Wulf Tryggavson a diferencia del resto de cazadores oscuros no murió, sino que su alma le fue arrebatada por Morginne con la que mantuvo una breve aventura. Ésta, en complicidad con su amante, el Dios nórdico Loki, intercambiaron su alma por la de Wulf. Así que éste se convirtió en uno más de los cazadores oscuros al servicio de Artemisa sin que, como el resto, entregara su alma la diosa a cambio de volver a la vida.
Pero el vikingo posee un maldición añadida. Nadie, excepto el resto de cazadores oscuros, y sus propios descendientes lo recuerdan. Cualquier persona que se cruza en su camino olvida su rostro e incluso el haberlo visto sólo cinco minutos después de que eso suceda.
Por tanto, sabe que sólo le queda proteger a su familia, la única que guardará un recuerdo de él. Pero esto le ha convertido en un ser posesivo con Cris, descendiente de su hermano Erik. Protege al joven de un modo obsesivo y exagerado hasta un punto que roza el ridículo y los coloca en situaciones desternillantes para el lector.
Pero tras más de mil años como cazador oscuro, y condenado al olvido, sucede lo impensable. Descubre que existe alguien que es capaz de recordarlo: una mujer a la que, una noche, rescata de unos daimons.
Algo extraño le sucede esa noche, primero por los sentimientos que la desconocida despierta en él, y segundo porque para su sorpresa, días después, al reencontrarse con ésta le llama Wulf. ¿Cómo es posible que lo recuerde?
Cassandra Peters es una apolita. En realidad es medio humana media apolita. Su padre es humano pero su madre fue apolita. Como todos los descendientes de Apollo está condenada a morir dolorosa y cruelmente el día de su veintisiete cumpleaños.
Ni siquiera el ser medio humana es suficiente para apartarla de tan funesto destino. Además de su genética, una leyenda pesa sobre Cassandra. Es la última superviviente de la línea directa de descendientes de Apollo, de modo que según la leyenda, si ella muere la maldición que pesa sobre los apolitas desaparecerá. Pero, sin que casi nadie lo sepa, también sucederá otra cosa: el sol se destruirá, lo que supondría el fin del mundo.
Es algo que pocos saben, entre ellos el mismo Aqueron. Pero, ¿existe algún modo de evitarlo?
La opción de convertirse en daimon no figura entre sus alternativas. A veces la idea se instaura en su mente, pero ¿cómo podría matar a seres humanos para alimentarse de su alma?
De cualquier modo, Aqueron ocupado en proteger la ciudad de Nueva Orleans durante la fiesta de Mardi Grass de los planes de Desiderius, encarga a Wulf que proteja a Cassandra. El cazador nórdico no está precisamente contento con la labor. Por un lado, aunque ésta le atrae hasta el punto de plantearse una relación con ella, está cansado de las aventuras de una noche con mujeres que apenas les da la espalda, han olvidado lo compartido entre ambos. Por otro lado, cualquier vínculo entre un cazador oscuro y una apolita es sencillamente antinatural. Los cazadores oscuros matan a los apolitas, y para estos los cazadores oscuros son poco menos que monstruos y el material de leyendas y cuentos de miedo para asustar a los niños.
Pero pese a ello, algo sensual e intenso surge entre Cassandra y Wulf.
Cuando éste se percata de que un vínculo imperecedero se ha creado entre la pareja, no ceja en su empeño de dar con la manera de evitar la muerte de la joven. Pero, ¿es o no eso posible?
En El Beso de la noche, la serie de los Cazadores oscuros da un vuelco repentino. Por una lado Kenyon nos ofrece una pareja protagonista diferente: un cazador oscuro que no entregó su alma voluntariamente y una apolita. ¡Sorprendente!
Por otro lado la concepción que hasta ahora teníamos de los apolitas e incluso de los propios daimons cambia drásticamente. Descubrimos varias clases de daimons y una naturaleza diferente de los apolitas hasta el punto en que se nos plantea abiertamente que todo no es blanco o negro, sino que hay múltiples tonalidades de gris.
Porque, ¿qué harías si supieses que al alcanzar los veintisiete años estás condenado a morir? ¿No te plantearías cualquier opción que lo impida, aun si ello conlleva matar a alguien?
Bien, esta es la disyuntiva en que Kenyon nos coloca, bueno a Cassandra, pero nosotros como fieles lectores, la hacemos propia.
