Dos extrañas cacerías están a punto de alterar la apacible vida de la comunidad de Hillsboro, Alabama. La tranquila y reservada Daisy Ann Minor ha decidido salir a la caza del hombre de su vida y sacudirse, de una vez por todas, su aburrida fama de bibliotecaria de pueblo. Por su parte, Jack Russo se enfrenta a su primer gran desafío como jefe de policía local y debe encontrar pistas de una serie de extrañas muertes. Considerando la vida que han llevado hasta entonces, difícilmente alguien hubiera imaginado que los caminos de Jack y Daisy fueran a cruzarse. Pero la investigación de Jack topa con la nueva vida de Daisy. ¿O es al contrario? ¿Quién persigue a quién? ¿Quién es el cazador y quién el cazado?
Como bien sabéis, estoy pasando por un momento de “libro caído”. Nada me apetece ni me entra. Seguramente esos momentos de saturación serán fruto del estado de ánimo, con este tiempo tan gris ¿a quién no le abruma la tristeza animal?. Nada mejor para remontar que un buen libro divertido, entretenido y fácil. Se abre la veda tiene todos esos ingredientes y no es la primera vez que recurro a su lectura para volver a sumergirme en otros más complicados.
Pero vayamos al comentario de Se abre la veda. Daisy, aunque pudiera parecerlo, no es tonta, todo lo contrario. Es una chica buena que se ha dejado llevar por la rutina en un pueblo tranquilo donde vive con su madre y su tía Jo. El día de su 34 cumpleaños se da cuenta de que necesita un marido, unos hijos y algo de emoción, pero se mira al espejo y no tiene ni idea de por dónde empezar. Para cambiar de aspecto, recurre a un amigo, reconocido “homosexual”, quien está encantado de ayudarla. ¿Cómo se sabe que un hombre es homosexual? Fácil, con la prueba de los colores. Cualquier hombre que sepa de qué color se trata cuando se habla del malva, tiene que serlo. Y si por casualidad conoce el malva pregúntale por el bermellón, ahí está la prueba definitiva.
Lo que intenta Daisy es encontrar un marido, pero con Jack Russo dándole vueltas alrededor, no va a ser fácil. ¡Espanta a todos los posibles candidatos!
Jack Russo es el típico macho Howard. Se ha fijado en Daisy incluso antes de la transformación y lo que quiere, además de protegerla y sacarla de los líos en los que se ve inmersa gracias a su ingenuidad, es “meterse en sus bragas”. Pero se lo pasa demasiado bien con ella, es un respiro relajante para después poder tratar con los malos y poco a poco se da cuenta de que él es lo que Daisy necesita.
A destacar los papeles secundarios de la madre de la protagonista y la tía Jo. Dos ancianitas conservadoras, que se adaptan tranquilamente a todos los cambios e incluso los alientan. Y también todos los habitantes del pueblo, tan típicos y tan tópicos.
La trama de esta novela, que podría ser durísima ya que se trata de un caso terrible de trata de blancas, no es más que el sustento para la pareja protagonista. De todas es sabido que Linda Howard pasa por encima de los dramas con una ligereza extraordinaria. Sin embargo, siempre me ha parecido que Se abre la veda es diferente al resto de sus obras. Es más tierna, más sensible y por supuesto, más divertida.
Pienso que este libro de Linda Howard, pese a tener todos los ingredientes de la autora, podría gustar hasta a sus detractoras. (Va por ti Lola) Y por supuesto, es una buena medicina para salir de la saturación.
Por cierto, no sé por qué en esta ocasión, aunque la novela la he debido leer 10 veces, me ha sorprendido la buena traducción de Titania. Es de Cristina Martín Sanz, me fijaré de ahora en adelante.
Como bien sabéis, estoy pasando por un momento de “libro caído”. Nada me apetece ni me entra. Seguramente esos momentos de saturación serán fruto del estado de ánimo, con este tiempo tan gris ¿a quién no le abruma la tristeza animal?. Nada mejor para remontar que un buen libro divertido, entretenido y fácil. Se abre la veda tiene todos esos ingredientes y no es la primera vez que recurro a su lectura para volver a sumergirme en otros más complicados.
Pero vayamos al comentario de Se abre la veda. Daisy, aunque pudiera parecerlo, no es tonta, todo lo contrario. Es una chica buena que se ha dejado llevar por la rutina en un pueblo tranquilo donde vive con su madre y su tía Jo. El día de su 34 cumpleaños se da cuenta de que necesita un marido, unos hijos y algo de emoción, pero se mira al espejo y no tiene ni idea de por dónde empezar. Para cambiar de aspecto, recurre a un amigo, reconocido “homosexual”, quien está encantado de ayudarla. ¿Cómo se sabe que un hombre es homosexual? Fácil, con la prueba de los colores. Cualquier hombre que sepa de qué color se trata cuando se habla del malva, tiene que serlo. Y si por casualidad conoce el malva pregúntale por el bermellón, ahí está la prueba definitiva.
Lo que intenta Daisy es encontrar un marido, pero con Jack Russo dándole vueltas alrededor, no va a ser fácil. ¡Espanta a todos los posibles candidatos!
Jack Russo es el típico macho Howard. Se ha fijado en Daisy incluso antes de la transformación y lo que quiere, además de protegerla y sacarla de los líos en los que se ve inmersa gracias a su ingenuidad, es “meterse en sus bragas”. Pero se lo pasa demasiado bien con ella, es un respiro relajante para después poder tratar con los malos y poco a poco se da cuenta de que él es lo que Daisy necesita.
A destacar los papeles secundarios de la madre de la protagonista y la tía Jo. Dos ancianitas conservadoras, que se adaptan tranquilamente a todos los cambios e incluso los alientan. Y también todos los habitantes del pueblo, tan típicos y tan tópicos.
La trama de esta novela, que podría ser durísima ya que se trata de un caso terrible de trata de blancas, no es más que el sustento para la pareja protagonista. De todas es sabido que Linda Howard pasa por encima de los dramas con una ligereza extraordinaria. Sin embargo, siempre me ha parecido que Se abre la veda es diferente al resto de sus obras. Es más tierna, más sensible y por supuesto, más divertida.
Pienso que este libro de Linda Howard, pese a tener todos los ingredientes de la autora, podría gustar hasta a sus detractoras. (Va por ti Lola) Y por supuesto, es una buena medicina para salir de la saturación.
Por cierto, no sé por qué en esta ocasión, aunque la novela la he debido leer 10 veces, me ha sorprendido la buena traducción de Titania. Es de Cristina Martín Sanz, me fijaré de ahora en adelante.
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