Serie Clayborne I
Nueva York, mediados del siglo XIX. Cuatro pillos encuentran a una recién nacida abandonada en un cubo de basura. El hallazgo será un acontecimiento clave que cambiará las vidas de los cuatro. Decididos a dar un hogar a la pequeña, se instalan en Montana, donde nadie hace demasiadas preguntas.
Después de jurarse lealtad forman un núcleo familiar que permitirá a la pequeña Mary Rose crecer y recibir una educación digna de una dama. La aparición en escena del abogado Harrison Stanford MacDonald cambiará también la vida de Mary Rose, que ya se ha convertido en una bella y atractiva joven. El misterio de su origen podría quedar resuelto poniéndola ante la disyuntiva de aceptar una nueva familia. ¿Podrá el amor fraternal frenar una pasión inesperada? ¿Logrará el hechizo de una mirada derribar tantas barreras?
Algo muy curioso me pasa con Julie Garwood. La gente que ha tenido oportunidad de conocer la obra de esta autora sabe que escribe historias dulces, frescas y divertidas. Sus novelas suelen ser bastante sencillas y, a mi parecer, están destinadas a hacernos pasar un buen rato. Sin embargo, hay ocasiones en que la señora Garwood me sorprende sobremanera regalándome novelas verdaderamente maravillosas y dignas de recordar. En mi opinión, “Tiempo de rosas” es una de sus obras de arte.
“Tiempo de rosas” es el primer libro de la Serie Clayborne. La historia comienza en Nueva York en el año 1860. Las calles de la ciudad se llenan por la noche de niños abandonados o huérfanos cuya única opción es buscarse su propia suerte. Un día, cuatro niños encuentran en la basura un bebé. Una niña. Atónitos, debaten qué hacer con la recién llegada. No les costó mucho decidirse. Tras ponerle Mary Rose, todos juran protegerla y cuidarla como si fuera su propia hermana. Así queda constituida una familia: los Clayborne. Los cinco se convierten desde entonces en hermanos, si no de sangre, de corazón.
Adam, el mayor de todos, es un esclavo buscado por la ley. Se le acusa de un crimen que no cometió. Aún así, su condición le hace vulnerable ante cualquier juicio. Por todo ello, los hermanos deciden viajar hacia el oeste y terminan asentándose en Montana, un territorio, que no un Estado, donde la ausencia de ley hace que sea el lugar idóneo para albergar tanto a bandoleros como a rechazados sociales. “Blue Belle” se convierte así en su nuevo hogar.
Diecinueve años después, gracias a la educación, el apoyo y el amor recibido por todos sus hermanos, Mary Rose Clayborne se ha convertido en una jovencita encantadora. Ama con locura a su familia y a la tierra que le permite obtener todo lo necesario para vivir. Da gracias por su maravilloso mundo, pues todo es perfecto tal y como está. Hasta que el abogado Harrison Stanford MacDonald, amigo de uno de los hombres más influyentes de todo Londres, lleva a su vida y empieza a trastocarla.
“Tiempo de rosas” es para mí uno de los libros que más me han gustado de Julie Garwood. Con sus 700 páginas, la historia te atrapa desde el principio. La señora Garwood ha creado, esta vez, una trama un poco más complicada de lo que a mí me tenía acostumbrada. La historia me parece realmente buena. Tanto el misterio del origen de la niña, la llegada del abogado, el encuentro con su supuesto padre, así como los asuntos legales a los que se tendrá que enfrentar el hermano mayor, Adam, y la incógnita sobre si llegaremos a conocer a mamá Rose, consiguen mantener la expectación durante toda la novela. Si bien es cierto que a mitad del libro el ritmo decae un poco, en no más de unas cuantas páginas Julie Garwood consigue devolverle la tensión con inquietantes situaciones.
El argumento se desarrolla, fundamentalmente, en el oeste de los Estados Unidos, aunque también hay un tramo de la novela ambientado en Londres. En el primer escenario, la autora nos ilustra las costumbres de un territorio sin ley, la peculiaridad de sus personajes, la desconfianza ante cualquier extraño, la facilidad con la que cualquier asunto se resolvía a punta de pistola y la tranquilidad con la que el pueblo reclamaba colgar a cualquiera que sobrepasase las difuminadas leyes. Tal descripción de la cotidianidad en el territorio queda manifestada no en extensas descripciones sino, más bien, en los diálogos entre personajes y en los asuntos o actividades que iban originándose acorde al hilo de la historia. Lo mismo ocurre con el contexto británico. Aprendemos los valores y principios de la sociedad londinense, tan distintos de los de la familia Clayborne, sus normas de etiqueta, la obligatoria necesidad de refinamiento, la moralidad y la discreción. Cada rasgo de esta exigente sociedad queda patente por las charlas de la implacable tía Lillian.
