dejado atrapada en el inicio, cuando nos empieza a contar, datando la historia en 1790, la relación que une a Cayetana con lord Arthur Wesley, un pipiolo de solo veinte años, a pesar de ser ya bien visto por sus superiores, completamente enamorado de ella. La propuesta de matrimonio de Wesley es rechazada; ella es de clase muy superior, con tantos títulos en su haber que ni sabe contarlos, y él, destrozado, se marcha de España. Aunque ella no se queda menos desgarrada por dentro.
Seguro que ya os estáis preguntando si Cayetana es Cayetana de Alba, y si Wesley es el famoso duque de Wellington. Pues sí, ellos mismos son. Y años más tarde, el insigne militar, se entera de que tiene una hija bastarda: Jimena.
La protagonista, Jimena de Alba, tiene dinero y el poder que le otorga ser hija de una grande de España, pero su bastardía, sus idas y venidas, y su poco convencional modo de vivir, no le granjean la admiración ni el respeto de la corte española que, en ese momento, rige Pepe Botella. Ella tiene sus motivos, claro. ¿Cuáles son? Simplemente, que es espía, que tiene un amigo íntimo que también lo es, y que su “mala fama” ayuda a llevar a cabo las misiones. Pero en una de ella, acaba casada con un inglés que pretende robar, como ella, documentos secretos del despacho del hermano de Napoleón. Y aquí comienzan los problemas.
Me ha encantado el personaje de Jimena por su valentía y por su inocencia; es ambas cosas a la vez: arriesgada en los temas de espionaje, y un poco cándida en el amor. Sus dudas ante un hombre que la abandona al día siguiente de la boda, se debilitan cada vez que lo mira.
Rafe Knightley me ha enamorado por su coraje y, a la vez, por ese tormento que lo persigue al haberse visto obligado a renunciar a Jimena. Su relación con su hermano Marcus ─te abronco, pero te quiero─ dan muchísimo juego en la novela. Ruth es una maestra escribiendo escenas de follón a tres o cuatro bandas. La de la discusión entre Marcus y Rafa en la escalera, con Helena ─que no entiende qué pasa─ de testigo, no tiene precio.
Marcus, el duque de Neville, y su esposa Helena, me han enganchado y ya quiero su historia, que pinta de oro.
Y la historia de Ryan se da por descontado. Ryan me ha encandilado por completo. Duro, cínico, intrépido… Me he quedado intrigada, sin saber qué demonios hizo en Sussex para que los Neville le odien a muerte. ¡Y quiero enterarme!
La nota de autora explicando las licencias, de lujo.
Nieves
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