PUEDE CONTENER SPOILERS
Estaba deseando leer este libro pero me daba cierto reparo por si no me gustaba. La serie Comanche empezó con fuerza y sus dos primeros libros eran excelentes pero cuando llegué al esperado libro de Indigo Lobo, Amor comanche, me quedé desconcertada porque no era en absoluto lo que esperaba. En fin, que compré este libro en el mes de julio y no lo he leído hasta siete meses después... y ¡cómo me arrepiento!
Catherine Anderson, cuenta en el prólogo de Magia comanche cómo su bisabuelo partió a Australia en busca de un porvenir mejor y dejó atrás a su mujer e hijos. Durante siete años no supieron más de él y su bisabuela tuvo que sobrevivir como pudo. Hizo mil trabajos juntos y era respetada en el pueblo, pero llegó un momento en que al día le faltaban horas y el dinero que obtenía no servía para mantener a sus hijos y acabó en casa de un viudo atendiéndole (no tengo claro cómo le atendía...). Todas las buenas almas del pueblo le dieron la espalda por pecadora y la señora Anderson reflexiona, que eran esas mismas personas -que la condenaron- las que nunca se preocuparon por si comían los siete niños o no...
La historia sobrecoge, ¿verdad? Pues fue todo esto lo que impulsó a la autora a crear el personaje de Franny, una prostituta que sacrifica su vida por su familia. Desde los 13 años vende su cuerpo, primero en un burdel y luego en una taberna, a cualquiera que pueda pagarlo. Para poder soportarlo cuelga en la puerta de su habitación unas normas que deben cumplir sus clientes: No encender la luz, no hablar, dejar el dinero en un determinado sitio, etc. Además mientras está "de servicio" fantasea con campos de margaritas o escenas varias, para evitar tomar conciencia de lo que en realidad está ocurriendo. Franny, se siente un despojo, no se considera digna de ser amada y cuando aparece Chase no quiere concederle una oportunidad. Esta es la parte que más me gusta. Chase pasa de juzgarla con dureza, a dejar de lado sus prejuicios y estrujarse el cerebro para llegar hasta Franny. El cortejo, por llamarlo de alguna manera, no se priva de nada. Chase ofrece a Franny pagar su tiempo y le da 50 dólares, para disponer de ella todo el tiempo que quiera y lo invierten en ir de picnic y pasear a la luz de la luna. Ese dinero acabará por ser devuelto junto con una negativa para reanudar las visitas. Chase no entiende las razones de Franny porque la mira a los ojos y ve a un ángel, al que la suciedad no puede tocar. Tras algunas tiranteces, poco a poco, su relación va afianzándose y es plenamente aceptada por la familia Lobo. Los problemas surgen con los Graham, la otra parte de la familia. Son una panda de egoístas que no ven, o no quieren ver, más allá de sus narices. Y la decisión de la madre de sacrificar a una hija para salvar a siete bocas, me ha parecido abominable. Y mira que he intentado empatizar, situándome en esa época y en la ceguera de la madre, pero creo que a medida que crecían los niños deberían de haber intentado trabajar en algo -como hacen después cuando se descubre el pastel-. Si esto hubiera ocurrido, Franny no hubiera tenido que prostituirse 8 o 9 años, hasta que Chase recoge los pedazos que quedan de ella.
¿Pegas? Poquitas, la verdad. Creo que la novela ha quedado redonda, salvo por alguna arista como que al ser Franny la mejor amiga de Indigo una manita mediadora no hubiera estado mal o que una mayor participación de Loretta (la madre de Chase) habría estado genial. Sin embargo, siendo Luna comanche mi libro favorito de esta serie y adorando a Cazador como le adoro, esas charlas con su hijo me han hecho pensar hasta a mí.
Valoro la novela entre Muy buena y Excelente.
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