Hay alguna mención a la Guerra de Secesión que tuvo lugar una vez que los hermanos Clayborne se instalaron en Montana. Por ser un territorio alejado de la mano de Dios, la guerra no tuvo lugar en él. Por tanto, la autora hace pequeñas referencias a la evolución de la contienda mediante pequeñas cartas escritas por los niños a mamá Rose, la madre biológica de Adam.
Más que profundizar en el contexto histórico, Julie Garwood te prepara el ambiente en el que va a tener lugar la historia. Si bien es una pena no poder conocer más acerca de hechos históricos, tendremos que agradecerle que detalle tan acertadamente los escenarios que utiliza, pues se llega a entender perfectamente la mecánica de la sociedad descrita.
En cuanto a los personajes, me parece que ha logrado definirlos estupendamente. Se puede observar una verdadera evolución de los protagonistas principales. A pesar de no perder un ápice de su personalidad, Mary Rose ha pasado de ser prácticamente una niña a convertirse en toda una mujer. Este cambio ha sido totalmente progresivo pues lo único que ha cambiado ha sido la calidad de sus conversaciones, así como la de sus actos. Se ha vuelto más sensata, y toda una mujer a admirar por su valentía, aguante y comprensión.
Harrison MacDonald es el típico protagonista Garwood. El hombre es inteligente, algo arrogante y está seguro de lo que quiere y de cómo lo quiere. Harrison, todo un disciplinado joven que proviene de la protección de una acomodada casa en Londres, usa su inteligencia y su astucia para hacerse un hueco entre los establecidos habitantes. Si se me permite poner una pega diría que la autora, pretendiendo mostrar que la estancia del escocés en un peligroso territorio como Blue Belle ha hecho mella en él, se ha salido un poco de la primera imagen que le dio a este personaje. Pues, para mi gusto, en ocasiones le otorga comportamientos demasiado bruscos para su carácter inicial.
Aún así, me parece que Mary Rose y Harrison hacen una estupenda pareja. Ambos son personajes cercanos que han contribuido a que disfrute mucho con sus momentos a solas, los cuales me han resultado bastante naturales y entretenidos. Sólo decir que dado la longitud de esta novela, la autora podría haber incluido alguna escena más sin pillarse los dedos.
No puedo dejar de mencionar al resto de la familia Clayborne. Cada uno de ellos juega un papel muy importante en la historia y en la vida de Mary Rose. Adam, el mayor, es el más prudente y el que cuida de toda la familia. Cole es más tosco, aunque tiene un enorme corazón. Dada su habilidad con el revólver se siente obligado a ser el protector de sus hermanos. Douglas tiene conocimientos médicos y Travis una gran capacidad para conseguir todo lo que se propone. Cada uno de sus actos son coherentes con los roles que les ha marcado la autora. Son protagonistas realmente creíbles que han ayudado a que la historia sea mucho más amena.
La amplia gama de personajes, sobre todo ciudadanos de Blue Belle, que constituyen un grupo de lo más variopinto, ayudan a completar el marco de la historia. Y los graciosos y agudos diálogos entre todos ellos ponen el broche final a la novela.
Así pues, como se puede deducir, ha sido todo un lujo poder saborear esta novela tan entrañable, entretenida e inquietante de Julie Garwood. Esta vez, la excelente pluma de tan conocidísima autora me ha conmovido con la ternura de su historia. Su impecable narrativa me ha puesto los pelos de punta en varias ocasiones, cosa que últimamente no suele ocurrirme mucho, pues me he emocionado enormemente en algunos puntos de la historia donde se habla de la familia, la esclavitud o los reencuentros entre seres queridos. Como digo, “Tiempo de rosas” me ha brindado una lectura exquisita, y a su vez, me ha recordado una gran verdad que muchas veces dejamos olvidada: el prejuicio es producto de la ignorancia.
