Es la historia de un amor desde siempre. Un amor que empieza en la infancia, crece en la adolescencia y acaba germinando en un deseo imparable. De poco sirve que Simon se haya tenido que prometer con una mujer a la que no ama por sus tierras, cuando su corazón pertenece a Aurora desde que sus ojos la vieron por primera vez.
Es, la de un hombre capaz de vender su felicidad con tal de que la mujer de la que siempre ha estado enamorado cumpla sus sueños.
Es, la de una muchacha llena de bondad, que soporta las humillaciones de que es objeto porque es incapaz de hacer daño a nadie, ni siquiera a quienes se lo hacen a ella. Que desea hacerse partera para eso, para ayudar a las demás. Dispuesta, como Simon, a que se le rompa el corazón con tal de que él sea feliz.
Ambientada en tierras del sur donde, gracias a la autora, se pueden oler los campos, me han conmovido las escenas alrededor del “abuelo”, ese árbol que guardar tantos secretos de unos amantes que, por no querer lastimar, ni se han dado un beso.
He sonreído con Feúcho, el perro que se entiende tan bien con Simón; me ha provocado lástima la prima de Aurora, arrastrada por un deseo tan insano que incluso se provoca una enfermedad para conseguir su objetivo; hubiera partido la crisma al cerril del médico.
Un amor lento, lleno de ternura, de palabras dulces y miradas enamoradas, con una sorpresa final que me ha hecho sonreír.
Puede que me haya faltado más acción después de haber leído otra novela de Zahara C. Ordoñez, pero he disfrutado de la lectura por la cuidada ambientación, los datos que aporta a la historia y las aclaraciones de la nota de autora, muy interesantes.
Nieves
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