Sinopsis:
Ella era una dama convencional, él un ladrón singular… Constance Townley, la duquesa de Wellford, siempre había tenido un comportamiento impecable. Así que, ¿por qué de pronto sentía un salvaje deseo de rebelarse? Anthony de Portnay Smythe era una figura misteriosa.Un caballero de día que robaba secretos para el gobierno de noche. Cuando Constance encontró a un hombre en su dormitorio en mitad de la noche, su primer instinto fue pedir ayuda, pero algo la detuvo. El ladrón se disculpó y se despidió elegantemente, robándole un beso… Y Constance supo que ésa no sería la última vez que viera a aquel fascinante granuja…
Opinión:
Hay varias razones por las que esta novela consiguió atraparme en su trama. Moverse en el círculo de la alta sociedad, con sus rígidas costumbres, sus fastuosos bailes y sus visitas para tomar el té, siempre es un viaje apetecible. Pero aún más, cuando la autora me sorprende eligiendo a la protagonista femenina, como el personaje de alto standing, dejando al héroe en una posición bastante más humilde. Por otro lado estoy más acostumbrada a ver, como son ellas las que han amado durante años, así que cuando encuentro una novela en la que es él, el perpetuo, fiel y rendido enamorado, me gusta. Y si le añades misterio y dualidad a la construcción del personaje masculino, para que quieres más.La trama en sí es sencillita. Constance Townley, todo un epíteto de belleza, se casó jovencita con el correspondiente duque. La educaron para ello, y durante los años que duró su matrimonio, supo disfrutar de su posición y del afable consorte que le cayó en suerte. No tuvieron hijos y a él no le faltaron amantes, pero en cualquier caso, se portó con educación y discreción siguiendo las reglas sociales. Sin embargo a su muerte, pese a que él siempre le aseguró que no tendría por qué preocuparse por su futuro económico, Constance se encuentra en la necesidad de volver a contraer matrimonio.Dada su belleza pretendientes no le faltan, pero, desgraciadamente, las proposiciones que recibe no son matrimoniales, si no de otra índole. Entre los que la rondan se encuentra el canalla de turno que intentará por todos los medios hacerse con ella. El sujeto en cuestión no solo se dedica acosarla, también encuentra tiempo para intentar cometer un acto delictivo que nuestro héroe tratará de abortar.Sospechando de una posible relación amorosa entre el villano y la dama, Anthony de Portnay Smythe recibe órdenes de espiarla, sin perder de vista, en ningún caso, a su objetivo principal. De esta forma entran en contacto Constance y Anthony y a partir de ese momento, paso a paso, él se convertirá en su paladín y ella descubrirá las razones del corazón...Lo que llama la atención de esta novela no es la trama, si no poder disfrutar de su protagonista: un pícaro y seguro ladrón que es un tímido e indeciso enamorado.Esta es una de esas novelas en las que se nos narra un amor generoso, constante pero cargado de dudas. La historia de un reencuentro, aunque su protagonista femenina no sea consciente de ello.Al ser una novela corta no se puede esperar profundidad, pero es amena y tierna. No le falta su puntito pasional, ni el toque de humor que consiga que esbocemos una sonrisa. El malo es infame; el héroe es inteligente, valiente, viril, y un perfecto caballero pese a su ocupación; la dama es práctica y bella; y los secundarios, pese a lo corto de su papel, saben dar la talla.Una relación amorosa es una novela sencilla y bonita. A mí me sorprendió, para nada esperaba encontrarme con un ladrón como Anthony de Portnay Smythe…
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