Durante algunas maravillosas semanas, Su Alteza Real Camilla de Cordina tendría la posibilidad de ser simplemente Camilla MacGee. Trabajar para Delaney Caine en los bosques de Vermont le ofrecía la oportunidad perfecta de huir de la prensa. Pero a medida que la rabia le provocaba el mal genio del arquitecto se fue convirtiendo en fascinación y deseo, la princesa tuvo que admitir que estaba llegando el momento de descubrir su verdadera identidad.
Del nunca había necesitado a nadie en toda su vida, por eso había aceptado a regañadientes la presencia de Camilla. Pero pronto la insinuante belleza de aquella mujer se fue haciendo un lugar en la autosuficiente vida de Del y se vio obligado a reconocer que llenaba un vacío que ni siquiera sabía que existía. El problema era que lo que sí sabía era que Camilla ocultaba algo.
Un principado ficticio en el Mediterráneo, una princesa real, una vida agobiante, constantemente perseguida por los medios de comunicación, un deseo irrefrenable de escapar de todo, de ser ella misma sin la pesada carga de su título, un hombre ocupado solamente en sus bosques, alguien que nunca necesitó a otro semejante, que se ha hecho a sí mismo…
Desde luego el argumento atrapa desde el primer momento. Un cuento de princesas y héroes, ¿verdad?
Bien, Camilla es princesa real de Cordina, ese país imaginario sacado de la mente de la autora, a orillas del mar Mediterráneo. Y está más que harta de ser el centro de atención, allá donde vaya. No tiene intimidad, no puede hacer la vida de una chica normal. Después de ser prácticamente perseguida por los fotógrafos que ansían su foto en la portada de las revistas, decide que lo único que puede hacer es escapar, cambiar su nombre y dejar a todos con un palmo de narices.
Dicho y hecho.
Se corta el cabello, toma un coche y se lanza a la aventura.
Lo malo es que en un camino de Vermont, el coche se estropea. Y ahora es cuando empieza su verdadera andadura.
Delaney Caine es arqueólogo, ha tenido un accidente durante su trabajo y vuelve a su casa, a Vermont, para recuperarse. Al tener un hombro dislocado, no puede ponerse al día con el trabajo de papeleo y no tiene otro remedio que contratar a alguien para que le ayude y arregle la casa. Es evidente que ya estáis imaginando a quién contrata. Pues sí, a la mismísima Camilla, que ahora se hace pasar por McGee.
Ella no las tiene todas consigo porque todo el mundo la conoce, su foto ha salido en mil revistas y no está segura de que un simple corte de pelo pueda evitar que la reconozcan. Pero Delaney vive en su mundo, para y por su trabajo, y la prensa rosa le importa un comino.
El personaje de Camilla es simpático, decidido, fuerte y algo travieso. A ella le saca de quicio el continuo mal talante de Delaney. Sin embargo, poco a poco, consigue ganar su corazón.
Él, como digo, está siempre de mal humor y hasta se comporta a veces groseramente. Es un hombre que nunca ha necesitado a nadie y depender de la mujer que contrata le saca de sus casillas. Pero resulta adorable incluso cuando está enfadado.
El enfrentamiento entre los dos cuando él se entera de la verdadera identidad de Camilla, es para disfrutarlo. Además, también Delaney tiene sus secretos familiares.
Leyendo esta novela he recordado una película de tintes parecidos y que protagonizó la incomparable Audrey y Gregory Peck, y dirigida por Wyler. Tienen mucha semejanza: ella es princesa real, está harta, se corta el pelo, se cambia de nombre y se lanza a la aventura de conocer Roma de punta a punta disfrutando de su secreto. No sé si la autora se fijó o no en la película para hacer esta novela, pero aunque sea así, resulta e lo más entretenido perderse entre sus páginas.
Los secundarios, son buenos, sobre todo la madre.
Aunque estamos hablando de una entrega de saga, esta novela se puede leer totalmente de forma independiente, es de fácil asimilación, entretiene y te hace sonreír.
Mailo
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