En el silencio de la noche, un carruaje recorre las siniestras calles que conducen a la residencia del el Ángel Caído, funesto apodo del Conde de Angelstone. En el interior del carruaje, la joven Prudence lucha consigo misma por seguir adelante con la difícil decisión que tiene en sus manos: salvar la vida de su joven hermano Trevor, la única persona con que cuenta en el mundo.
La mansión, envuelta en las tinieblas, encierra para Prudence infinidad de peligros que conoce y otros que, aunque insospechados, transformarán su vida. Un inusitado huracán de lujuria que abrirá las puertas a sensaciones y pasiones desconocidas.
Es cierto que Quick tiene un estilo de escritura muy suyo, con personajes que no son siempre todo lo atractivos que buscamos, muchos de ellos tienen incluso alguna tara física, o las protagonistas llevan gafas. De todas formas, esta autora consigue que nos lleguen y nos gusten y hasta que se nos olviden esos pequeños “defectos” que normalmente no se leen en las novelas románticas. Me atrevería a decir que casualmente esos pequeños defectillos son los que los hacen más reales y cercanos. Al meos eso es l que me pasa a mí.
Yo voy a tratar también de opinar sobre esta novela y espero que no me mate nadie.
Prudence no es una chiquilla joven e inexperta, sino uno de los típicos personajes de Amanda Quick, es decir con edad suficiente para saber ya lo que es la vida. Para la época en la que centra sus novelas, una solterona que se ha quedado para vestir santos. Porque con veinticinco años, se era ya una solterona, todas sabemos que en ese tiempo las chicas se casaban jóvenes, algunas veces demasiado jóvenes.
Bueno, pues como decía antes sobre los personajes de esta autora, Prudence usa gafas, o impertinentes como decían en ese entonces, que siempre me ha hecho mucha gracia el nombrecito.
Otra de las cosas que me llama la atención de esta autora es los nombres que pone a sus protagonistas. Prudente no es muy atractivo, pero se te olvida en cuanto la conoces.
A lo que iba, que me estoy marchando por la tangente. Prudence es una mujer inteligente, característico también en las heroínas de Quick. Y como no hay dos sin tres, o en este caso tres sin cuatro, tiene un trabajo o una afición nada normal: investiga sobre fantasmas. Desde luego el nombre por el que la conocen (Doña Original) le va como anillo al dedo.
Hablaré ahora un poco del protagonista masculino, muy típico también de esta escritora. Sebastián es el conde de Angelstone. Inteligente donde los encuentres, seco, orgulloso, a veces recalcitrante, al que le importa un comino la opinión del resto del mundo, y no digamos ya la alta sociedad, que hace lo que le apetece y con un pasado a sus espaldas que descubrimos durante la historia. Eso sí, atractivo y tan encantador que acabas enamorada de él.
Otro de los personajes que me han hecho pasar un buen rato es Trevor, hermano de la protagonista. Impulsivo y terco hasta tal punto que se arriesga a enfrentarse a Angelstone.
Como la protagonista investiga sobre asuntos de fantasmas, él no puede ser menos. ¿A qué se dedica a pesar de ser un conde? Pues a investigar crímenes.
No, no, en esta novela no te aburres, aunque solamente sea por la extraña profesión de ambos protagonistas.
Pensaréis que se conocen investigando y salta el flechazo. Pues no. Se conocen bailando, aunque sí quedan prendados el uno del otro. Y como siempre tiene que haber uno en discordia, el hermano de la chica, conociendo la fama de libertino y hombre sin escrúpulos del conde, va y le reta para proteger a su hermana.
Es una novela sencilla, no le busquemos los tres pies al gato. Una novela para pasarlo bien, para sonreír cada dos páginas y disfrutar de una tarde de novela romántica entretenida y chispeante. Hasta ahora no he leído una novela de Amanda Quick que me haya resultado aburrido, todo lo contrario. Te deja siempre un buen sabor de boca, una sonrisa tonta en la cara y esa sensación de haberte gastado el dinero, sí, pero de haberlo disfrutado.
Intrigas, investigaciones, chispa entre los protagonistas, colaboración y aventura en el marco de una época en que las mujeres estaban en casa o asistían a reuniones de música y benéficas. Prudence se sale de la norma, por eso me agrada su personaje. En cuanto al héroe, me ha enamorado porque acepta la inteligencia de la chica y la reconoce como un igual. Ay, si todos los hombres fueran así…
Carmela
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