Setenta capítulos cortos y titulados, que nos sitúan en el lugar y la hora de los sucesos, alrededor de los días de las fiestas navideñas.
Sigo leyendo a esta autora porque, elija el tema que elija, lo escribe redondo. En esta novela ha vuelto a demostrarlo.
Lo que comienza como una comedia, con escenas que te sacan una sonrisa y la ternura hacia un bebé que es el eje de la historia, se vuelve una narración más seria. Pero no te das cuenta de ello, la narrativa te arrastra y lo único que quieres es saber más de los personajes.
Ana se encuentra en una situación crítica: sin empleo, sin dinero, a punto de que la echen del cuchitril en el que vive con su hijo de pocos meses, Pablo. Necesita como sea dejar al niño durante unas horas para acudir a un trabajo temporal, pero parece que el cosmos entero está en su contra y no encuentra quien pueda cuidarlo por esa noche. Desesperada, toma una decisión: dejárselo a su padre. Ante su marcha a Paris y la aparición de su vecino, toma una determinación que trastocará la vida de Andrés. Ana es un personaje con una fuerza inusitada, unas ganas de vivir y de luchar por su hijo que conmueven.
Andrés es metódico, serio, de los de cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, solo piensa en su trabajo y está enamorado de la mujer con la que piensa pasar una semana en el Caribe y casarse… sin saber que lo ha plantado con un mensaje telefónico. Pablo va a poner su organizada vida patas arriba, pero también va a salvarlo del pesimismo y la consternación, convirtiéndose en un ser muy importante para él y enseñándole a vivir.
Aparte de la historia de los protagonistas, con un bonito romance, la autora nos presenta a otros que los arropan y que tienen la suya propia dentro de esta. Ninguno de ellos está puesto de adorno, todos consiguen hacerse un hueco importante, dejarnos ver lo bueno y lo malo que pueden tener, emocionar con sus tribulaciones. Carlos y Eva quieren despegar del bar de copas y abrir un negocio mejor; Pedro desea lo que no tiene y trata de ayudar aunque se equivoque; Raquel no quiere ver que Paco es un ser dañino porque sigue enamorada; Paco es un ser al que la bebida descontrola; Julián se cree un adonis porque tiene dinero; Irene toma una decisión equivocada soñando con subirse a una pasarela; César es un pobre desgraciado que solo triunfa robando el trabajo a los demás.
No dejéis de leer el apartado de “agradecimientos”, porque merece la pena.
Nieves
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