Vestida de terciopelo negro y haciéndose pasar por una condesa viuda, Gabrielle de Beaucaire ha regresado a Inglaterra con un solo fin: arruinar al hombre responsable de la muerte de su joven amante. Logra atraer a su lecho a Nathaniel Praed, el mayor maestro de espías de Inglaterra, y convencerlo de que ella podría ser la agente perfecta para su servicio secreto. Pero no puede prever la sensación turbulenta que la embarga al mero contacto con él..., sensación que Nathaniel tampoco puede contener cuando esa mujer alta y pelirroja oprime sus labios contra los suyos.
He oído a algunas amigas que esta autora no les acaba de convencer, que sus historias no les llenan. A mí, sin embargo, es una autora de las que me gustan porque sus ambientaciones son muy buenas y sus historias no me defraudan. No todas, desde luego son igual de intensas, pero ésta en particular, La Impostora, es una de las que me ha hecho pasar un buen rato.
Ella es Gabrielle de Beaucaire, ahijada de Talleyrand y huérfana. Atrevida e inteligente, audaz y entera. Una de esas mujeres capaces de hacer cualquier cosa sin quitarse el sombrero. Ha vivido en Inglaterra y luego en Francia. Y es una espía. Además, tiene un amante que también engrosa las listas de los agente secretos que tratan de conocer las actividades de Talleyrand. Pero Guillaume, el amante de Gabrielle, es asesinado. A partir de aquí, surge la venganza de una mujer que se siente rabiosa contra el hombre que ha matado al hombre que ella creía amar. Y va a su caza.
Nathaniel Praed es el jefe del espionaje inglés. Un tipo serio, fuerte de carácter, orgulloso, que no se deja amedrentar por nada y tremendamente desconfiado como tiene que ser un verdadero espía. De su pericia dependen muchas personas, todos los espías a su cargo. Por eso no se fía de nadie y mucho menos de la hermosa Gabrielle. La autora nos pinta, además, a un hombre hundido y amargado por la prematura muerte de su esposa al alumbrar a su hijo. Aunque el crío es precioso, Nath no soporta su presencia que constantemente le recuerda a su fallecida esposa.
Gabrielle se pone a las órdenes de Praed a favor de Inglaterra y en contra de Francia. Sin embargo, ella actúa de agente doble porque lo que quiere es vengarse de él.
A mí me parece que esta autora describe los momentos álgidos de la historia de un modo estupendo, casi nos vemos dentro de una red de espionaje y contraespionaje y conocemos los entresijos de los más altos y poderosos cargos del gobierno.
La relación entre los protagonistas está llena de dudas, de sospechas. Él la ama, pero está convencido de que trabaja en su contra y teme tener que descubrirla al final y acusarla. Ella se enamora, pero se debate entre el amor y su deseo de vengar al amante.
No voy a decir que sea una novela fácil de leer, porque creo que no lo es. No es una simple novela romántica, es una mezcla de esto y del entramado de lo agentes secretos. Complicada a veces. Pero el estilo de esta autora y sus argumentos, poco convencionales, la hacen atractiva.
Carmela
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