Una historia que he disfrutado por sus protagonistas y por ese maravilloso pueblecito de Minstrel Valley.
Volver a Minstrel Valley es siempre un placer, pero me ha encantado que, en esta ocasión, fuese de la mano de una habitante del pueblo, porque el amor toca a todas las puertas y los problemas y enredos se dan en todas las familias.
La trama de esta historia me ha parecido estupenda, no solo por cómo la ha desarrollado Sandra, con una narrativa tan natural que te daba la sensación de estar viviendo la historia junto con sus protagonistas, sino también porque ha dotado a estos de un toque de humor creíble y los ha hecho crecer y evolucionar a lo largo de las páginas. Su historia de amor es sencilla y fluye de una forma natural.
Lo que más me gusta de estas historias es que aparecen en ellas personajes de las otras novelas, y eso hace que te sientas en casa, porque los conoces y sabes cómo piensan y cómo actúan, y a lo que están dispuestos por sus amigos. Pero también te permiten conocer personas nuevas. A algunas terminas odiándolas, como a Marion, la hermana de Edith, y de otras tienes curiosidad por conocer su historia, como Jean-Philippe.
Y luego están los protagonistas. A Edith ya la conocíamos. Sabemos que le gusta cocinar y que hace unos estupendos pasteles, que cuida siempre de su padre, que es dulce y tranquila, y una buena amiga. Pero, de repente, descubrimos lo que guarda dentro, su dolor, sus luchas, su resignación y su corazón roto. Sin embargo, solo hace falta que se presente el hombre adecuado para que esta joven deje de ser una flor marchita y florezca. El cambio en ella me ha gustado mucho, porque te hace ver que el verdadero amor sabe sacar lo mejor de cada persona, y Banning no era, desde luego el hombre para ella. Edith protagoniza momentos divertidos conforme se va transformando y va tomando las riendas de su vida en lugar de dejarse llevar por los acontecimientos. No cambia de personalidad, solo se descubre a sí misma.
El hombre capaz de despertar a esta bella durmiente es Jack Faner. ¡¡Es pendenciero, vengativo, no tiene títulos ni modales, y es un encanto!! Es de esos caracteres que o te intimida, o te hace sacar las garras, y esta segunda reacción es la que provoca en Edith, haciéndonos ver que no es la tímida florecilla que pensábamos. Jack me ha conquistado. A lo largo de la historia vamos conociéndolo mejor y nos hace darnos cuenta de que a veces las bravuconadas y las poses exteriores son solo fachada, que a veces hay muros que se levantan a causa del dolor y los sufrimientos del pasado, muros que solo el amor puede derribar.
Me gusta mucho cómo escribe Sandra. Su modo tan natural de contar las historias y con toques de comedia (un género que se le da muy bien) hace que te diviertas con la lectura. ¡¡No dejéis de leer la historia de Edith y Jack, os gustará!!
MARTA LUJÁN
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