Philippa Meredith, la hija mayor de Rosamund Bolton y heredera de Friarsgate, sufre una terrible desilusión cuando el joven con quien pensaba casarse la abandona para ordenarse sacerdote. Sin embargo, ese inesperado giro del destino permite a la bella e impetuosa Philippa volver a ocupar su lugar en la corte de Catalina de Aragón y conocer a Crispin St. Claire, conde de Witton, un hombre sofisticado, elegante y, además, un excelente candidato para casarse. La pasión arrebatadora del noble caballero enloquece de deseo a Philippa.
Pero cuando ella se entera accidentalmente de un complot para asesinar al rey Enrique Tudor, y ambos se ponen en marcha para desenmascarar a los conspiradores, su amor se resiente por la dura prueba que deben atravesar.
Sensualidad, drama e intriga abundan en este relato ambientado en la corte de Enrique VIII.
¿Qué se puede decir de la corte de Enrique? Todos sabemos que era un nido de espías y víboras, aunque ni más ni menos que cualquier otra corte de esa época. Por eso empecé a leer esta novela. porque creí que me iba a meter de cabeza en ese laberinto.
Phillipa es la heredera de Friarsgate e hija de Rosamund, a quien alguna lectora puede que ya conozca por su propia historia. El personaje está perfectamente dibujado. Es una muchacha que conoce la corte, que ha sido dama de honor, a la que las intrigas le entusiasman. Aunque le encantan los vestidos lujosos y las joyas y la pompa de la corte, está decidida a casarse y establecerse.
Pero la vida da un giro inesperado y el hombre con el que iba a contraer matrimonio, decide finalmente dedicarse a la Iglesia. El desengaño la hace pensar que va a quedarse soltera, aunque es muy joven; ya sabemos que en esa época si una mujer no se casaba a edad temprana daba la impresión de ser un garbanzo negro. Phillipa sufre esa aparente derrota y desea, ante todo, regresar a la corte, donde el lujo y las intrigas la pueden hacer olvidar al hombre que la ha dejado plantada.
Crispin es conde de Witton, y una tierra cercana a Londres pasa a poder de Phillipa. Tomás, el tío de la muchacha, le da sin embargo una idea genial: si se casa con ella se quedará también con la finca. Este personaje lleva algunos años a la protagonista, pero está en la justa para que nos agrade, unos treinta años. Hora de pensar en el futuro por tanto.
Vale, me gustaba el protagonista y ella pintaba bastante bien. Bueno, pues no he encontrado una historia que me atrapara demasiado y por varias razones, que paso a exponer.
La primera, es que me ha dado la impresión de que hay demasiadas historias mezcladas que sobran, porque casi se nos cuenta la personal de cada individuo de la corte de Enrique, como si la propia historia de los protagonistas no fuera suficientemente larga para llenar las páginas de una novela por si sola.
La segunda es la diferencia de edad que, aunque no es un muro -ya sabemos que antes las mujeres se casaban muy jóvenes y que ellos, la mayoría de las veces, eran ya hombres hechos y derechos- sin embargo, que el protagonista sea casi de la misma edad que Rosamund me ha echado un poco para atrás.
La tercera son los detalles. Demasiado detalles que aparentemente no vienen el caso. Está bien que las autoras nos pongan al día, que nos relaten cómo iban vestidos y lo que se comía en la época en que basan sus historias, pero cuando se hace con demasía, acaba por aburrir, al menos a mí me pasa, porque ya no sé si estoy leyendo una novela romántica o un libro de costumbrismo. Todos esos detalles se pueden meter de relleno durante el argumento, pero poco a poco, entre conversaciones de intriga, diálogos entretenidos. Así, a palo seco, me han resultado pesados.
El argumento se salva porque cuando ya estás un poco harta de tanto detalle, la protagonista se entera de que existe un complot para matar al rey. Ay, sí, un poco de acción nunca viene mal. Bueno, pues tampoco dura demasiado, lo del complot se acaba antes de que te des cuenta y te deja con la mil en los labios.
En cuanto a las escenas hot, como se dicen en novela romántica, no me han gustado nada, ¿para qué voy a negarlo? Prefiero otro tipo de escenas románticas y no las que pone la autora en esta novela. No, no voy a contarlas, que cada cual opine por si misma. Es que yo eso de la nata o la miel lo dejo para la mesa. Y no digo más, que luego todo se sabe. Pero vamos, que una escena de este tipo al final, cuando has estado toda la novela esperando algo de romance entre los protagonistas, no me ha entusiasmado especialmente.
Según mi opinión, regular.
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