Después de años de separación, después de una guerra de por medio y la incertidumbre de saber si Alexander estaba vivo o no, Tatiana lo encuentra prisionero en un campo de concentración nazi y, juntos, Alexander y Tatiana huyen hacia America, hacia una nueva vida.
El que naciera en los albores de la segunda guerra mundial, rodeados de muerte y un futuro incierto, hizo del de ellos un amor que parecía tener los días contados con lo que lo vivieron al día, arañando cada segundo, cada instante y atesorando cada recuerdo para el día de mañana. Pero ahora un futuro seguro los espera, uno que les conduce a algo de lo que antes no han disfrutado: la convivencia y una vida juntos.
Tatiana, Alexander y Anthony, el hijo de tres años de ambos, se reencuentran y comienzan una vida como una familia, una familia donde el padre es un desconocido para el hijo, que lo observa con una mezcla de adoración, respecto e inseguridad; un padre que ha regresado devastado por la guerra, las torturas y la inanición, cuyo cuerpo está cubierto de cicatrices pero su alma también.
El jardín de verano narra la vida de Tatiana y Alexander, ya no como Tatiana Metanova y Alexandr Belov, sino como estadounidenses: como los Barrington, y cómo es su vida juntos a lo largo de los años.
La crueldad de la guerra, las experiencias vividas y sufridas, han quedado grabadas tanto en Alexander como Tatiana. Tatiana ya no es la joven risueña y esperanzada que ha esperado y llorado por su marido durante cuatro años, ahora es una mujer más madura y determinada a todo por evitar que éste vuelva a sufrir y por impedir que nada ni nadie lo aleje de ella. Así que cuando el Departamento de Estado de EEUU y su viejo amigo, Sam Gulotta, buscan a Alexander, Tatiana lo oculta.
Alexander es ante todo un soldado que ha estado al borde de la locura, que no logra arrancar de s memoria los recuerdos la devastación que ha vivido. Su dolor para olvidar levanta un muro que lo separa de Tatiana quien, impotente, no halla el modo de derribarlo.
Pero el de ellos es un amor demasiado grande y poco a poco, día tras día, mes tras mes y año tras año, se fortalece aunque también vive sus momentos más difíciles. Todo hasta que vuelvan a reencontrarse en el Jardín de verano.
Después de tres extensísimos libros, llegamos al esperado desenlace de esta serie. Ahora, tras leer los tres libros, debo decir que será una novela inolvidable que tiene un hueco muy especial en mi biblioteca.
Pocas historias de amor me han impactado como ésta. Demoledora, desgarradora, triste pero hermosa, esta pareja creo que formará a pasar parte de esas parejas estandarte de la novela romántica.
La verdad es que libro tras libro me he ido enamorando más y más de estos personajes, cuya historia desgrana todos y cada uno de los sentimientos más profundos e intensos que pueden despertar. Quizá pueda parecer que exagero, pero con la lectura tan reciente, aún estoy embargada de todo lo que estos libros me han provocado.
El jardín de verano es el desenlace de la serie, donde somos testigos de cómo transcurre la vida de Tatiana y Alexander juntos en Estados Unidos, una vez se reencuentran.
Normalmente cuando acabamos una novela en la que los protagonistas al fin se reencuentran o reconcilian, y no contamos con un epílogo que nos describa qué sucedió después, podemos preguntarnos “¿cómo fue su vida juntos?”. Incluso con epílogo queda flecos que no se reflejan.
Esta novela trata de eso, sobre todo se centra en los primeros quince años de vida juntos, aunque se prolonga hasta inicios del siglo XXI, desgranando la vida de ambos.
Ante todo es importante un punto en esta novela: Alexander no es el mismo hombre que hemos conocido en los dos libros anteriores. De hecho, en la última parte de Tatiana y Alexander ya queda patente el tormento que sufre. Algo que lógicamente no desaparece de la noche a la mañana.
Alexander se nos describe con muchos de los rasgos que caracterizan a ex-soldados y ex-combatientes. Un hombre acosado por los gritos de la muerte, un hombre que siente que no encaja en la vida normal. No sabe volver a ser un hombre normal. ¿Cómo puede serlo alguien que desde los diecisiete a los veintisiete años no ha sido otra cosa que un soldado soviético?
Tatiana no sabe como ayudarlo a curarse. Sólo el día a día les ayuda a reencontrarse, mientras tratan de vivir sin que los recuerdos de otro país, otra época y otra vida se lo impida, pero entre esos recuerdos está el dónde y el cómo nació ese amor, y eso no pueden olvidarlo.
La novela no pierde un ápice de lo que han sido las anteriores: sentimientos desgarradores, miedo, remordimiento y mucho amor. Al ser tan extensa, la autora describe y se centra en los diferentes lugares donde viven a lo largo de los años, los problemas que afrontan, y cómo todo ello, de algún modo, les sirve para sanar las heridas y seguir viviendo, reforzando su amor. También es cierto que hay partes muy tensas, muy sufridas en las que realmente lo pasas mal.
