Un historia romántica y divertida, una comedia de enredos en la que los protagonistas harán de todo por conseguir, finalmente, el amor.
Volvemos a las calles de Minstrel Valley y a sus gentes. A estas alturas de la serie, todo nos resulta ya conocido y podemos ubicarnos a la perfección cuando estamos en Legend Square. En esta ocasión, sin embargo, nos trasladaremos también a Londres, y visitaremos los famosos jardines de Vauxhall, perfectos para los encuentros amorosos.
La trama, que empieza con algo sencillo, se va enmarañando, poco a poco, con un enredo tras otro; confusiones, sobresaltos, falsas identidades, robo, accidentes... Los pobres protagonistas no tienen ni un minuto de respiro, pero todo ello contribuye a ir aclarando sus pensamientos y sus sentimientos. Quizás, en algunos momentos, la autora se alarga en descripciones que podían no ser tan necesarias.
En el centro de la novela están, de forma indiscutible, los protagonistas. Ellos son la clave de todo. Por un lado, la impetuosa lady Margaret, a quien ya conocemos de otras entregas, y que sigue añorando disfrutar de una libertad que, por el hecho de ser una dama, no le corresponde. Su sueño es viajar y vivir aventuras, y lo del amor, pues no lo tiene tan claro. La autora, a través del dibujo que hace de Margaret, de sus acciones y pensamientos, nos revela su juventud. Tiene la inmadurez propia de la edad, sumada al hecho de la constante protección que ha tenido a manos de su familia. Por eso, todo lo que vive antes de descubrir el amor, será para ella su gran aventura.
Andrew es el caballero sensato, serio y reflexivo (debido más a las circunstancias de su pasado que a su verdadero carácter), pero que no duda en realizar locuras con tal de conquistar el amor de Margaret, de la que lleva enamorado mucho tiempo. Las cosas parecen irle bien, antes de que se enreden de nuevo y nazcan los malentendidos, pero, si algo puede decirse en su favor, es que es perseverante. Su amor por Margaret es sincero y solo desea hacerla feliz. Me ha encantado de él el modo en que se preocupa por su hermana, a la que quiere mucho.
Me he reído mucho y he disfrutado con los diálogos, chispeantes e ingeniosos, y me ha gustado ver cómo iban madurando los sentimientos de Margaret y afianzándose los de Andrew. Como siempre, ha sido un placer volver a Minstrel Valley.
MARTA LUJÁN
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