Después de “Un conde sin corazón”, Minstrel Valley 5, donde conocidos a Rose Mary Lowell, y “El fuego del highlander”, era indispensable saber qué había pasado con una de las mejores amigas de Rose en la Escuela de Señoritas de lady Acton: Emily Langston. Y aquí la tenemos con toda la fuerza de un romance precioso.
Emily no ha tenido la misma suerte que algunas de sus compañeras de escuela; no la han pretendido y ella prefiere alejarse al otro lado del mundo para conseguir hacerse una buena pianista. Para la protagonista, la música es algo que lleva en el alma, no solo le gusta interpretar, sino que hace sus pinitos componiendo. Sabe que le falta mucho camino, pero quiere tener éxito en la música… ya que no lo ha tenido en el amor. La autora nos permite ver hasta dónde puede llegar la ilusión y el tesón de Emily; flota cuando toca el piano, cierra los ojos y se deja llevar por las notas, es capaz de sacrificarlo todo por obtener lo que desea: ser una buena concertista y componer. En cuanto al amor… No se le va de la cabeza aquella regata de Minstrel Valley donde ella y lord Conway obtuvieron el segundo premio. Gordon Blumer hizo que su corazón sintiera algo, pero ha pasado el tiempo y aquello quedó solo en un bonito recuerdo de camaradería. Y casi es mejor así, piensa ella, porque no está dispuesta a dejar la música a cambio de un matrimonio.
En cuanto a Gordon, pues le hubiera atizado, pero bien, al principio. Sigue dolido por la pérdida, días antes de la boda, de la que iba a ser su esposa. Y piensa que nunca podrá volver a amar así. Pero necesita una esposa, Emily le gusta y es adecuada para perpetuar su título y su fortuna. ¿Adecuada? Lo hubiera matado cuando le propone matrimonio de un modo tan poco romántico que, si Emily llega a aceptarlo en ese momento, hubiera habido dos asesinatos. Necesita darse cuenta de que Emily es su amor y vaya si acaba dándose cuenta. Cuando ya no tiene remedio y ella lo planta. Y es aquí cuando no solo se vuelve maravilloso, sino el hombre más romántico del mundo, que deja todo a un lado por hacer que Emily consiga su más preciado sueño, que triunfe y tenga el calor de los aplausos de un público entregado a su música. Generoso, desprendido y en el anonimato, enviando rosas sin tarjeta al final de cada concierto, se va ganando de nuevo el corazón de Emily. Aunque en realidad ella no ha dejado de amarlo nunca, ya os imaginaréis.
Una historia de encuentros y distanciamientos donde ambos protagonistas acaban entendiendo que el amor tiene mil formas de manifestarse, y una de ellas es a través de la música.
Una vez más, es imprescindible leer las notas finales de autora; son un lujo más de la novela.
Nieves
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