Cuando estaban en el
instituto, Cade Gallari había anunciado públicamente que se había acostado con
Ava Spencer, «la chica gorda», para ganar una apuesta. Una década más tarde,
Ava ya no era la chica ingenua y soñadora que una vez había sido; y se propuso
demostrarlo cuando Cade, más guapo que nunca, regresó a la ciudad con una
oferta que no pudo rechazar.
Convertido en
productor de documentales, Cade iba a rodar un programa sobre la misteriosa
mansión que Ava había heredado. Y quería que ella fuese su asistente personal.
Ava era lo suficientemente profesional como para estar a su disposición sin
darle todo lo que deseaba. Como tenerla de nuevo en su cama. Pero no contaba
con la determinación de Cade. Porque él nunca se había olvidado de ella, y no
le importaba jugar sucio con tal de conseguir una segunda oportunidad...
Esta es una de esas novelas ligeras que sirven para pasar un
rato entretenido sin mayores pretensiones. Es la historia de un rencuentro
donde el elemento XY de la pareja asume la culpa y el XX no está dispuesta ni a
perdonar ni mucho menos a olvidar. Así que para aquellas a las que les guste que
el protagonista masculino tenga que ganarse a la esquiva fémina, sufriendo su correspondiente cantidad de celos añadida e
intentando sortear lo mejor posible las femeninas artimañas del despiste, se
pueden dar por satisfechas, ya que será ligera pero la novela puede resultar de
lo más amena.
No faltan las escenas donde brilla la camaradería y el buen
humor entre amigas incondicionales, ni la parte de pensamientos lujuriosos
entre los protagonistas. Por no faltar, no falta ni una pequeña intriga de
complemento. Los personajes están
construidos buscando nuestra sonrisa y hay para todos los gustos. Pero no os
equivoquéis, porque memorable no es, le faltan páginas y profundidad. Y la
trama resulta demasiado sencilla y es del todo predecible. Aun así, como no
solo del pan vive el hombre y no siempre se tiene cuerpo ni tiempo para centrarse
en obras de mayor peso, no viene mal tener a mano una que pueda cumplir
nuestros sencillos deseos de evasión sin más.
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