Desde niña, Sally Howlett está enamorada de la ópera, pero por indicación de sus padres, que expresamente le indican que se olvide de nada que tenga que ver con ese arte escénico, ha tenido que renunciar a hablar de ello con nadie. Es por eso que el amor y la pasión que Sally siente por este género, es su más profundo secreto.
Con ella, sus padres y su hermano, vive su prima Fiona, una niña huérfana cuya pasión es el ballet. Las dos pequeñas se crían como hermanas y son las mejores amigas. Años más tarde se independizan y viven juntas y trabajan las dos en la Royal Opera House, Sally como sastra y su Fiona como bailarina.
Todo es maravilloso para Sally, porque a pesar de que canta a escondidas y a nadie hace partícipe de su afición, vive por y para la ópera y rodeada de su esencia.
La compañía lírica viaja a Nueva York y es allí donde Sally y toda su vida cambia para siempre. Cuando regresa a Londres vuelve con un corazón roto y una solemne promesa por cumplir: matricularse en la escuela de ópera.
Me llamó la atención este libro porque la ópera me apasiona, y aunque el único conocimiento que tengo de este género es el placer infinito que me produce verla y oírla, cuando veo o escucho la palabra «ópera» ya se despierta mi curiosidad. Así que al leer la sinopsis de este libro, no me quedó más remedio que leer la novela.
Nada más empezar la lectura, ya nos damos cuentas de que va a ser un libro de esos que se viven en presente y pasado. Los capítulos se suceden avanzando en el tiempo real y rememorando lo que pasó ayer. Todo lo que envuelve el presente está sujeto y relacionado con lo que ocurrió. Los personajes protagonistas de la historia de amor son Sally y Julian, pero la novela es mucho más que su romance y sus vivencias, y los personajes son también muchos otros además de ellos.
Algo pasó en Nueva York y muchos de los actores de la trama han roto las relaciones que había entre ellos a consecuencia de lo que quiera que sea que ocurrió. Poco a poco vamos viendo entrar nueva gente en la vida de Sally que la ayuda a seguir adelante, a madurar, a crecer como persona, a creer en sí misma, a afrontar sus miedos y sus anhelos. Al mismo tiempo se reencuentra o enfrenta con su gente del pasado, gente a la que quiso y a la que aún quiere o desprecia. Ahora, por ejemplo, odia a Julian, un héroe romántico adorable y maravilloso, pero que tal y como están las cosas en el presente y como se empieza a ver que estuvieron al final en el pasado, todo está ahora en su contra. Pero ayer lo amó hasta la locura y lo dejó ir…
Algo muy original de la novela y desde mi punto de vista todo un acierto, es que está escrita como si fuera una ópera. Comienza con la obertura y se va desarrollando en actos y escenas. Como muchas de las óperas, la trama va transcurriendo como una tragicomedia. Tiene bastantes golpes de risa y mucha pena y desventura también, por lo que te preguntas si al final la historia va a acabar como «el rosario de la aurora» o van a ser felices para siempre.
No soy lectora de chick lit. La verdad es que hasta ahora, todo lo que he leído de este género, que no ha sido mucho, no me ha gustado y más de un libro me ha parecido una soberana estupidez, pero esta novela, aun sabiendo que pertenecía a este género, he querido leerla y estoy encantada de haberlo hecho. Ahora es cuando comprendo a las defensoras del chick lit inglés alabar las peculiaridades de este tipo de literatura. Y es que novelas como esta, con trasfondo, con trama, sustancia, personajes trabajados y buena escritura, yo las leería encantada de vez en cuando.
Es este un libro divertido y conmovedor que encierra entre sus páginas, además, el drama y la sensibilidad que contiene la ópera. Cuando acaba, cuando cae el telón, sientes que has disfrutado de una historia diferente, pero que en este caso, además, ha venido acompañada de una banda sonora magnífica. Me ha encantado esta novela.
NOTA: Los personajes, al final del libro, tienen que representar La Bohème, una ópera que he visto tres veces, que fue la primera ópera a la que asistí y que quizá por eso la adoro, así que no voy a contaros cómo hemos vivido mi imaginación y yo la última escena: los pelos como escarpias.
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