Wulf fue un guerrero nórdico y mucho de su bagaje bárbaro se manifiesta en determinadas actitudes mostradas a lo largo del libro. No obstante, al contrario de lo que pudiera esperarse, es un hombre atento y considerado, un protector; es un hombre que debe estudiar su propia escala de valores morales cuando descubre que se ha enamorado de una apolita, a solo unos meses de su muerte, y que la única forma de evitarlo, si los caprichosos dioses no lo impiden, es que se convierte en una de sus enemigos: un daimon.
Cassandra es una mujer que siempre ha evitado establecer vínculos duraderos con nadie. ¿Para qué hacerlo si no vivirá para disfrutarlos ? ¿Para qué hacer sufrir a nadie que sea tan insensato como para enamorarse de ella?
También es casualidad que cuando al fin se enamora sea a solo unos meses de cumplir los veintisiete y para colmo de un cazador oscuro, y para más colmo aún de uno tan arrogante y rudo como Wulf… aunque su simple presencia haga temblar sus piernas.
Y mientras Wulf y Cassandra tratan de salvar la vida de ésta, las leyendas y profecías lanzadas por los mismos dioses marcan sus vidas y destinos, sin que, como siempre, podamos intuir el resultado.
En El Beso de la noche se inicia paralelamente a la trama de El abrazo de la noche. Mientras Talon, Aqueron y compañía luchan contra Desiderius en Nueva Orleans, Wulf se encuentra en el deber de proteger a una apolita.
Pero, tras un lapso de tiempo, la novela continua después de El abrazo de la noche y Bailando con el diablo.
Aparece un nuevo plantel de personajes secundarios de lo más interesante: Cris, descendiente y escudero de Wulf, Katra, la guardaespaldas de Cassandra, Urian, un daimon que nos robará el corazón a todas, y sin olvidar a Talon, Kyrian, Julian, Zarek y al mismísimo Aqueron.
La historia de amor entre Wulf y Cassandra me ha parecido muy emotiva. Tiene unas pinceladas de dulzura que os harán suspira. El funesto destino que pesa sobre ella es tan cruel que creo que imposible que la novela cause indiferencia.
Además de que Sherrilyn Kenyon aquí da otro giro de tuerca con muchas subtramas y personajes lanzando nuevos interrogantes y desvelando situaciones y cuestiones muy pero que muy interesantes que mejor descubráis por vosotras mismas.
Con todo esto y con el impactante y sorprendente desenlace que se augura…. aún ¿os lo pensáis perder?
Pero el vikingo posee un maldición añadida. Nadie, excepto el resto de cazadores oscuros, y sus propios descendientes lo recuerdan. Cualquier persona que se cruza en su camino olvida su rostro e incluso el haberlo visto sólo cinco minutos después de que eso suceda.
Por tanto, sabe que sólo le queda proteger a su familia, la única que guardará un recuerdo de él. Pero esto le ha convertido en un ser posesivo con Cris, descendiente de su hermano Erik. Protege al joven de un modo obsesivo y exagerado hasta un punto que roza el ridículo y los coloca en situaciones desternillantes para el lector.
Pero tras más de mil años como cazador oscuro, y condenado al olvido, sucede lo impensable. Descubre que existe alguien que es capaz de recordarlo: una mujer a la que, una noche, rescata de unos daimons.
Algo extraño le sucede esa noche, primero por los sentimientos que la desconocida despierta en él, y segundo porque para su sorpresa, días después, al reencontrarse con ésta le llama Wulf. ¿Cómo es posible que lo recuerde?
Cassandra Peters es una apolita. En realidad es medio humana media apolita. Su padre es humano pero su madre fue apolita. Como todos los descendientes de Apollo está condenada a morir dolorosa y cruelmente el día de su veintisiete cumpleaños.
Ni siquiera el ser medio humana es suficiente para apartarla de tan funesto destino. Además de su genética, una leyenda pesa sobre Cassandra. Es la última superviviente de la línea directa de descendientes de Apollo, de modo que según la leyenda, si ella muere la maldición que pesa sobre los apolitas desaparecerá. Pero, sin que casi nadie lo sepa, también sucederá otra cosa: el sol se destruirá, lo que supondría el fin del mundo.
Es algo que pocos saben, entre ellos el mismo Aqueron. Pero, ¿existe algún modo de evitarlo?
La opción de convertirse en daimon no figura entre sus alternativas. A veces la idea se instaura en su mente, pero ¿cómo podría matar a seres humanos para alimentarse de su alma?
