Tras la muerte de su madre, Carly McConnell se traslada desde un pueblo minero de Pensylvania a California para vivir en el rancho de su tío.
En esta región, que históricamente se conocía como El desesperado, muchos californianos fueron despojados de sus tierras a manos de los terratenientes anglosajones.
Ramón De la Guerra, es uno de esos españoles cuyas tierras fueron robadas años atrás, y Austin Fletcher es quien cometió tal injusticia.
Pero Austin Fletcher es también la única familia viva que le queda a Carly. Éste le proporciona una educación digna de una dama, para evitar que la hermosa joven sea rechazada entre la alta y elegante sociedad californiana. Ávido de escalar socialmente, sus plan es casarla con Vincent Bannister, el hijo de un poderoso empresario de Chicago. Tal unión sería un paso de gigante para encumbrarlo en lo más alto de la sociedad.
Sin embargo, la presencia de Ramón De la Guerra, el joven español cuyas tierras colindan con el Rancho de los Robles -propiedad de Fletcher- dan al traste con sus planes.
Una atracción mutua e instantánea surge entre el apuesto español y Carly, pero son demasiados los obstáculos que se interponen. Ramón no siente el menor interés en casarse con una “gringa”, aparte del hecho en particular de que ésa justamente es la sobrina de quien despojó a su padre de sus tierras y su rancho. Está dispuesto, a cualquier precio, a recuperarlas. Y siempre se ha jurado que se casará con una mujer con sangre española.
Carly, deseosa de agradar y satisfacer los deseos de su tío, no puede permitirse enamorarse de un hombre como ese Ramón De la Guerra. Es consciente de que Bannister y Fletcher planean unirlos en matrimonio. Algo que desagrada profundamente a la joven, pero que no sabe cómo evitar.
En la región son frecuentes los robos y asaltos. Una banda de bandidos, dirigidos por alguien apodado El Dragón Español, se dedica a saquear y robar a los terratenientes como Austin Fletcher.
En medio de un incursión, el hermano de Ramón, Andreas y el auténtico Dragón, es herido de muerte. Carly es, a ojos de Ramón, la culpable de ello y, en represalias, es secuestrada por el español y conducida al refugio de los bandidos. Allí, todas las acciones emprendidas por éste hacia ella van dirigirlas a castigarla, humillarla y despreciarla.
Pero a pesar de los odios y recriminaciones que los separan, una atracción y un vínculo invisible, contra la que ninguno de los dos es capaz de luchar, nace entre la pareja durante el tiempo que dura el cautiverio.
Ramón la repudia porque la culpa de la muerte de su hermano, porque es una “gringa” y la sobrina del hombre que más odia. Carly le teme y aborrece por el modo despectivo e incluso cruel como la trata.
Pero, poco a poco, la atracción entre ellos se hace más y más fuerte, hasta que Ramón comprende que Carly es inocente de sus odios infundados y que sólo es una víctima de las circunstancias, por lo que decide devolverla con su tío bajo la condición de que jamás desvele el paradero de Llano Mirada, el refugio de los bandidos.
No obstante, poco después las circunstancias -o el destino- vuelven a unir sus vidas, cuando a consecuencia de un malentendido, Ramón es obligado al matrimonio con Carly. Enlace que Carly secretamente desea, pero que hace que Ramón sólo refuerce su desprecio y odio hacia ella. Los prejuicios y los secretos del pasado son un obstáculo que parece insalvable para que la joven logre ablandar el corazón del arrogante Ramón, quien poco a poco empieza a dudar de sus sentimientos hacia ella… ¿Es posible amar y odiar al mismo tiempo a una mujer?
El jinete de medianoche es una novela que aúna elementos propios de las novelas “más clásicas”, como un protagonista con carácter, duro, hosco e incluso intimidante, un odio arraigado entre dos familias, y una protagonista tierna, valiente y dulce.
A grandes rasgos me ha parecido una novela atractiva que me ha devuelto esos argumentos de autoras que, como Kat Martin, nos han deleitado muchas veces. No obstante, también debo reconocer que no me ha parecido la mejor novela de esta autora. Lejos está de otras que han logrado calar mucho más hondo en mí.
Ramón De la Guerra es, por excelencia, el típico protagonista de una novela romántica histórica: arrogante, autoritario, vengativo… pero atractivo y carismático. Su carácter, a mi parecer, demuestra ser demasiado cruel en ocasiones, pero es algo que tampoco me sorprende en demasía en este tipo de novelas. No obstante es innegable que le resta ese punto de ternura a la lectura.
Carly es la típica protagonista dulce y valiente que, sin pretenderlo, se ve inmersa en un malentendido detrás de otro. No importa cuanto trate de evitarlo, siempre logra todo lo contrario. A ojos de su marido, eso la señala como culpable, lo que no hace otra cosa que poner trabar y alzar obstáculos entre ellos.
No obstante el mayor escollo a salvar entre ambos protagonistas son los arraigados prejuicios y el odio desmedido que siente Ramón hacia todo lo anglosajón. Una experiencia en su juventud, y el robo de sus tierras a manos de Fletcher, lo han hecho aborrecer a los “gringos”, pese a que se case y se enamore de una de ellos.
A pesar de todos estos hechos -que no dejan de ser bastante habituales en la novela romántica- no me ha parecido un mal libro. Aunque hay escenas y situaciones que sacan un poco de quicio por la tozudez y ceguera de Ramón, es una lectura amena que no se me ha hecho densa ni pesada. Al contrario, me ha parecido un libro ágil y fluido de leer.
Pero aunque una novela entretenida, tampoco ha cumplido con las expectativas que había depositado en ella, por detalles como los ya comentados o momentos en que el argumento es bastante previsible.
No obstante también hay toques que hacen de éste un libro interesante, como que la autora nos traslada a la California de 1855, a una época en que los anglosajones despojaban a los descendientes españoles de sus tierras.
Kat Martin crea un protagonista oscuro, un bandido, una leyenda entre los californianos y los indios de la región.
Quizá no pase a ser una novela inolvidable, ya que la relación amor-odio entre Ramón y Carly resulta a menudo agotadora. Es injustificado y desproporcionado el comportamiento de Ramón en muchas ocasiones y, pese a todos los atributos con que la escritora lo caracteriza, no logra acaparar mi atención por la brusquedad y los prejuicios infundados que esgrime.
Es, en pocas palabras, uno de esos protagonistas cabezones y arrogantes que no quieren dar su brazo a torcer. Mientras que Carly es una joven extremadamente dulce y encantadora que sólo procura agradarlo, pero que a menudo sólo consigue enfurecerlo sin razón.
En resumen es una novela interesante por la ambientación, la época histórica que retrata y porque, pese a lo que pueda parecer por mis palabras previas, hay escenas muy emotivas entre Ramón y Carly. Hay que reconocer que el bandido español tiene algunos detalles bonitos, aunque estos no sean excesivos a lo largo del libro.
Por último sólo señalaría que no entiendo esa obsesión que tienen las autoras anglosajonas en deleitarnos a las lectoras con protagonistas españoles que, aunque arrogantes, fuertes, nobles y el epítome de la masculinidad, acaban demostrando en un momento u otro del libro sus dotes para el baile español.
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