Libro 3º de la serie Daringham Hall
Última y esperada entrega de esta trilogía. Reconozco que las dos entregas anteriores no se han convertido en novelones, tenían hojas de más, algunas escenas alargadas en exceso, pero a pesar de ello, quería saber cómo terminaba esta serie y ahí que me fui a leer el último libro.
Ben se ha hecho cargo de Daringham Hall, ha vendido las acciones de su empresa para pagar el préstamo más urgente y ahora trata de rentabilizar la mansión familiar. Además de abrirlo a las visitas y excursiones, de las que David disfruta haciendo de guía en la casa, también ha decidido construir cerca de la casa y los establos, en el antiguo granero, una cafetería donde las visitas podrían tomar un té o degustar el vino producido en la propiedad, así como una pequeña tienda donde se venderían productos cultivados en Daringham Hall y de los agricultores cercanos.
Hasta que un inesperado incendio a dos meses de su inauguración mina la moral de muchos y sobre todo de Ben. Kate siente que Ben no se implica emocionalmente, como si no quisiera dejar huella de su estancia en la mansión. Además de las continuas discusiones por Devil, un caballo semi salvaje que Kate está intentando reeducar. Durante el incendio, Kate arriesga su vida para salvar al animal lo que provocará un provocará más problemas en su relación.
Aunque las dos primeras entregas no me emocionaron, esperaba que ésta, al ser la última, me gustaría bastante más, pero debo decir que ha sido más de lo mismo. Lo que más me ha llamado la atención es que, para mi gusto, no todo se queda cerrado, hay detalles que se pierden entre sus páginas. Por ejemplo, esperaba que al menos se dijera algo del último hijo de Sir Rupert, ese que vendió un trozo de terreno al vecino y que desembocó en enfrentamientos desde hace años. Tras acabar los tres libros he comprobado que ese personaje se lo ha sacado la autora de la manga para su beneficio. Así como Devil, el caballo que está intentado educar Kate y que provoca más de una discusión entre los protagonistas, después del incendio no vuelven a nombrarlo y me he quedado con las ganas de saber si al final sigue siendo semi salvaje o se convierte en la joya del establo.
En cuanto a los personajes de la novela: Kate en las novelas anteriores me parecía un personaje demasiado sencillo, sin chispa, pero es que en esta novela aún me ha parecido más plana, no lucha por Ben, ni por lo que quiere, simplemente se deja llevar. En cuanto a Ben, mira que he intentado que me guste este personaje, en las dos novelas anteriores no es que me disgustara pero estaba carente de fuerza, pero en esta entrega aún me ha parecido más simplón y, en mi opinión, no ha conectado con el lector. En cuanto al resto de personajes, lamentablemente Tilly y Peter salen poco, aunque sus escenas son de lo mejor de la novela. David y Anna también tienen algún momento de dificultad a lo largo de la última entrega. De esta pareja no voy a decir más ya que me reafirmo en lo que comenté en las dos entregas anteriores.
Una novela, o más bien una trilogía porque se puede añadir a las otras dos, sin chispa, parece escrita con todos los tópicos posibles para agradar al lector pero sin pasión, con una descripción fría de los sentimientos, personajes planos, sin profundidad, alguna que otra relación forzada y una trama que se puede resumir en tres frases, una por cada libro.
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