Sinopsis:
Cuando eran estudiantes, Maggie y Eric se juraron amor eterno. Pero los avatares del destino los condujeron por caminos distintos. Maggie se casó y enviudó más tarde. Sola y madre de una hija, quiere reconstruir su vida. Al reencontrarse con Eric, ahora casado y capitán de un buque mercante, el amor renace. Conscientes de que la suya es una unión prohibida, los dos intentan en vano negar sus sentimientos...
Opinión:
Esta novela, es otro maravilloso regalo que nos hace la autora. Como todas, está cargada de sentimientos y emoción.
Maggie hace apenas un año que se ha quedado viuda. En unos pocos días, su única hija partirá para iniciar sus estudios universitarios. Maggie acude a un grupo de terapia con el fin de afrontar la pérdida de su marido. En esas charlas le aconsejan que contacte con sus viejas amistades y Maggie, reacia en un principio, decide llamar a su más querida amiga del instituto. Ésta, enseguida se hace cargo de la situación y le pone en contacto con la antigua pandilla. Así se inician nuevamente las relaciones y así nuestra protagonista vuelve a ponerse en contacto con su antiguo novio del instituto. A pesar de que vive a varios miles de kilómetros de distancia, entre todos, consiguen convencerla para que pase unos días con ellos.
Eric, es guapo, dulce, educado, cariñoso y encantador, y está casado con una mujer bandera. Aunque en la superficie parece que su matrimonio es idílico, con sólo rascar un poco se vislumbran los problemas.
Cualquier autora, con esta base, resolvería la novela como todas nos podemos imaginar, pero claro, Lavyrle Spencer no lo iba a dejar ahí. A ella le encanta rodearnos de personajes complejos (tan complejos como somos todos y cada uno de los seres humanos), y todos estos secundarios dan forma y carácter a la historia. Sin ellos la novela sería una más.
La madre de Maggie es de esas madres que dices "madre no hay más que una... gracias a Dios". Una mujer fría, amargada, rígida, criticona.
El padre de Maggie es un hombre maravilloso que vive resignado y callado junto a su mujer, porque "las cosas son así". Me ha encantado ver como la autora describe sus enormes manos de carnicero. Esas manos configuradas por su profesión y tan tiernas cuando han de serlo.
La hija de Maggie... como todas las hijas de 18 años... como lo fuimos (quizá) todas. Con la visión de la vida que se tiene a esa edad, convencida de que lo sabe todo, de que es mayor, de que las cosas son blancas o negras... Juzgando. Queriendo. Odiando. Explosiva en sus argumentos. Ciega en sus críticas. Egoísta. Niña, al fin y al cabo, en los brazos de su madre.
La madre de Eric, ¡qué mujer!. Este personaje me ha gustado especialmente. Todo lo contrario a la madre de Maggie.
La mujer de Eric, todo fachada. Preocupada en exclusiva por ella y su trabajo. Ajena a los sentimientos de su marido.
Y la amiga de Maggie, ay ¡quien tiene un amigo, tiene un tesoro! Una extraordinaria mujer y la culpable indirecta de que Maggie y Eric tengan su segunda oportunidad.
Nuestra protagonista se traslada al pueblo que la vio nacer dispuesta a comenzar una nueva vida; pero esta vida, si bien le hace recuperase del dolor por el fallecimiento de su marido, de la rabia por cómo ocurrió todo, de su soledad, también le procura otra serie de complicaciones. Sin embargo, estos cambios la convierten en una mujer fuerte, que planta cara y que decide vivir por y para ella.
El antiguo amor que tuvieron Maggie y Eric renace. Es un amor adulto, que tiene que recorrer un camino lleno de piedras... y en un pueblo. Los dos son buenas personas, que no quieren dañar a nadie. Se resisten y sufren, y pasan por un montón de vicisitudes.
Es un libro precioso que no puedes dejar. Es amargo, pero dulce. Es... ¡lo tenéis que leer!