Nueva York, mediados del siglo XIX. Cuatro pillos encuentran a una recién nacida abandonada en un cubo de basura. El hallazgo será un acontecimiento clave que cambiará las vidas de los cuatro. Decididos a dar un hogar a la pequeña, se instalan en Montana, donde nadie hace demasiadas preguntas.
Después de jurarse lealtad forman un núcleo familiar que permitirá a la pequeña Mary Rose crecer y recibir una educación digna de una dama. La aparición en escena del abogado Harrison Stanford MacDonald cambiará también la vida de Mary Rose, que ya se ha convertido en una bella y atractiva joven. El misterio de su origen podría quedar resuelto poniéndola ante la disyuntiva de aceptar una nueva familia. ¿Podrá el amor fraternal frenar una pasión inesperada? ¿Logrará el hechizo de una mirada derribar tantas barreras?
Algo muy curioso me pasa con Julie Garwood. La gente que ha tenido oportunidad de conocer la obra de esta autora sabe que escribe historias dulces, frescas y divertidas. Sus novelas suelen ser bastante sencillas y, a mi parecer, están destinadas a hacernos pasar un buen rato. Sin embargo, hay ocasiones en que la señora Garwood me sorprende sobremanera regalándome novelas verdaderamente maravillosas y dignas de recordar. En mi opinión, “Tiempo de rosas” es una de sus obras de arte.
“Tiempo de rosas” es el primer libro de la Serie Clayborne. La historia comienza en Nueva York en el año 1860. Las calles de la ciudad se llenan por la noche de niños abandonados o huérfanos cuya única opción es buscarse su propia suerte. Un día, cuatro niños encuentran en la basura un bebé. Una niña. Atónitos, debaten qué hacer con la recién llegada. No les costó mucho decidirse. Tras ponerle Mary Rose, todos juran protegerla y cuidarla como si fuera su propia hermana. Así queda constituida una familia: los Clayborne. Los cinco se convierten desde entonces en hermanos, si no de sangre, de corazón.
Adam, el mayor de todos, es un esclavo buscado por la ley. Se le acusa de un crimen que no cometió. Aún así, su condición le hace vulnerable ante cualquier juicio. Por todo ello, los hermanos deciden viajar hacia el oeste y terminan asentándose en Montana, un territorio, que no un Estado, donde la ausencia de ley hace que sea el lugar idóneo para albergar tanto a bandoleros como a rechazados sociales. “Blue Belle” se convierte así en su nuevo hogar.
Diecinueve años después, gracias a la educación, el apoyo y el amor recibido por todos sus hermanos, Mary Rose Clayborne se ha convertido en una jovencita encantadora. Ama con locura a su familia y a la tierra que le permite obtener todo lo necesario para vivir. Da gracias por su maravilloso mundo, pues todo es perfecto tal y como está. Hasta que el abogado Harrison Stanford MacDonald, amigo de uno de los hombres más influyentes de todo Londres, lleva a su vida y empieza a trastocarla.
“Tiempo de rosas” es para mí uno de los libros que más me han gustado de Julie Garwood. Con sus 700 páginas, la historia te atrapa desde el principio. La señora Garwood ha creado, esta vez, una trama un poco más complicada de lo que a mí me tenía acostumbrada. La historia me parece realmente buena. Tanto el misterio del origen de la niña, la llegada del abogado, el encuentro con su supuesto padre, así como los asuntos legales a los que se tendrá que enfrentar el hermano mayor, Adam, y la incógnita sobre si llegaremos a conocer a mamá Rose, consiguen mantener la expectación durante toda la novela. Si bien es cierto que a mitad del libro el ritmo decae un poco, en no más de unas cuantas páginas Julie Garwood consigue devolverle la tensión con inquietantes situaciones.
El argumento se desarrolla, fundamentalmente, en el oeste de los Estados Unidos, aunque también hay un tramo de la novela ambientado en Londres. En el primer escenario, la autora nos ilustra las costumbres de un territorio sin ley, la peculiaridad de sus personajes, la desconfianza ante cualquier extraño, la facilidad con la que cualquier asunto se resolvía a punta de pistola y la tranquilidad con la que el pueblo reclamaba colgar a cualquiera que sobrepasase las difuminadas leyes. Tal descripción de la cotidianidad en el territorio queda manifestada no en extensas descripciones sino, más bien, en los diálogos entre personajes y en los asuntos o actividades que iban originándose acorde al hilo de la historia. Lo mismo ocurre con el contexto británico. Aprendemos los valores y principios de la sociedad londinense, tan distintos de los de la familia Clayborne, sus normas de etiqueta, la obligatoria necesidad de refinamiento, la moralidad y la discreción. Cada rasgo de esta exigente sociedad queda patente por las charlas de la implacable tía Lillian.
