Terminada la décima entrega de esta estupenda serie y, una vez más, me he quedado entusiasmada con la historia.
Ya habíamos conocido a Edith Grenfell en una novela anterior y sabíamos que esa muchacha debía tener su propia historia. No defrauda en absoluto. Sin embargo, me ha sorprendido la personalidad del coronel, su padre. No sé por qué motivo me lo había imaginado de otra manera y ha sido grato encontrarme con un hombre que nada se parecía a lo que había imaginado y que, además, tiene un secreto que se nos desvela en esta novela. Ese tipo de sorpresas son las que dan juego. Al menos a mí me gustan.
¿Qué decir de Edith? Pues que parece una muchacha simple, casi apocada, que sufre por la traición de su hermana y del hombre con el que se iba a casar. Soporta también las habladurías de las gentes malintencionadas que la tachan de casi solterona, porque piensan que ya no va a encontrar marido. Pero no esta tan pusilánime como aparenta y cuando Jack llega a Minstrel Valley con intención de vengarse, decide proponerle matrimonio. Así consigue dos cosas: demostrar a su hermana que no le importa que le haya robado el novio y evitar un posible baño de sangre.
Lo malo es que no cuenta con la atracción que siente hacia Jack Taner. Y se enamora de tal manera que es capaz de perpetrar una situación de lo más alocada, con tal de evitar que él se bata en duelo con su antiguo prometido.
Quien haya leído las novelas de Sandra Bree ya sabe que es muy buena escribiendo escenas divertidas. En esta novela vuelve a demostrarnos que sabe hacerlo y nos relata un asalto en el camino que me ha hecho reír con ganas. Y es que me ha recordado a una de esas películas de enredo donde, para más inri, aparece uno de mis personajes preferidos en esta serie: Angus.
¿Qué decir de Jack? Que se le toma cariño ya desde el principio, aunque aparece como un energúmeno, y con razón. Se ha ido en busca de fortuna para poder casarse con Marion, la hermana de la protagonista, y encuentra que lo han traicionado. Su vida ha dado un giro completo y heredado una fortuna, pero nada le sirve sin Marion… Hasta que una descarada joven le pide que se case con ella. Y Edith consigue lo que no consiguió su hermana: que se enamore de ella profundamente. Además, de estar mal mirado en el pueblo, un acontecimiento inesperado lo convierte en un héroe.
Y por fin, ¿qué decir de las amigas de Edith? Pues que eso sí que son amigas, capaces de llevar a cabo la más delirante misión con tal de ayudar a la protagonista. Daphne, Marlene y Margaret son geniales. Porque hay que tener clara una cosa: las damas que aparecen en la serie de Minstrel Valley no se conforman con aconsejar. No. Si hay que secuestrar, se secuestra, y si hay que convertirse en asaltantes de camino, se convierte y listo.
De nuevo, me ha encantado volver a saber de varios personajes de Minstrel Valley como el condestable y Mersett.
Ya estoy deseando leer la siguiente historia.
NIEVES
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