Sinopsis:
Jesse McKettrick siempre había sido un joven rebelde y peligroso para una adolescente como Cheyenne. Ahora, después de muchos años ella había vuelto a su ciudad natal, y su futuro y el de su familia dependía de que Jesse le vendiera una parte de sus tierras. Sin embargo, Jesse no estaba dispuesto a vender, por muy persuasiva e insistente que Cheyenne se mostrara. Pero cuando descubrió la razón que se escondía tras su insistencia fue cuando estuvo en peligro de perder no sólo sus tierras, sino también su corazón...
Jesse McKettrick siempre había sido un joven rebelde y peligroso para una adolescente como Cheyenne. Ahora, después de muchos años ella había vuelto a su ciudad natal, y su futuro y el de su familia dependía de que Jesse le vendiera una parte de sus tierras. Sin embargo, Jesse no estaba dispuesto a vender, por muy persuasiva e insistente que Cheyenne se mostrara. Pero cuando descubrió la razón que se escondía tras su insistencia fue cuando estuvo en peligro de perder no sólo sus tierras, sino también su corazón...
Opinión:
No conocía a esta autora y el argumento, aunque atractivo en el planteamiento, no me llamaba en exceso. Sin embargo la lectura de esta novela me ha resultado un bocado delicioso. Última apuesta no es una obra profunda, no te mata de intriga, ni su protagonista es don perfecto, sin embargo la sencillez, seguir el curso de una historia de amor y un héroe atípico pueden resultar ser igual de apasionantes. El argumento, basado en la necesidad de conseguir la venta de unas tierras, es una excusa sobre la que se asienta el desarrollo de una trama de vuelta al “hogar”.
La autora nos presenta a dos familias: una triunfadora, con una buena cosecha de triunfos, y la otra, pobre y abonada a las desgracias. Cierto es que el peso de la novela recae sobre la pareja protagonista, pero Linda Lael Miller no escatima personajes secundarios, con esbozos de vida de lo más interesantes, para crear el ambiente idóneo y mantener nuestro interés. De hecho me encantaría que algunos de los secundarios tuvieran su propia historia. Pero mejor será que nos centremos en la historia que ahora nos ocupa.
Nuestro protagonista:
Jesse McKettrick es un buen hombre, que toma la vida según le viene. No trabaja porque no lo ve necesario, le encanta jugar al póquer y a ello dedica la mayor parte de su tiempo, no concede importancia al qué dirán y no se impone metas. Es un hombre que vive y deja vivir, honrado, de gustos sencillos, pero que gusta de disfrutar de todo lo que la vida le puede ofrecer siempre que le pueda apetecer.
No esperéis que de la noche a la mañana le entre la fiebre del trabajo y la responsabilidad, Jesse es tal cual, lo tomas o lo dejas.
Nuestra protagonista:
Cheyene es la otra cara de la moneda, una infancia dura al lado de un padre jugador, viendo como su madre se mataba a trabajar, ha hecho de ella una mujer cautelosa, muy tenaz y fiera defensora de los suyos. El accidente de su hermano y la probable quiebra de la empresa donde trabaja la ponen contra las cuerdas. Enamorada en la adolescencia de Jesse, sabe que un abismo insalvable se extiende entre ellos. Aun así irá perdiendo terreno para terminar por caer en la tentación.
La trama:
Un protagonista disoluto, acostumbrado a conseguir todo lo que desea, sin la más mínima intención de trabajar, tiene que vérselas con una chica responsable y seria,acostumbrada a perder y a trabajar duro para intentar mantenerse a flote. Con este planteamiento caí en el error de pensar que los prejuicios vendrían de la mano del guapo y rico de turno, sin embargo por esta vez es la protagonista la que adolece de ese mal. Lo que empieza como un juego peligroso pasa rápidamente convertirse en el relato de una atracción. Las mentiras encubiertas y las medias verdades van aflorando y resolviéndose sin los cansinos “malentendidos sin causa” a los que muchas autoras parecen adictas. El jefe de ella es el “malo” necesario. Sin él y sus confabulaciones, nuestros chicos lo hubieran tenido demasiado fácil, con lo que la novela no hubiera tenido su razón de ser. Aunque al final, sorprendentemente, la venta de las tierras llegará a ser lo de menos.
Los secundarios:
Me han gustado mucho aunque la extensión de la novela no permite llegar a conocerlos. Esa madre sufrida, generosa, con una carga de errores a su espalda, buscando ser el sostén de una familia enfrentada a la vida. El hermano que ve como un accidente ha cambiado su vida para siempre, pero aún quiere conservar parte de sus sueños. Los miembros responsables de la familia McKettrick: el viudo, el divorciado o la encantadora Sierra a punto de casarse con su amor. Todos y cada uno de ellos aportan su pincelada de color y alguno más que nos hará esbozar una media sonrisa. Hasta puedes llegar a coger cierto extraño cariño por el despreciable, machista, egocéntrico y egoísta Nigel.
Encontrarnos con una novela que rompe esquemas sin perder la esencia de lo que es una historia romántica, por simple que resulte la trama, quizá no sacie como un buen solomillo pero puede constituir una rica chocolatina. Me ha gustado el hecho de que los personajes sean humanos de buenas intenciones, que no haya milagrosas transformaciones, que los malentendidos se mantengan lo justo. En definitiva, que la autora me haya contado una sencilla y bonita historia de amor, con su puntito de pasión. Al fin y al cabo para eso leo romántica.
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