Entre las secuelas que les deja la guerra, la separación y el miedo a ser separados, y la madurez propia de la edad, vemos evolucionar el carácter tanto de Alexander como Tatiana.
Tatiana se nos muestra como una mujer firme, honesta y fuerte, pero bajo la superficie de mujer moderna e independiente, siempre está la muchacha de Leningrado.
Alexander es mucho más hosco, irascible, posesivo y celoso. A mí eso me gusta mucho porque este tipo de personalidades me encantan (noveleramente hablando), lo que da pie a momentos muy tensos y, creo, que controvertidos.
Pero detrás de todo esto, sigues viviendo una historia de amor preciosa, inolvidable, con sus sinsabores y sus alegrías. En fin… como la vida misma.
En general me parece una novela excelente, aunque hay un par de detalles que destacaría. No se me ha hecho excesivamente larga, pese a que hablamos de una novela de 950 páginas. Es absorbente. Apasionante.
Pero, en mi opinión, la última parte de la novela es un poco recargada en cuanto a detalles bélicos y políticos. Al ser Alexander un ex-soldado, al ser Anthony otro soldado y que cronológicamente tiene lugar la guerra de Vietnam, me han parecido excesivas las páginas en que se describe el armamento, los entresijos bélicos y políticos. Esa parte me ha puesto la piel de gallina por muchas cosas que, lógicamente, no desvelaré y porque nos rescata al Alexander soldado de libros anteriores.
El jardín de verano me parece el punto final perfecto para una serie que cuenta una historia de amor inenarrable y que, desgranada en tres libros, me ha parecido preciosa. Es bonito leer sobre unos personajes, siendo testigo de cómo se conocen y se enamoran y como, después de un sinfín de problemas y hechos, es descrita hasta la vejez de estos.
A mi no me gustan demasiado esas novelas en que abarcan tantos y tantos años porque a veces es difícil ver la evolución propia de la edad de los personajes, pero El jardín de verano me ha cautivado.
Aunque me parecen un poco excesivas las páginas en que se nos describen a los hijos y nietos de Tatiana y Alexander, es bonito leerlo porque vemos como fue su vida a través de los ojos de estos. De todos modos prefiero cuando la novela se centra en ellos y quizá la diferencia esté en el modo en que está contada y desarrollada, en la ambientación y en los sentimientos en que la sustentan, pero la verdad es que al llegar a la última página me ha dado mucha pena cerrar el libro y despedirme de Tatiana y Alexander. ¡¡¡Qué bonita historia de amor!!!!
El que naciera en los albores de la segunda guerra mundial, rodeados de muerte y un futuro incierto, hizo del de ellos un amor que parecía tener los días contados con lo que lo vivieron al día, arañando cada segundo, cada instante y atesorando cada recuerdo para el día de mañana. Pero ahora un futuro seguro los espera, uno que les conduce a algo de lo que antes no han disfrutado: la convivencia y una vida juntos.
Tatiana, Alexander y Anthony, el hijo de tres años de ambos, se reencuentran y comienzan una vida como una familia, una familia donde el padre es un desconocido para el hijo, que lo observa con una mezcla de adoración, respecto e inseguridad; un padre que ha regresado devastado por la guerra, las torturas y la inanición, cuyo cuerpo está cubierto de cicatrices pero su alma también.
El jardín de verano narra la vida de Tatiana y Alexander, ya no como Tatiana Metanova y Alexandr Belov, sino como estadounidenses: como los Barrington, y cómo es su vida juntos a lo largo de los años.
La crueldad de la guerra, las experiencias vividas y sufridas, han quedado grabadas tanto en Alexander como Tatiana. Tatiana ya no es la joven risueña y esperanzada que ha esperado y llorado por su marido durante cuatro años, ahora es una mujer más madura y determinada a todo por evitar que éste vuelva a sufrir y por impedir que nada ni nadie lo aleje de ella. Así que cuando el Departamento de Estado de EEUU y su viejo amigo, Sam Gulotta, buscan a Alexander, Tatiana lo oculta.
Alexander es ante todo un soldado que ha estado al borde de la locura, que no logra arrancar de s memoria los recuerdos la devastación que ha vivido. Su dolor para olvidar levanta un muro que lo separa de Tatiana quien, impotente, no halla el modo de derribarlo.
Pero el de ellos es un amor demasiado grande y poco a poco, día tras día, mes tras mes y año tras año, se fortalece aunque también vive sus momentos más difíciles. Todo hasta que vuelvan a reencontrarse en el Jardín de verano.
Después de tres extensísimos libros, llegamos al esperado desenlace de esta serie. Ahora, tras leer los tres libros, debo decir que será una novela inolvidable que tiene un hueco muy especial en mi biblioteca.
Pocas historias de amor me han impactado como ésta. Demoledora, desgarradora, triste pero hermosa, esta pareja creo que formará a pasar parte de esas parejas estandarte de la novela romántica.