Hay alguna mención a la Guerra de Secesión que tuvo lugar una vez que los hermanos Clayborne se instalaron en Montana. Por ser un territorio alejado de la mano de Dios, la guerra no tuvo lugar en él. Por tanto, la autora hace pequeñas referencias a la evolución de la contienda mediante pequeñas cartas escritas por los niños a mamá Rose, la madre biológica de Adam.
Más que profundizar en el contexto histórico, Julie Garwood te prepara el ambiente en el que va a tener lugar la historia. Si bien es una pena no poder conocer más acerca de hechos históricos, tendremos que agradecerle que detalle tan acertadamente los escenarios que utiliza, pues se llega a entender perfectamente la mecánica de la sociedad descrita.
En cuanto a los personajes, me parece que ha logrado definirlos estupendamente. Se puede observar una verdadera evolución de los protagonistas principales. A pesar de no perder un ápice de su personalidad, Mary Rose ha pasado de ser prácticamente una niña a convertirse en toda una mujer. Este cambio ha sido totalmente progresivo pues lo único que ha cambiado ha sido la calidad de sus conversaciones, así como la de sus actos. Se ha vuelto más sensata, y toda una mujer a admirar por su valentía, aguante y comprensión.
Harrison MacDonald es el típico protagonista Garwood. El hombre es inteligente, algo arrogante y está seguro de lo que quiere y de cómo lo quiere. Harrison, todo un disciplinado joven que proviene de la protección de una acomodada casa en Londres, usa su inteligencia y su astucia para hacerse un hueco entre los establecidos habitantes. Si se me permite poner una pega diría que la autora, pretendiendo mostrar que la estancia del escocés en un peligroso territorio como Blue Belle ha hecho mella en él, se ha salido un poco de la primera imagen que le dio a este personaje. Pues, para mi gusto, en ocasiones le otorga comportamientos demasiado bruscos para su carácter inicial.
Aún así, me parece que Mary Rose y Harrison hacen una estupenda pareja. Ambos son personajes cercanos que han contribuido a que disfrute mucho con sus momentos a solas, los cuales me han resultado bastante naturales y entretenidos. Sólo decir que dado la longitud de esta novela, la autora podría haber incluido alguna escena más sin pillarse los dedos.
No puedo dejar de mencionar al resto de la familia Clayborne. Cada uno de ellos juega un papel muy importante en la historia y en la vida de Mary Rose. Adam, el mayor, es el más prudente y el que cuida de toda la familia. Cole es más tosco, aunque tiene un enorme corazón. Dada su habilidad con el revólver se siente obligado a ser el protector de sus hermanos. Douglas tiene conocimientos médicos y Travis una gran capacidad para conseguir todo lo que se propone. Cada uno de sus actos son coherentes con los roles que les ha marcado la autora. Son protagonistas realmente creíbles que han ayudado a que la historia sea mucho más amena.
La amplia gama de personajes, sobre todo ciudadanos de Blue Belle, que constituyen un grupo de lo más variopinto, ayudan a completar el marco de la historia. Y los graciosos y agudos diálogos entre todos ellos ponen el broche final a la novela.
Así pues, como se puede deducir, ha sido todo un lujo poder saborear esta novela tan entrañable, entretenida e inquietante de Julie Garwood. Esta vez, la excelente pluma de tan conocidísima autora me ha conmovido con la ternura de su historia. Su impecable narrativa me ha puesto los pelos de punta en varias ocasiones, cosa que últimamente no suele ocurrirme mucho, pues me he emocionado enormemente en algunos puntos de la historia donde se habla de la familia, la esclavitud o los reencuentros entre seres queridos. Como digo, “Tiempo de rosas” me ha brindado una lectura exquisita, y a su vez, me ha recordado una gran verdad que muchas veces dejamos olvidada: el prejuicio es producto de la ignorancia.
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