Con esta nueva entrega de Minstrel Valley nos introducimos de nuevo en el pequeño mundo de ese pueblecito de Hertfordshire, con personajes conocidos, a los que vamos tomando cariño, y otros nuevos. La ambientación, muy cuidada, nos presenta un hito histórico: la subida de la reina Victoria al trono. Así, somos conscientes de que el tiempo va avanzando poco a poco, que las alumnas van creciendo y los diversos personajes madurando, como es el caso de la señorita Valery Sherman.
La trama, muy bien montada, nos cuenta el día a día en la escuela, al tiempo que nos introduce en una subtrama del pasado de la profesora de Etiqueta que nos dará más de una sorpresa.
El protagonista de esta historia es Dunhcan Bissop, amigo de la directora Eleanor Harper e invitado por esta a ser profesor de equitación en la prestigiosa escuela de lady Acton. Este hombre conquista desde las primeras páginas. No solo es apuesto, también es encantador, divertido, travieso y decidido. Es un apasionado de los caballos y está ilusionado con sus caballerizas. Representa un escalón intermedio entre dos mundos, ya que no pertenece a la aristocracia ni es un plebeyo. De este modo, se comporta como un caballero, pero puede permitirse la frivolidad de un coqueteo. El único problema es que la mujer a la que elige para coquetear es la estricta maestra del decoro, y en el transcurso de ese proceso corre el riesgo de perder el corazón.
El personaje de Valery me ha encantado por esa mezcla de dulzura y fortaleza, de inocencia y pasión que conquistan al lector. Es una maravilla ver el proceso de crecimiento que sufre el personaje a lo largo de la historia gracias a su encuentro con Dunhcan. Ella ha levantado barreras para protegerse, especialmente de los hombres, y no está dispuesta a dejar que nada altere la agradable rutina que ha conseguido en su vida. Sin embargo, el amor llega sin anunciarse y es capaz de revolucionarlo todo. Valery luchará contra lo que siente, pero, hay que reconocer, que el señor Bissop es persistente y muy convincente.
El estilo de Mariam, fresco, ágil y con un punto picante, sabe despertar emociones en el lector, además de arrancarnos alguna sonrisa y mantenernos en vilo con el suspense. Sinceramente, con esta historia nos conquista.
MARTA LUJÁN
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