De lo único de lo que se hablaba en Virgin River era de que un desconocido había comprado la iglesia abandonada del pueblo. Al comprador, le pasaba lo mismo que al edificio: le hacía falta que lo cuidaran.
Noah Kincaid llegó a Virgin River listo para ponerse manos a la obra y dar vida a su flamante adquisición, pero para ello iba a necesitar ayuda.
Puso un anuncio en el periódico y se presentó una extraña candidata. Con su ropa de colores chillones y su peculiar pasado, Ellie Baldwin no parecía adecuada para el puesto. La bella y descarada Ellie necesitaba un trabajo respetable para recuperar la custodia de sus hijos. Su valor y su determinación fascinaron a Noah. Ella podía ser el soplo de aire fresco que tanto necesitaba.
Quizá procedieran de mundos distintos, pero tenían muchas más cosas en común de lo que cualquiera de los dos podía imaginar. Y en Virgin River la felicidad siempre era posible.
Robyn Carr vuelve a envolvernos con la narración costumbrista de la vida en un pequeño pueblo y al mismo tiempo con el relato de una historia de amor cuyos protagonistas, en principio, no podían ser más opuestos.
La combinación de una madre con hijos de diferentes padres que ha trabajado en un bar nocturno y un pastor de la iglesia, cuanto menos, resulta chocante. Pero como bien puede pasar en la vida real, ni el pastor es tan santurrón como nos podría dar que pensar su ocupación, ni la joven es tan ligera, como su apariencia y circunstancias parecen indicar.
Tanto Noah como Ellie arrastran un pasado difícil. Ir descubriendo los motivos que han hecho de ellos las personas que son, conocer la necesidad, generosidad y entrega que guardan en sus corazones, palpitar con el derroche de sentimientos y experiencias de vidas que atesoran, y ver como enfrentan su futuro, ha resultado tan conmovedor, trágico y divertido como nos pueda resultar la vida misma.
Robyn Carr ha conseguido crear una protagonista femenina digna de admiración. Normalmente centramos nuestra atención en el héroe romántico y sin embargo, en esta novela, Ellie ha sido quien me ha deparado mayor sorpresa. Y no porque Noah no reúna las cualidades suficientes como para no encandilar a cualquier mujer, al fin y al cabo, el cóctel de un físico de infarto, una voluntad de hierro, un corazón de oro y un toque de pasión e instinto animal, puede ser y de hecho lo es, devastador. Sí, Noah es estupendo. Pero Ellie es… tan sorprendente como admirable.
Noah y Ellie constituyen una pareja estupenda y viene rodeada de unos secundarios ricos en matices, y para bien o para mal, creíbles y humanos.
A este lado del paraíso es una novela que posee multitud de tonalidades. Y como en la mayoría de las obras de esta autora consigue crear un halo de esperanza y buena voluntad en nuestros corazones. Hay momentos para la risa y también para la tristeza, con ella viviremos dudas y certezas, contención y pasión. Es una novela romántica en cierta forma arriesgada, pero que consigue convencer. Y eso que para mí, criada en otro tipo de sociedad, conjugar la imagen de Noah como hombre y pastor no me resultara sencillo.
De cualquier forma, el resultado final ha sido el de una lectura amena y rica, de sencilla narrativa y cargada de humanidad. Sin duda merece la pena darle una oportunidad.
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