Después de leerme la historia de Laura y Alex, esta segunda novela me llamaba la atención porque todos los amigos del protagonista tienen algo especial, cada uno por una cosa distinta. De madera que me apetecía saber más de Amaya y Lucas y, de paso, ver si sacaba algo del resto de los chicos.
Todo conseguido.
En la novela, como es lógico, vuelven a salir Alex y Laura, y me ha gustado verlos de nuevo. La relación que tiene cada uno de ellos con sus amigos es muy cercana y divertida, no dejan de pincharse y algunas veces se sacan de quicio, pero para el lector es gratificante conocer esa relación.
Amaya es una mujer adulta que ha tenido alguna que otra pareja. Todos le han salido rana, se han aprovechado de su buena voluntad, de su enamoramiento y le han sacado todo lo que han podido. Después de conseguir distanciarse de su ultimo novio, no quiere saber nada más de enamorarse de un hombre, no se fía de ninguno. Bueno, en realidad no se fía de ella porque si se encandila con un hombre está perdida. Sin embargo, cuando conoce a Lucas, el amigo de Alex, siente mariposas en el estómago. Hay que poner distancia sí o sí.
Lucas no para de viajar, su trabajo de arquitectura lo lleva de un lado a otro y apenas tiene tiempo para reunirse con sus amigos alguna vez al año. Pero cuando conoce a Amaya no deja de recordarla hasta que regresa. No tiene idea de qué es lo que puede estar naciendo en él, pero quiere averiguarlo, probar, ver si esa chica de ojos tristes es solo un capricho o…
Me encontrado escenas divertidas porque Amaya, a pesar de su edad, es vergonzosa para muchas cosas y no sabe cómo mantener a raya a Lucas. Y él, pobrecillo, algunas veces se queda pasmado ante las rarezas de la muchacha. Sobre todo, cuando lee los mensajes de los distintos felpudos que Amaya usa para la puerta de su casa. Voy a buscarlos por internet, a ver si los encuentro porque son una pasada.
Es un romance que va poco a poco a lo largo de un año, arropado por los amigos de uno y otra.
Destaco, como en la primera novela que me leí de esta autora, «Atrapada en un botón de tu vaquero», el personaje de Sandra. Aquí yo creo que está peor, porque ya no solo habla de temas esotéricos es que encarga unos aparatitos muy especiales para las amigas. Me ha dejado los ojos como platos. Y Marc, porque va a ser ese pobre el que tenga que lidiar con ella, va a ser mi héroe.
Lo dicho, que es una novela que te pone una sonrisa en la boca al empezar y ya no te abandona.
Nieves
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