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El viaje hacia una nueva vida de la protagonista se convierte en el descubrimiento de un mundo totalmente diferente, donde la amistad, el cariño, la diversión, la rivalidad y un amor inolvidable son la prueba de que vivir con la persona adecuada puede ser mucho más.
Lena ve cómo su vida se derrumba tras la muerte de su padre, al que estaba muy unida. A solo cinco meses de su boda con Alberto, Lena se deja llevar aconsejada por su madre y por su novio. Hasta que el día antes de la boda descubre algo que la impulsa a dar un cambio radical a su vida. Sin pensárselo dos veces compra un billete para Buenos Aires decidida a dar carpetazo a todo lo que deja atrás.
Pero la llegada no será tan idílica como pensaba... sola, sin dinero, sin nada, llega guiada por el delicioso olor que sale de ese pequeño bar, "El Fin del Mundo". Lena, artista por vocación, se queda embobada con las filigranas que cubren las ventanas. Hambrienta, desesperada y algo intimidada por el gesto del camarero, Lena se adentra en el bar y pide lo mismo que los dos únicos ocupantes del local. Lo difícil llega a la hora de pagar.
Alex Lagar heredó el bar de sus padres, así como “el conventillo”, el edificio donde está situado, con un patio interior y varias viviendas a su alrededor. Aun en contra de su propia opinión, Alex le ofrece un lugar para pasar la noche a Lena. Así, poco a poco Lena se convertirá en su nueva camarera. Además de Alex, que vive encima del bar, en el conventillo vive Hilda Massardi, antigua estrella de los años cuarenta y cincuenta, y podría decirse, que el familiar más cercano de Alex. Además están los ancianos Bukowski y Goldstein, para mí, el alma de esta novela y clientes asiduos de El Fin del Mundo. Vaya par, estos sí que te roban el corazón sin darte cuenta. Entre sus discusiones, sus pullas, sus consejos, sus ideas asombrosas y su forma de ser, encandilan a Lena y a todo lector que los conozca. Lena retomará su pasión por el arte, un día, en la feria del barrio conoce a Aurora, una experta matera y mujer excepcional.
Lena se va integrando cada vez más en la vida del conventillo; se divertirá con los dos ancianos, disfrutará de las vivencias de la señora Massardi, y recuperará las ganas de dirigir su propia vida. Hasta que descubre que todo lo que ha amado Alex; el bar y el conventillo, está a punto de perderlo.
La relación entre Alex y Lena al principio es tensa y bastante fría, ella solo ve esa expresión ceñuda en su jefe y Alex no sabe cómo alejarse de Lena. Menos mal que los dos ancianos no pierden oportunidad para torturar un poco a Alex y darle ánimos a Lena.
Qué historia tan bonita y con unos personajes que llegan al corazón. Me ha encantado de principio a fin. Ha sido empezar a leerla y no poder dejarla. La ambientación, los personajes, el trasfondo de varios aspectos de la novela y los diálogos son la combinación perfecta para una novela que atrapa nada más leer el primer capítulo. Alex, es un hombre torturado por su ideal del amor y por la vida de sus padres, hasta que llega Lena y vuelve su vida patas arriba. Lena, por su parte, nunca ha presenciado un amor tan indestructible como el que descubre en Buenos Aires. Llega destrozada anímicamente y se encuentra a sí misma y su verdadero camino en un pequeño bar plagado de turistas.
Hacía tiempo que no leía una novela en la que no hay protagonistas y secundarios, sino que todos los personajes son una parte fundamental de la misma. Esos ancianos te roban el corazón, Aurora transmite alegría y optimismo cada vez que aparece y la señora Massardi es una anciana dulce y perspicaz que ha tenido la vida más intensa que se pueda llegar a tener.
Como única pega a esta novela debo decir que, y esto es una opinión muy personal, ese encuentro en el aeropuerto me ha parecido demasiado exagerado, la verdad. Un final de película Hollywoodiense que, sinceramente, no me ha gustado nada. Es lo único negativo que tengo que decir de esta novela que, en todo lo demás, me ha parecido una preciosa historia de amor con un trasfondo que emociona y una ambientación que a mí me ha fascinado.
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