Mi nombre es pecado, de Adriana Rubens

Bueno, pues esta es la segunda novela que leo de Adriana Rubens y en esta ocasión nos demuestra que es capaz de desenvolverse con soltura tanto en el género histórico como en el contemporáneo. Esta vez ha escrito una novela sencilla, agradable y con algunas pinceladas que invitan a la risa y la sonrisa. Una novela pensada para el divertimiento y para hacerte pasar un buen rato.

La autora nos presenta una protagonista cuya niñez y adolescencia han conformado la clase de mujer que es hoy en día, a quien las posteriores circunstancias —o más bien las consecuencias de sus juveniles actos—, han hecho que se convierta en la mujer trabajadora y responsable que es hoy.

Para el protagonista masculino ha ideado un físico soberbio, un carácter seductor y una vida de lujo y riqueza. Un hombre acostumbrado a mover un dedo y que todas las féminas bailen al ritmo que marca. Sin embargo, Noah, como todo el mundo, también tiene un pasado, y ese pasado ha hecho de él el hombre que es.

Los secundarios, a pesar de no tener papeles estelares ni de mucho peso —puesto que la longitud de la historia tampoco lo pide— están trabajados, pensados y creados con mimo, algo que es muy de agradecer porque la autora no les ha dado solo el rol de meros figurantes.

La ambientación es simple: tan solo el marco en el que se desarrollan los acontecimientos de la trama en cada momento, pero sin entrar en demasiadas profundidades que, por otra parte, no son para nada necesarias. Tiene pequeñas referencias y algún que otro matiz a determinadas cosas o lugares, pero no es algo destacable ni tampoco de importancia relevante en la historia.

Como no es una novela larga y la autora tiene la particularidad de conseguir con sus letras engancharte desde la primera página, esta lectura me ha durado tan solo unas horas. Mi nombre es Pecado cuenta una historia sencilla, con toques de humor, diálogos rápidos y descripciones cortas y precisas. Está escrita de manera muy amena (esta es una de las principales características de esta escritora), no se pierde en florituras y superficialidades, va derecha al grano, sin obviar pero sin machacarte con cosas absurdas o innecesarias.

Es una novela absolutamente diferente a Detrás de la máscara, por lo que cualquier similitud que se pretenda hacer entre las dos no tiene sentido, pues son dos historias incomparables, con pretensiones distintas y con un par de denominadores comunes: la buena escritura de la autora y su capacidad para crear historias entretenidas.

Concluyendo: Mi nombre es Pecado es una novela sencilla, muy agradable, que se lee con facilidad, que arranca sonrisas, que cuenta un romance dulce, tierno y con un final feliz —casi de cuento de hadas— que hará las delicias de las lectoras más románticas y que al resto nos deja con muchas ganas de leer más historias de su autora.