La verdad es que libro tras libro me he ido enamorando más y más de estos personajes, cuya historia desgrana todos y cada uno de los sentimientos más profundos e intensos que pueden despertar. Quizá pueda parecer que exagero, pero con la lectura tan reciente, aún estoy embargada de todo lo que estos libros me han provocado.
El jardín de verano es el desenlace de la serie, donde somos testigos de cómo transcurre la vida de Tatiana y Alexander juntos en Estados Unidos, una vez se reencuentran.
Normalmente cuando acabamos una novela en la que los protagonistas al fin se reencuentran o reconcilian, y no contamos con un epílogo que nos describa qué sucedió después, podemos preguntarnos “¿cómo fue su vida juntos?”. Incluso con epílogo queda flecos que no se reflejan.
Esta novela trata de eso, sobre todo se centra en los primeros quince años de vida juntos, aunque se prolonga hasta inicios del siglo XXI, desgranando la vida de ambos.
Ante todo es importante un punto en esta novela: Alexander no es el mismo hombre que hemos conocido en los dos libros anteriores. De hecho, en la última parte de Tatiana y Alexander ya queda patente el tormento que sufre. Algo que lógicamente no desaparece de la noche a la mañana.
Alexander se nos describe con muchos de los rasgos que caracterizan a ex-soldados y ex-combatientes. Un hombre acosado por los gritos de la muerte, un hombre que siente que no encaja en la vida normal. No sabe volver a ser un hombre normal. ¿Cómo puede serlo alguien que desde los diecisiete a los veintisiete años no ha sido otra cosa que un soldado soviético?
Tatiana no sabe como ayudarlo a curarse. Sólo el día a día les ayuda a reencontrarse, mientras tratan de vivir sin que los recuerdos de otro país, otra época y otra vida se lo impida, pero entre esos recuerdos está el dónde y el cómo nació ese amor, y eso no pueden olvidarlo.
La novela no pierde un ápice de lo que han sido las anteriores: sentimientos desgarradores, miedo, remordimiento y mucho amor. Al ser tan extensa, la autora describe y se centra en los diferentes lugares donde viven a lo largo de los años, los problemas que afrontan, y cómo todo ello, de algún modo, les sirve para sanar las heridas y seguir viviendo, reforzando su amor. También es cierto que hay partes muy tensas, muy sufridas en las que realmente lo pasas mal.
Entre las secuelas que les deja la guerra, la separación y el miedo a ser separados, y la madurez propia de la edad, vemos evolucionar el carácter tanto de Alexander como Tatiana.
Tatiana se nos muestra como una mujer firme, honesta y fuerte, pero bajo la superficie de mujer moderna e independiente, siempre está la muchacha de Leningrado.
Alexander es mucho más hosco, irascible, posesivo y celoso. A mí eso me gusta mucho porque este tipo de personalidades me encantan (noveleramente hablando), lo que da pie a momentos muy tensos y, creo, que controvertidos.
Pero detrás de todo esto, sigues viviendo una historia de amor preciosa, inolvidable, con sus sinsabores y sus alegrías. En fin… como la vida misma.
En general me parece una novela excelente, aunque hay un par de detalles que destacaría. No se me ha hecho excesivamente larga, pese a que hablamos de una novela de 950 páginas. Es absorbente. Apasionante.
Pero, en mi opinión, la última parte de la novela es un poco recargada en cuanto a detalles bélicos y políticos. Al ser Alexander un ex-soldado, al ser Anthony otro soldado y que cronológicamente tiene lugar la guerra de Vietnam, me han parecido excesivas las páginas en que se describe el armamento, los entresijos bélicos y políticos. Esa parte me ha puesto la piel de gallina por muchas cosas que, lógicamente, no desvelaré y porque nos rescata al Alexander soldado de libros anteriores.
El jardín de verano me parece el punto final perfecto para una serie que cuenta una historia de amor inenarrable y que, desgranada en tres libros, me ha parecido preciosa. Es bonito leer sobre unos personajes, siendo testigo de cómo se conocen y se enamoran y como, después de un sinfín de problemas y hechos, es descrita hasta la vejez de estos.
A mi no me gustan demasiado esas novelas en que abarcan tantos y tantos años porque a veces es difícil ver la evolución propia de la edad de los personajes, pero El jardín de verano me ha cautivado.
Aunque me parecen un poco excesivas las páginas en que se nos describen a los hijos y nietos de Tatiana y Alexander, es bonito leerlo porque vemos como fue su vida a través de los ojos de estos. De todos modos prefiero cuando la novela se centra en ellos y quizá la diferencia esté en el modo en que está contada y desarrollada, en la ambientación y en los sentimientos en que la sustentan, pero la verdad es que al llegar a la última página me ha dado mucha pena cerrar el libro y despedirme de Tatiana y Alexander. ¡¡¡Qué bonita historia de amor!!!!
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