De cualquier modo, Aqueron ocupado en proteger la ciudad de Nueva Orleans durante la fiesta de Mardi Grass de los planes de Desiderius, encarga a Wulf que proteja a Cassandra. El cazador nórdico no está precisamente contento con la labor. Por un lado, aunque ésta le atrae hasta el punto de plantearse una relación con ella, está cansado de las aventuras de una noche con mujeres que apenas les da la espalda, han olvidado lo compartido entre ambos. Por otro lado, cualquier vínculo entre un cazador oscuro y una apolita es sencillamente antinatural. Los cazadores oscuros matan a los apolitas, y para estos los cazadores oscuros son poco menos que monstruos y el material de leyendas y cuentos de miedo para asustar a los niños.
Pero pese a ello, algo sensual e intenso surge entre Cassandra y Wulf.
Cuando éste se percata de que un vínculo imperecedero se ha creado entre la pareja, no ceja en su empeño de dar con la manera de evitar la muerte de la joven. Pero, ¿es o no eso posible?
En El Beso de la noche, la serie de los Cazadores oscuros da un vuelco repentino. Por una lado Kenyon nos ofrece una pareja protagonista diferente: un cazador oscuro que no entregó su alma voluntariamente y una apolita. ¡Sorprendente!
Por otro lado la concepción que hasta ahora teníamos de los apolitas e incluso de los propios daimons cambia drásticamente. Descubrimos varias clases de daimons y una naturaleza diferente de los apolitas hasta el punto en que se nos plantea abiertamente que todo no es blanco o negro, sino que hay múltiples tonalidades de gris.
Porque, ¿qué harías si supieses que al alcanzar los veintisiete años estás condenado a morir? ¿No te plantearías cualquier opción que lo impida, aun si ello conlleva matar a alguien?
Bien, esta es la disyuntiva en que Kenyon nos coloca, bueno a Cassandra, pero nosotros como fieles lectores, la hacemos propia.
Wulf fue un guerrero nórdico y mucho de su bagaje bárbaro se manifiesta en determinadas actitudes mostradas a lo largo del libro. No obstante, al contrario de lo que pudiera esperarse, es un hombre atento y considerado, un protector; es un hombre que debe estudiar su propia escala de valores morales cuando descubre que se ha enamorado de una apolita, a solo unos meses de su muerte, y que la única forma de evitarlo, si los caprichosos dioses no lo impiden, es que se convierte en una de sus enemigos: un daimon.
Cassandra es una mujer que siempre ha evitado establecer vínculos duraderos con nadie. ¿Para qué hacerlo si no vivirá para disfrutarlos ? ¿Para qué hacer sufrir a nadie que sea tan insensato como para enamorarse de ella?
También es casualidad que cuando al fin se enamora sea a solo unos meses de cumplir los veintisiete y para colmo de un cazador oscuro, y para más colmo aún de uno tan arrogante y rudo como Wulf… aunque su simple presencia haga temblar sus piernas.
Y mientras Wulf y Cassandra tratan de salvar la vida de ésta, las leyendas y profecías lanzadas por los mismos dioses marcan sus vidas y destinos, sin que, como siempre, podamos intuir el resultado.
En El Beso de la noche se inicia paralelamente a la trama de El abrazo de la noche. Mientras Talon, Aqueron y compañía luchan contra Desiderius en Nueva Orleans, Wulf se encuentra en el deber de proteger a una apolita.
Pero, tras un lapso de tiempo, la novela continua después de El abrazo de la noche y Bailando con el diablo.
Aparece un nuevo plantel de personajes secundarios de lo más interesante: Cris, descendiente y escudero de Wulf, Katra, la guardaespaldas de Cassandra, Urian, un daimon que nos robará el corazón a todas, y sin olvidar a Talon, Kyrian, Julian, Zarek y al mismísimo Aqueron.
La historia de amor entre Wulf y Cassandra me ha parecido muy emotiva. Tiene unas pinceladas de dulzura que os harán suspira. El funesto destino que pesa sobre ella es tan cruel que creo que imposible que la novela cause indiferencia.
Además de que Sherrilyn Kenyon aquí da otro giro de tuerca con muchas subtramas y personajes lanzando nuevos interrogantes y desvelando situaciones y cuestiones muy pero que muy interesantes que mejor descubráis por vosotras mismas.
Con todo esto y con el impactante y sorprendente desenlace que se augura…. aún ¿os lo pensáis perder?
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