Cuando un hombre es hallado muerto en el interior de un carruaje de alquiler, uno de los más distinguidos ciudadanos de Melbourne es acusado de asesinato. El ilustre joven proclama su inocencia, pero se niega a dar una coartada. Pronto se descubre la identidad de la víctima: un caballero recién llegado a la ciudad, muy bien relacionado con las altas esferas de la sociedad, y que pretendía en matrimonio a la hija de un rico hacendado, Madge Frettlby, que a su vez está enamorada de Brian Fitzgerald, un apuesto irlandés instalado en Melbourne para hacer fortuna.
Desentrañar el misterio será tarea de un eminente abogado y dos intrépidos detectives que llevarán al lector desde los más distinguidos salones de la alta sociedad, al submundo más miserable de los bajos fondos.
Opinión:
La novela es de la editorial D'Epoca. No sé si muchas conocen esta editorial, pero para mí lo mejor que tiene es el tipo de publicaciones que lanza al mercado, clásicos de los buenos, y una cuidada encuadernación que resulta una delicia por lo bonita y originalidad de sus portadas. Tener una de estas novelas es todo un lujo, os lo digo de verdad, y cuando la abres, cuando ves los delicados adornos de las páginas, las fotos... Una maravilla. Además, en estos libros suelen incluir datos sobre el autor o autora.
Os recomiendo que le echéis un vistazo por Facebook, hay enlaces en los que muestran los libros y os va a enamorar.
Bueno, a lo que vamos que es la novela.
La historia está ambientada en la ciudad de Melbourne. Época, terminando ya el siglo XIX. Suceso: un extraño asesinato en un coche de punto. El personaje que lleva la investigación, Samuel Gorby. Sospechoso, el hombre que acompañaba al muerto.
Bien, el caso es que dos hombres alquilan un coche de punto, uno de ellos parece bastante bebido y el otro, el sujeto que le acompaña, abandona el vehículo antes que él. Cuando el cochero llega a destino, descubre que su cliente es ya cadáver. Por lógica, el sospechoso del crimen es el otro individuo, aunque el cochero tiene idea de quién puede tratarse. Aquí es donde entra en escena Samuel.
Samuel es un personaje poco típico. Es detective de la policía y un tipo algo extraño, poco hablador, serio, parece estar en desacuerdo con casi todo. Pero es de esos personajes que se te meten en la sangre, me pasaba lo mismo con Poirot, y mira que era poco atractivo el sujeto. Pero envolvía su modo de ser y, sobre todo, su facilidad de deducción.
Hay pocas pistas para resolver el crimen y Samuel solo cuenta con una descripción que de poco sirve: un tipo con abrigo claro y sombrero al que el cochero no ha visto el rostro. Cuando se sabe quién es el cadáver, la cosa se complica más porque detienen a un sospechoso, que resulta ser un caballero bien conocido en la sociedad de Melbourne y que se niega a explicar dónde estuvo en el momento del crimen. ¡Una mujer, te dices, y como es un caballero no quiere delatarla!
Entra en escena pues ese nuevo personaje y su abogado, D. Calton. Calton es frío, calculador, un hombre que lo que pretende, aparte de salvar o no a su cliente, es auparse socialmente aprovechando la repercusión de la noticia que se extiende por la ciudad como un incendio.
No voy a contar mucho más de la trama, la novela hay que leerla porque, aparte de ser un clásico policíaco, es de una narrativa tan cuidada que se te hace la boca agua. Pistas y más pistas te hacen ir detrás de ellas como si tú fueras un sabueso, metiéndote hasta el cuello en una investigación complicada y conociendo, de paso, a personajes y personajillos que van enredando el argumento y poniéndole las cosas difíciles al detective de policía.
Solo os digo que no os fieis de los aparentes culpables... ni de los posibles inocentes. Os va a sorprender.
Muy, pero que muy recomendable.
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