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sábado, 21 de noviembre de 2009

Un duque por el que morir de Amelia Grey

Sinopsis:

La llegada inesperada de su nueva pupila, una joven asombrosa y encantadora que afirma sufrir una maldición que ha acabado antes de tiempo con cada uno de sus tutores, sorprende al quinto duque de Blakewell, un auténtico calavera. Mientras ella intenta convencerlo para que deje que sea ella quien gestione su fortuna y él intenta encontrarle un marido adecuado, los dos terminan envueltos en una relación fascinante.
Cuando el duque sufre varios accidentes que podrían haber sido mortales, sólo Henrietta podrá ayudarlo...

Opinión:

Henrietta se presenta con su doncella en casa del duque de Blakewell quien, se supone, es su nuevo tutor. El duque hace dos años que ostenta el título y en la teoría era su padre quien debería haber sido el tutor de la joven. Con anterioridad a la llegada de su ahora pupila, deberían haber llegado unos papeles de un abogado explicándole su nueva obligación, pero el duque -que en su día despidió a su secretario- es un tanto desordenado y su escritorio es un caos.
Cuando Henrietta trata de explicarle quién es y su descabellada historia que la ha llevado durante trece años de un tutor a otro pues estos morían fruto de lo que parecía ser una maldición, Blake duda que todo sea cierto. Sin embargo, la historia es tan retorcida y la muchacha además de preciosa, parece tan sincera, que cuando ella le insta a que firme los papeles que le darán su independencia y le eximirán a él de semejante responsabilidad, el duque decide hacerse cargo de su obligación. Comoquiera, considera que lo mejor para su tranquilidad mental y la pronta recuperación de su disipada vida, es buscarle a la chica una dama de compañía y un marido, por tanto, se pone manos a la obra.

Henrietta, cuyo objetivo es ser independiente, no tener que rendir cuentas a nadie, encontrar un hogar propio del que no tenga que volver a moverse y acabar de una vez por todas con su nómada existencia, no imagina que cada día que pasa estará más y más prendada del duque de Blakewell. No obstante, éste, en tres ocasiones está a punto de morir, y ella cree que es debido a una maldición que cree que arrastra con ella. Es por ello que acepta de buen modo ser presentada en sociedad y elegir marido.

A veces un libro simple, con un argumento trillado y carente de aditivos, escrito por una autora sencilla sin rasgos destacables, supone una agradable lectura que te deja satisfecha. Este es el caso de Un duque por el que morir.
A medida que vas pasando las páginas, te vas dando cuenta de que en realidad no pasa nada, tan solo estás leyendo una novela donde los protagonistas se van enamorando y al llegar a la última hoja te encuentras con el tan ansiado final feliz. A pesar de todo esto, a mí la novela me ha gustado. Quizás haya sido porque la autora no se ha complicado la vida metiendo al malo de turno: no hay ningún malo. Habrá sido tal vez porque la señora Grey tampoco ha basado la relación de la pareja en malentendidos. Puede que me haya gustado porque esperaba otro tipo de historia al leer la sinopsis y me he encontrado con una completamente diferente. Me ha sorprendido el hecho de que los protagonistas tienen pequeños acercamientos amorosos pero nunca los llevan a término hasta casi el final del libro. Me ha gustado ver cómo iba creciendo la tensión en la pareja (tranquila, sencilla y pausada, eso sí. No penséis que el fuego te quema, porque no llega a eso) y al final explota y tienen su escena hot. Todas estas cosas últimamente no estamos acostumbradas a verlas en nuestras novelas. Todas son más del estilo: protagonista femenina ansiosa por aprender y perder su inocencia y protagonista masculino en plan sólo la deseo y en cuanto la haga mía se me pasará. En esta novela no, aquí se guardan las formas y todo se va cociendo en su propio jugo hasta que llega el desenlace.

Los dos primos del duque, que en posteriores libros tendrán su historia, son dos personajes que ayudan a dar vida a la novela, pero quien más me ha llamado la atención es un anciano que fue el eterno enamorado de la abuela del protagonista y cuyas apariciones a lo largo de la novela dan lugar a conversaciones muy simpáticas.

Cada capítulo comienza con una cita de las cartas que la abuela del protagonista le escribió alguna vez dándole consejos. Me han parecido agradables y originales.

Tal vez el final se me ha hecho un poco largo. No soy contraria a los epílogos, claro que no, pero a veces, alargar el final durante varias páginas dando vueltas y más vueltas sobre lo mismo, me parece innecesario. Quizá haya sido porque la novela, tan simple y sencilla ella, debería haber acabado acorde con el resto del libro. Sin duda, esto último es sólo una apreciación mía.


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