Cuando eran estudiantes, Maggie y Eric se juraron amor eterno. Pero los avatares del destino los condujeron por caminos distintos. Maggie se casó y enviudó más tarde. Sola y madre de una hija, quiere reconstruir su vida. Al reencontrarse con Eric, ahora casado y capitán de un buque mercante, el amor renace. Conscientes de que la suya es una unión prohibida, los dos intentan en vano negar sus sentimientos...
Opinión:
Esta novela, es otro maravilloso regalo que nos hace la autora. Como todas, está cargada de sentimientos y emoción.
Maggie hace apenas un año que se ha quedado viuda. En unos pocos días, su única hija partirá para iniciar sus estudios universitarios. Maggie acude a un grupo de terapia con el fin de afrontar la pérdida de su marido. En esas charlas le aconsejan que contacte con sus viejas amistades y Maggie, reacia en un principio, decide llamar a su más querida amiga del instituto. Ésta, enseguida se hace cargo de la situación y le pone en contacto con la antigua pandilla. Así se inician nuevamente las relaciones y así nuestra protagonista vuelve a ponerse en contacto con su antiguo novio del instituto. A pesar de que vive a varios miles de kilómetros de distancia, entre todos, consiguen convencerla para que pase unos días con ellos.
Eric, es guapo, dulce, educado, cariñoso y encantador, y está casado con una mujer bandera. Aunque en la superficie parece que su matrimonio es idílico, con sólo rascar un poco se vislumbran los problemas.
Cualquier autora, con esta base, resolvería la novela como todas nos podemos imaginar, pero claro, Lavyrle Spencer no lo iba a dejar ahí. A ella le encanta rodearnos de personajes complejos (tan complejos como somos todos y cada uno de los seres humanos), y todos estos secundarios dan forma y carácter a la historia. Sin ellos la novela sería una más.
La madre de Maggie es de esas madres que dices "madre no hay más que una... gracias a Dios". Una mujer fría, amargada, rígida, criticona.
El padre de Maggie es un hombre maravilloso que vive resignado y callado junto a su mujer, porque "las cosas son así". Me ha encantado ver como la autora describe sus enormes manos de carnicero. Esas manos configuradas por su profesión y tan tiernas cuando han de serlo.
La hija de Maggie... como todas las hijas de 18 años... como lo fuimos (quizá) todas. Con la visión de la vida que se tiene a esa edad, convencida de que lo sabe todo, de que es mayor, de que las cosas son blancas o negras... Juzgando. Queriendo. Odiando. Explosiva en sus argumentos. Ciega en sus críticas. Egoísta. Niña, al fin y al cabo, en los brazos de su madre.
La madre de Eric, ¡qué mujer!. Este personaje me ha gustado especialmente. Todo lo contrario a la madre de Maggie.
La mujer de Eric, todo fachada. Preocupada en exclusiva por ella y su trabajo. Ajena a los sentimientos de su marido.
Y la amiga de Maggie, ay ¡quien tiene un amigo, tiene un tesoro! Una extraordinaria mujer y la culpable indirecta de que Maggie y Eric tengan su segunda oportunidad.
Nuestra protagonista se traslada al pueblo que la vio nacer dispuesta a comenzar una nueva vida; pero esta vida, si bien le hace recuperase del dolor por el fallecimiento de su marido, de la rabia por cómo ocurrió todo, de su soledad, también le procura otra serie de complicaciones. Sin embargo, estos cambios la convierten en una mujer fuerte, que planta cara y que decide vivir por y para ella.
El antiguo amor que tuvieron Maggie y Eric renace. Es un amor adulto, que tiene que recorrer un camino lleno de piedras... y en un pueblo. Los dos son buenas personas, que no quieren dañar a nadie. Se resisten y sufren, y pasan por un montón de vicisitudes.
Es un libro precioso que no puedes dejar. Es amargo, pero dulce. Es... ¡lo tenéis que leer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.