Años atrás, en un instante explosivo, la rivalidad infantil entre Jeremy, el joven y apuesto duque de Rawlings, y Maggie Herbert, el objeto de sus afectos, se transformó en pasión. Desgraciadamente, el consiguiente escándalo los obligó a marcharse a lugares muy alejados uno del otro. Pero, años después, el deseo los unió de nuevo.
El destino ha vuelto a unir a Jeremy y Maggie, y los arrastra a un imparable baile de deseo. El duque, ahora un militar condecorado, está resuelto a casarse con la joven Maggie que, comprometida con otro hombre, verá como sus fantasías secretas escapan de su control. A pesar de los años transcurridos, entre ellos arde una profunda pasión, pero para disfrutar de ella tendrán que enfrentarse a los celos, la intriga y el peligro…
En esta novela nos encontramos con un personaje masculino muy majete, pero que se enamora de su amiga de la infancia porque “ha crecido mucho”... por todas partes. Su amiga de la infancia pasa de jorobarle la vida cuando eran niños porque era más alta que él, a tenerle miedo por lo que le hace sentir también de repente. Vamos que los dos se han hecho mayorcitos y nada más verse se dan un revolcón en las caballerizas: Sus familias los obligan a separarse y en los otros cinco años que pasan separados, no pueden olvidarse.
Vuelven, se encuentran, sienten una pasión irrefrenable. Lógicamente se acuestan. Se siguen deseando y amándose ¡qué bonito!
Ella cree que él se va a casar con una princesa india, pero no, es todo fruto de un malentendido. Ella tiene un prometido con el que le da pena cortar. También tiene una amiga muy maja que para ayudarle a romper son su novio le seduce para que sea él quien corte. Por supuesto, el novio se deja seducir y corta con ella porque descubre que le gusta ¡de repente! la amiga.
Una vez libres los dos ya no hay problemas para dar rienda a su pasión y a su amor.
Así que como no hay mucho más que decir en la novela, la autora nos regala cuatrocientas y pico páginas de soporíferas palabras donde se esfuerza en explicarnos los sentimientos, los porqués, los pros, los contras, y de paso mete a un personaje que quiere matar al duque para -cree la autora- darle vidilla a la historia. ¿Quién quiere matar al duque? No, no es el mayordomo... pero casi. ¿Para qué mete ese personaje) pues más que nada porque sino se acabaría la novela en la página 50. Así que entre: Ay, madre mía que quieren matar al duque... Ay madre mía, a ver si va ser el prometido de ella el asesino... Ay, madre mía que yo nunca seré una buena condesa..., y veinte mil chorradas más, vas pasando hojas y más hojas de nada y no consigues verle el fin al libro.
En fin, que me ha aburrido hasta decir basta. Está lleno de páginas y párrafos que me he saltado enteritos. En lugar de entretenerme he sentido que estaba perdiendo perdiendo el tiempo y machacando mi intelecto.
Para mí este es otro libro "más de lo mismo"... y encima malo.
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