¿Qué sucede cuando un soltero despreocupado, poco respetable y sin un penique se ve obligado a encontrar esposa rápidamente? Que contrata a una casamentera, por supuesto. ¿Qué sucede cuando la casamentera no quiere ayudarle? Bien, pues que empieza la diversión...
Nicholas Stirling, Marqués de Trubridge, ama su vida tal como es: disoluta, escandalosa, y terriblemente divertida. A su padre, el Duque de Lansdowne no le divierte en absoluto, y cuando pone fin al fideicomiso de Nicholas, el marqués amante de la diversión se ve obligado a encontrar una fuente alternativa de ingresos, en otras palabras, tiene que casarse con una heredera.
Toda heredera americana de nueva fortuna sabe que Lady Belinda Featherstone es la llave para la aceptación social. Una vez ella misma fue una don nadie de nueva fortuna, y Belinda descubrió de primera mano qué desgarrador puede ser el juego del amor y el matrimonio después de que con un réprobo conde británico se casara con ella por su dinero. Ahora una viuda respetable, Belinda se ha convertido en la casamentera más exitosa de toda Inglaterra, guiando a las jóvenes herederas americanas a través de los peligros de la temporada en Londres y ayudándolas a encontrar maridos dignos de ellas.
A sus ojos, el Marqués de Trubridge no es nada más que un granuja cazafortunas y no tiene intención de permitir que su encanto le abra el camino hasta el corazón de una jovencita americana, ni al suyo propio.
Lady Belinda Featherstone fue en su día una rica y joven casadera americana que se enamoró perdidamente de un lord inglés y con el que se casó convencida de su amor. No tardó nada más que el tiempo necesario para que el matrimonio fuera consumado en enterarse de que su idolatrado marido se había casado con ella únicamente por su dinero. Un dinero que dilapidó dejándola en la miseria.
Años más tarde, viuda y con una reputación intachable, se ha convertido en casamentera y se dedica a buscarles un marido con título a ricas jovencitas americanas tratando de que su matrimonio sea más afortunado que el suyo y, sobre todo, no dejándolas desprotegidas económicamente en la firma del acuerdo matrimonial.
Belinda vive por y para el trabajo que desempeña y por tanto lleva una existencia anodina, libre de emociones y entregada a su oficio en cuerpo y alma, tratando de que nada ensucie su fama y buen nombre, ya que de eso depende la buena marcha de su lucrativo negocio.
Nicholas, marqués de Trubridge, es un hombre de treinta años cuya reputación se vio empañada cuando era tan solo un jovenzuelo. Desde entonces, poco le ha importado lo que la alta sociedad piense de él y mucho menos su odiado padre, por eso, sin arrepentimiento alguno, se ha empeñado en fomentar su mala fama.
Pero su padre acaba de retirarle su estipendio mensual y tampoco puede disponer del dinero heredado de su madre porque el control del mismo está en manos de su progenitor. La condición que este le impone para volver a gozar de su sueldo es contraer matrimonio con la mujer que él ha elegido.
Nicholas no piensa ceder a los requisitos de su padre, por lo decide casarse por dinero. Sin embargo, tiene toda la intención de ser honesto con su futura novia e informarle de su necesidad económica, y desde luego, solo se casará con una mujer por la que sienta un mínimo de afecto y que le agrade.
Llegados a este punto, el marqués de Trubridge busca una casamentera... y la encuentra, pero ella no está por la labor de ayudar a un libertino como su difunto esposo, y además, le pone la zancadilla.
Por fin otra novela de Laura Lee Guhrke, ¡ya era hora!
Como es lógico, en la pequeña presentación que he hecho del inicio de la historia queda claro por dónde van a ir los tiros, pero obviamente, para llegar al final feliz han de pasar muchas cosas.
Belinda es una mujer seria, estirada y desconfiada... por fuera.
Nicholas es un hombre de principios, leal, bueno y cabal... por dentro.
El padre de Nicholas es un capullo... por dentro y por fuera.
Y con estos tres personajes y todos los demás secundarios, la autora nos ofrece la primera novela de su serie «Una heredera americana en Londres».
Como siempre, la escritura es buena y su manera de narrar y de contar la historia, fantástica.
Los personajes son atractivos y fáciles de entender, a pesar de que empatices más con uno que con otro en determinados momentos dadas las circunstancias y porque, claro, tú estás viendo y sabes por lo que pasa y ha pasado cada uno.
Los diálogos ingeniosos y llenos de picardía y sorna, por lo que resultan una delicia y hacen muy amena la lectura.
Lo cierto es que aunque En busca de una dama es una lectura bastante sencilla y superficial, a mí me ha resultado de lo más entretenida y agradable y me ha dejado con unas ganas tremendas de leer el próximo libro de la serie, que si no me equivoco, nos va a contar la historia de uno de los personajes secundarios de este libro: una duquesa nacida en Estados Unidos cuyo marido, un duque inglés, se casó con ella por su dinero y desapareció de su vida a los pocos días para marcharse a África. ¡Tiene una pinta estupenda!
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