¿Por qué me gustan las novelas de Christine Cross? Pues porque tienen una narrativa sencilla y fresca, a la vez que combina datos históricos que me sitúan en la época. Porque me hace ver a los protagonistas, las calles, los carruajes, los salones de baile. Y porque, además, introduce toques de intriga que son el condimento perfecto para disfrutar de una historia de romance de lo más bonito.
Arabella no es la clásica damisela que solo tiene en mente realizar una buena boda. Eso no le interesa demasiado. Lo que en realidad sueña es en convertirse en una excelente pintora, en exponer su obra, La ninfa del agua. Está cansada de tener que disimular su talento delante de los caballeros. Pero debe mantener su pasión en secreto porque, en ese tiempo, no se admitía muy bien que una mujer deslumbrase por su intelecto.
Claro que todos los hombres no son iguales.
Lord Thornway es un ser herido por un pasado que no le permite abrirse a los demás. Un caballero que despierta en Arabella el interés, no solo por su apostura, sino por su modo de tratarla cuando sabe que pinta. Lejos de mirarla por encima del hombro, la apoya, encontrando en él un verdadero amigo. Y aunque no quiere soñar con algo más, aunque no se atreve a imaginarlo, entre ambos va creciendo una atracción imparable, que se convierte en un romance precioso.
El personaje oscuro de la novela aparece a ráfagas. Tengo que admitir que estaba intrigadísima mientras intentaba saber de quién podía tratarse. Pero me ha pasado como en las novelas de Agatha Christie, que no ha habido modo hasta el final. La autora nos permite vislumbrar algo de su extraña personalidad, sometida a otro hombre que le domina, que le incita a cometer actos delictivos con tal de alcanzar la fama. Y mezclando las escenas de este villano, Cross empieza a dirigirnos hacia una serie de intentos de asesinato, de robos y de misterio, que nos pegan a las páginas de la novela.
Por si fuera poco, Arabella tiene tres hermanos TRILLIZOS. Cuando lo leí me hicieron los ojos chiribitas, imaginando ya sus aventuras. Nos deja con la miel en los labios con los enfrentamientos entre James, el hermano mayor, y Victoria, su prima. Ni que decir tiene que estoy deseando que salga esa historia, porque promete.
Me encanta la sutileza con la que introduce, a pinceladas, datos históricos sobre la Real Academia de Artes de Londres. No os perdáis la nota de la autora, porque resulta de lo más interesante.
NIEVES
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