Durante la fiesta de Mardi Grass, en la que ayudó a los cazadores oscuros a derrotar a Desiderio, Vane pagó un precio alto y excesivamente cruel: su hermana fue asesinada y Fang, su hermano, quedó en estado comatoso tras ser brutalmente atacado por un grupo de daimons.
Desde entonces no encuentra sentido a su vida. Está solo, desorientado, abandonado… hasta que una mujer se cruza en su camino: Bride McTierney.
De Bride se quedó prendado desde el primer momento que la vio. Entonces él protegía a Sunshine (en El Abrazo de la noche) y la joven apenas reparó en él.
Para Vane era una mujer hermosa, inalcanzable, perfecta… el ideal de cualquier hombre (o lobo) como es su caso. Pese a ser humana y él un were hunter (mitad humano mitad lobo), la chica ha despertado en él unos deseos y emociones que ni siquiera las hembras de su manada han logrado hacer jamás.
Una noche la descubre llorando, a solas, en la tienda que regenta e, incapaz de rendirse a la tentación, se acerca de ella…
Para Bride todos los hombres son sencillamente unos perros. Su relación con su novio Taylor la ha dejado con el corazón destrozado. Tras años soportando sus burlas y desprecios, por su problemas de peso, y siendo relegada a un lado, el muy cretino la abandona cuando ya ha logrado de ella lo que quería: que lo ayudara a hacerse un hueco como estrella mediática en la televisión local.
Taylor es un joven atractivo y ambicioso, un hombre que se avergüenza de ser visto con Bride que está lejos del estereotipo de sílfide, más “apropiado“ para alguien como él. Así que, conseguido su objetivo, ¿para qué seguir con ella?
Comprensible que Bride lo llame perro (en mi opinión personal es un perro con garrapatas).
La noche que Taylor la abandona, Bride se derrumba, pero de repente aparece alguien en su tienda. Es un desconocido sumamente atractivo que, inexplicablemente al parecer de Bride, se siente poderosamente atraído por la joven.
Algo sensual, crudo, salvaje estalla entre la pareja esa primera noche. Son dos desconocidos solos, abandonados y necesitados de protección y de compañía… ¿qué tiene de extraño buscarlos en el otro?
Pero tras la noche más increíblemente sensual y erótica para Bride, ésta vuelve a la realidad. Aunque jamás podría imaginar que un hombre como ese atractivo desconocido, Vane Kattalakis, pueda llegar a sentir algo más profundo por ella, no se arrepiente de lo sucedido, pero tampoco espera nada más.
Para Vane, en cambio, Bride es la mujer perfecta, pese a que a él las mujeres no le interesan. Jamás se ha sabido de un were hunter que hallara a su compañera entre las humanas, pero ¿cómo explicar racionalmente lo que la tímida e insegura Bride despierta en él? ¿Cómo luchar contra ello?
Desde ese momento, ya sea como hombre o como lobo, Vane no se despega de Bride. Siempre está a su lado, protegiéndola, cuidándola, velando por ella como jamás nadie ha hecho.
Bride empieza a pensar que Vane quizá sea un hombre muy sensual y atractivo, pero, tal vez, el pobre no esté bien de la cabeza o, peor aún, se trate de algún psicópata o demente. Después de todo que ¿puede ver en ella, regordeta y anodina, un espécimen masculino y arrebatador como Vane Kattalakis?
Efectivamente: ve a su mitad, su compañera, su alma gemela. Algo jamás imaginado ni sucedido entre una humana y un were hunter.
Cuando Vane descubre el nexo que lo une a Bride, sabe que sólo dispone de tres semanas para unirla totalmente a él, uniendo sus esencias vitales, pero para ello necesita que Bride lo acepte. Si ella no está dispuesta, él pagará el precio que sea necesario: la soledad e, incluso, la impotencia sexual (que es lo que supone para un were hunter ser rechazado por la que está destinada a ser su compañera de por vida). Tal es la capacidad de sacrificio a la que está dispuesto a llegar.
Vane es uno de los protagonistas más tiernos y sensibles, a mi parecer, con los que nos ha deleitado Sherrilyn Kenyon.
Como los protagonistas de anteriores libros, Vane arrastra tras de sí un pasado cruel, duro y atormentado.
Los were hunters son una raza con maldición propia. Para huir de la maldición de Apollo que los convertía en apolitas y los conducía a la muerte a la edad de veintisiete años, nacieron los were que se dividen en katagaria y arcadianos, según nazcan humanos o animales. Pero, en esencia, ambos son mitad hombre mitad animal. Es su corazón, animal o humano, lo que los diferencia y el momento evolutivo en que se destapa “su otra naturaleza”.
Vane fue repudiado por su propios padres, entre los que existe una relación de odio que parece no tener fin. Sólo encontró solaz en sus hermanos. Pero ahora los ha perdido a ambos y, aunque ha encontrado a la mujer que está destinada a ser su compañera, no desea imponérsele. Él, mejor que nadie, sabe a lo que eso puede conducir.
Bride no es la típica protagonista escultural que describen la mayoría de autoras de novela romántica. En ese sentido se nos hace más cercana, humana y real.
Bride es una joven regordeta, acomplejada por ello, insegura, tímida y cuya vida sentimental la ha llevado a pensar que todos los hombres son unos perros. Lo que menos imagina es que el hombre que una noche aparece ante ella para seducirla y consolarla, el hombre más atractivo que jamás ha visto y que, además parece muy interesado en ella, es un lobo.
Poco a poco descubre que los lobos, al menos éste, son más fieles que los perros.
¿Pero hasta el punto de aceptar y abrir su mente al mundo poblado de cazadores oscuros, hombres lobo, oso, pantera… y un sinfín de especies, viviendo en lucha y peligro constante a manos de daimons y apolitas?
En El juego de la noche a diferencia de los libros previos, la trama romántica y la relación entre Bride y Vane tiene mayor peso. No existen una trama paralela que los vincula con los daimons, al menos no muy marcada, en todo caso es la lucha entre la propia manada y especie de los were a la que pertenece Vane.
Hasta la fecha, éste se ha convertido en uno de mis libros preferidos. En primer lugar por la naturaleza y el carácter de sus protagonistas que te envuelve en una historia dulce, tierna y romántica. Por otro, porque Kenyon en esta novela nos amplia un poco más el mundo de los were hunters del que sabíamos menos que de los cazadores oscuros.
Además, el libro es realmente divertido. Hay escenas memorables que arrancan una buena cantidad de risas. Después de todo… ¿qué cabe esperar si el padre de Bride es un veterinario y no cualquier veterinario, sino el Rey de la castración? ¿Cómo reaccionará al saber que el novio de su hija es un lobo? ¿Y cómo reaccionará Vane (y Phury)?
Además, como sucede a menudo, nos reencontramos con antiguos protagonistas y nuevos que empiezan a despuntar, como Fang y Phury, sobre todo este último.
El juego de la noche es una novela que, como digo, me ha parecido de las más inolvidables de esta serie. Quizá se deba a que personajes de hombres lobo son menos frecuentes de encontrar y es agradable y atractivo descubrir nuevos mundos y personajes, aunque poco a poco esto va cambiando, pero hay que reconocer que Kenyon ha creado a un protagonista carismático, encantador e inolvidable. Y eso es lo que subyace sobre el resto de argumentos, sin duda. Os recomiendo que no os lo perdáis.
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