Hacía tiempo que no tropezaba con una sinopsis tan poco fina. Rhiannon es la prima y ahijada del rey sajón, Alfredo de Wessex. En cuanto a Eric de Dubhlain, la herencia vikinga le viene por su padre noruego. En la novela, los invasores sanguinarios son los vikingos daneses. El rey inglés solicita ayuda a uno de los reyes de Irlanda, concretamente a Olaf de Dubhlain. Éste envía al rescate a su segundo hijo, Eric. Tanto su aspecto como el de muchos de sus hombres, es inconfundiblemente nórdico. Si unimos esto, a que surcan los mares a bordo de naves con dragones en la proa, no es de extrañar que les confundan con salvajes vikingos. A su llegada a la costa inglesa, se produce un malentendido. La señora del lugar y sus vasallos, creyendo que se avecina un ataque, les reciben con una lluvia de flechas y de aceite hirviendo. El príncipe irlandés entra en la ciudad a cuchillo y fuego. Los mejores hombres de lady Rhiannon están con el rey y la batalla termina, casi antes de empezar. Rhiannon, cuyo manejo del arco no tiene parangón, consigue herir al rubio vikingo y escapar hacia al bosque. Emprende la búsqueda del ejército de Alfredo de Wessex para avisarles de que han sido atacados. Cuando llega al campamento de su primo y explica lo ocurrido, no la reciben precisamente con flores. El rey está furioso y teme la reacción de Eric. Para compensar la afrenta recibida, ofrece a su prima en bandeja de plata. Es vox populi, que Rhiannon está enamorada de Rowan y que éste la corresponde. No obstante, sus súplicas caen en saco roto y acaba prometida con el príncipe irlandés.
La noche de bodas es de órdago y al día siguiente, Eric parte al encuentro de los daneses. No sin antes, batirse en duelo con Rowan. Atrás quedan su esposa y sus problemas conyugales. Rhiannon está llena de ira y rencor. No puede perdonar a Alfredo y está decidida a no someterse. Después de la escaramuza, el príncipe regresa a por su botín y juntos, regresan al hogar arrasado de Rhiannon...
No sigo con el resumen porque me embalo y quizá cuente demasiado. Sólo añadir que entre los daneses, los traidores y su mujer, el pobre Eric no tiene un momento de respiro. Cada día, desde el desayuno hasta la cena, debe de lidiar con la desconfianza, el desprecio y las discusiones continuas. Menos mal que parece que se entienden en el tálamo. De las sábanas sale fuego y he acabado por perder la cuenta de las veces, que Eric le ha rasgado el camisón a Rhiannon. Su matrimonio no puede ser más tormentoso, pero sus discusiones no resultan cansinas. Lees el libro en un suspiro porque entre guerrear, descubrir al traidor y maravillarte con las predicciones de Mergwin, el druida, no te da tiempo a aburrirte. De todas formas, confieso que tengo debilidad por este tipo de argumentos. El odio encarnizado de los protagonistas y su evolución hacia el amor más entregado, es apasionante.
Los personajes secundarios son pesos pesados y están muy bien aprovechados. A pesar de que me ha gustado mucho ver el lado humano del rey sajón, el amor que sienten los padres de Eric y la fiera lealtad de los guerreros hacia su líder... tengo debilidad por el anciano druida. Su aspecto débil y cansado esconde una gran fortaleza interior. Su amor por la familia Dubhlain y su fidelidad a través de los años, me han parecido entrañables.
Por último, resaltar la magnífica ambientación del libro. Mientras lees, estás recibiendo de Heather Graham una bonita lección de historia.
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