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viernes, 27 de enero de 2017

Trazos secretos, de Díaz de Tuesta

Richard Arlington abandonó el Servicio Secreto inglés cuando tuvo que asumir el título de Duque tras la muerte de su hermano mayor. No echaba de menos aquella vida y no deseaba volver a ella, pero cuando su hermano menor, Charles, es asesinado, no le queda más remedio que hacerlo. Charles murió mientras investigaba la posibilidad de que un pintor español fuese «la Sombra», uno de los espías más activos y sanguinarios de los últimos tiempos. Richard deberá descubrir la verdad, a pesar de su relación con Ana, la hija del pintor, a la que conoció en Madrid varios años antes y a la que nunca ha olvidado...

Por su parte, la vida de Ana nunca fue fácil. De familia humilde, el ascenso de su talentoso padre en una Corte española socavada por las intrigas, solo les deparó problemas. Conoció a Richard en un momento difícil, cuando tenía el corazón roto por su primer amor. Luego, ya no pudo apartarlo de sus pensamientos.

El reencuentro de ambos y los sucesos siguientes envueltos en un entramado de pasiones, intrigas, sospechas y reproches, será el principio de un largo camino, complicado y oscuro.

Sin embargo, no se puede luchar contra los impulsos del corazón.
..

Intentaré que esta crítica no me quede excesivamente larga, pero es que la novela tiene infinidad de puntos para analizar y no quiero olvidarme de los más importantes.

La historia: nos sitúa en el Madrid de 1870, aunque después se desarrolla en Inglaterra, Italia e incluso en Kaifar, un pequeño reino árabe en el Mediterráneo.
Ana tiene solo diecisiete años cuando conoce a Richard, un hombre que de inmediato se gana su atención por su porte misterioso. Tras sacarla del atolladero en que se encuentra, intentando librarse del acoso de un desalmado, acaban teniendo un tórrido encuentro que les deja marcados a ambos. Porque a pesar del tiempo, no se olvidan.

Andrew, el duque de Oxford, hermano mayor de Richard, muere en un accidente de caza, y Richard se convierte en el nuevo duque, por mucho que le moleste. Y entonces, una nueva desgracia viene a ensombrecerle la vida: su hermano Charles ha sido asesinado, se ha encontrado su cuerpo con un disparo en el corazón. Se entera entonces de que Charles actuaba como agente de la Corona, y se culpa de su muerte porque al abandonar él el servicio activo, donde le conocían como El Cazador, el gobierno toma en su lugar al hermano.

Y hasta ahí puedo contar, salvo decir que la novela está repleta de giros inesperados que te mantienen en tensión, y deseando saber qué es lo que va a pasar.

La ambientación: es realmente buena, y he agradecido guiños a lugares emblemáticos, como el antiguo Café y Botillería de Pombo, ya desaparecido, que estaba cerca de la Puerta del Sol, famoso por su leche merengada y donde acudía a tertulias D. Ramón Gómez de la Serna, o introducir a personajes como Prim, Sagasta, O'Donnell, Alfonso XII y algunos otros, ya que hace más real la historia y nos sitúa en el tiempo. Las descripciones de Kaifar, espléndidas, te permiten conocer vida y costumbres de un país árabe. La autora relata con igual y depurado estilo un barrio árabe o un salón de la alta sociedad. Es magnífica narrando, porque es amena y no abruma por el exceso de datos, pero te sitúa y lo visualizas todo a la perfección.

La trama: es compleja, pero trepidante y absorbente. La novela te atrapa desde el inicio, porque ha sabido muy bien cómo ir dando las dosis justas de misterio, intriga, escenas románticas y enfrentamientos verbales, intercalando acción y pasión fifty-fifty. Espías españoles, espías ingleses, secretos de estado, mensajes encriptados en los cuadros, tensiones, mentiras, crímenes para silenciar el descubrimiento de ciertos enigmas, chantajes, venganzas y, como no podía ser menos, aventura y romance a raudales. Siempre hay un hilo del que tirar y la historia da mil vueltas que te dejan atónita. Hay incluso un ataque pirata en medio del mar, narrado de forma impresionante. La narrativa es tan rápida y suceden tantas cosas, que no te dejan descansar un segundo desde que empiezas a leer.

El personaje de Ana: me ha encantado. Española por los cuatro costados, es una muchacha que ha sufrido la desaparición de su madre y soporta con estoicismo el declive de su padre por culpa del alcohol. Tiene un carácter férreo, no se deja amedrentar ni por un duque, tanto que incluso le reta a un duelo; su lengua es rápida y su inteligencia poco común. Para ella las normas hay que seguirlas... hasta cierto punto, y desde luego en Kaifar no está dispuesta a dejarse apabullar, aunque sea ante el mismísimo dey. Su valentía la lleva a meterse, una y otra vez, en mil situaciones comprometidas y peligrosas.

El personaje de Richard: es terco, orgulloso y frío, aunque adora a su familia, tanto inglesa como musulmana. Su personalidad ha sido moldeada por una crianza entre dos mundos: Kaifar, la tierra de su madre, e Inglaterra, la de su padre. Y actúa de un modo u otro, dependiendo de lo que más le conviene. Puede ser un amor, un hombre que dedica tiempo y dinero a instituciones benéficas, o un despiadado agente de la Corona capaz de matar con sus propias manos. Quiere a toda costa vengar la muerte de su hermano Charles, y si para ello debe pasar por encima de Ana, lo hará. Bueno, eso es lo que se propone al menos, aunque ya imaginaréis que no lo consigue porque el amor hace estragos.

Los secundarios: certeros, completos y auténticos. Igual da uno que otro. Omar, Noor, el hombre de confianza de Richard, el sobrino, Regina, lady Arlington, los asesinos... No voy a nombrar a todos, son muchos y variados, pero no quitaría a ninguno. Aunque unos tienen más fuerza que otros, como en cualquier novela, todos y cada uno de ellos son imprescindibles en el argumento. Desde luego, uno a destacar es el padre de Ana.

Los diálogos: son estupendos, cuidados, chispeantes e incluso picantes en algunos momentos. En otra ocasiones, sin embargo, son serios y tocan temas de gran importancia que te hacen pensar. Cuando se enfrentan Ana y Richard se disfruta y bien de esos «toma y daca», porque si uno dice la otra replica, y las insinuaciones son constantes. Desde el primer momento en que vuelven a encontrarse saltan las chispas y la atracción se palpa. Además, las creencias de Ana, preocupada por el bienestar del pueblo, lo que la acerca casi al sentir republicano, choca de pleno con las de Richard, príncipe en Kaifar y duque en Inglaterra. Es una relación amor-odio de lo más interesante, donde tan pronto se encuentran en uno u otro lado de la cuerda.
Voy a poner nota alta a una conversación entre Cruz-Ortega padre y Richard, durante la travesía en barco. No tiene desperdicio: es un análisis crítico de la gente que tiene poder, de lo que se puede hacer por los desfavorecidos, y de la situación política en España en esa época.

El final: ¡ni me lo podía imaginar! Simplemente estupendo.

En resumen: una novela de intriga, espionaje del bueno, aventuras y romance. Acción, acción, acción. Si la dejáis escapar, si no la leéis, estaréis cometiendo un error muy grave. Para mí es lo mejor que se ha escrito en novela romántica histórica desde hace mucho tiempo. Os la recomiendo especialmente a quienes añoráis las novelas con sustancia, con enjundia; las novelas en las que se cuida el lenguaje, la Historia, la trama, los sentimientos...

De verdad, creedme si os digo que esta novela es magnífica.

 

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