Tormenta de pasiones, de Mary Jo Putney

Nicholas, el actual conde de Aberdare ha llegado a la casa señorial hace pocos días, y ya está deseando marcharse de allí. Se plantea incluso vender la propiedad y enterrar los fantasmas que lo persiguen desde hace años. Su infancia fue feliz hasta que a los siete años su madre gitana lo llevó a vivir con su abuelo, aristócrata inglés, que lo aceptó en su casa al ser su único heredero, pero que siempre lo despreció por ser medio gitano. Ahora, el conocido como Conde gitano es un hombre solitario, algo huraño y que se escuda detrás de su mala reputación para esconder una vida casi vacía. Hace unos años la muerte de su abuelo y de la mujer de Nicholas, acontecida en la misma noche, dio pábulo a todo tipo de rumores.

Clare, hija del anterior párroco es la actual maestra de la escuela. Sufre al ver la decadencia y la miseria en la que poco a poco va cayendo el pueblo. Además de las muertes frecuentes que suceden en la mina de carbón. Cuando Clare descubre que el conde gitano ha regresado no duda en acudir a él para que se involucre en la comunidad y frene tanta desesperación. El tesón de Clare y su manera de exponer la situación actual del valle sorprende a Nicholas, que le propondrá un trato. Lo que Clare no imaginaba es que él le iba a pedir su tesoro más valioso; su reputación.

Nicholas, seguro que ella no aceptará el trato y divertido por la actitud resuelta de la joven, le propone pasar tres meses en su casa, a su entera disposición. Aunque no le toque ni un pelo en el pueblo las habladurías podrían destruir su reputación. Clare, para asombro de ambos, acepta. A partir de ese momento Nicholas verá con sus propios ojos el estado de la mina, que aunque pertenece a su propiedad está alquilada a un antiguo amigo de la infancia, Michael Kenyon, otro de los Ángeles caídos. Clare deberá enfrentarse a su propia comunidad para que comprendan por qué se ha mudado a Aberdare. Su reputación sigue intacta pero los besos que le da el conde la arrastran a un mar de dudas. Gracias a él Clare verá la vida con otros ojos, aprenderá a disfrutar incluso de los placeres más pequeños que la vida pone a su alcance.

La joven irá descubriendo al verdadero Nicholas y entre partidas de billar y paseos por la propiedad, se irá forjando una sólida amistad. En Londres, Nicholas se rencontrará con los otros tres integrantes de los ángeles caídos. La relación con Rafe y Lucien será tan amistosa como en su juventud, pero con Michael, héroe de guerra, esa amistad ha desaparecido totalmente. Parecen más enemigos que antiguos compañeros. El por qué del odio de Michael será un enigma casi todo el libro.

Intrigas, robos, accidentes, partidas de billar y pasión, todo eso y más he encontrado en este libro. Los protagonistas no podrían ser más opuestos, o esa es la apariencia que en un principio nos quiere dar la autora, porque conforme avanza la novela vemos cómo se complementan a la perfección. La ambientación es excelente, las descripciones de la mina y la maquinaria usada para transportar el carbón consigue que el libro sea muy interesante sin caer en el exceso.

Debo reconocer que esta novela me ha sorprendido muchísimo, por lo bien escrita que está, por la trama tan bien narrada que tiene, por sus personajes y por lo cuidada de la ambientación. He disfrutado mucho con esta novela y estoy deseando leer los libros de los otros Ángeles Caídos.

Excelente.