Tan digno mi amor, de Kathleen Woodiwiss

Eran tiempos de intrigas y traiciones en la Inglaterra isabelina. Una noche, Elise Radborne desapareció misteriosamente de la finca de su tío. Sin idea alguna de quiénes eran sus secuestradores ni de por qué se la llevaban, la bella muchacha se encontró prisionera entre los grandes muros de piedra de un antiguo castillo. Por fin Maxim, su astuto captor, se da a conocer... Y así se inició una batalla de ingenio y voluntades entre dos personas tan perfectamente compatibles que no podían sino enamorarse.

Hablar de un libro de esta autora, es hablar de una novela romántica de los pies a la cabeza, o de portada a contraportada, como se prefiera. Para mí, es una de las mejores y no voy a negarlo.

La aventura nos narra cómo Elise, la protagonista de esta historia, es secuestrada por accidente. No es a ella a quien pretenden secuestrar, sino a otra muchacha. Pero Elise se encuentra en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Y los hombres que llevan a cabo su rapto la confunden con la otra.

Sin explicaciones de ninguna clase, y con el temor de que quieran matarla o pedir un fuerte rescate por ella, es llevada hasta tierras hostiles a través de parajes helados, hasta Alemania. Cuando descubre quién es el sujeto que ha mandado secuestrarla, se queda perpleja, sobre todo porque se supone que ese hombre está muerto.

Elise es una muchacha decidida que no teme a nada y que suele salir airosa de cualquer incidente, pero ahora teme por su vida. Sabe que es bonita y no tiene muy seguro el motivo de su rapto. Por descontado, se enfrentará a su raptor con uñas y dientes haciéndole saber que no es fácil dominarla.

Maxium Seymour es un personaje con un pasado que le ha marcado. Sin título y sin tierras, porque ha sido despojado de ellas por la reina Isabel de Inglaterra, traicionado y acusado inmerecidamente, intenta al menos sobrevivir y rehacer su vida. No es culpable de traición y eso, al menos, es algo que le infunde valor. Pero ha perdido todo lo que amaba y está dispuesto a volver a conseguirlo. Por eso escapa a Alemania y se esconde hasta poder demostrar su inocencia. Sobre todo, quiere venganza, porque la mujer a la que amaba, Arabella, está dispuesta a casarse con otro, olvidando sus promesas de amor. Y manda raptarla, aunque le llevan a una mujer equivocada.

En esta novela, como en las demás de esta autora, hay una batalla de voluntades. Los dos protagonistas son orgullosos y no se dejan doblegar. Max debe mantener la cabeza fría para llevar a cabo su reinserción y demostrar su inocencia, pero le resulta casi imposible teniendo a Elise tan cerca porque se enamora de ella. Y Elise utiliza todas las trampas que conoce para fastidiarle y vengarse de su captura.

Atrapados en Alemania y sin posibilidad de devolverla a su casa porque las aguas se han congelado, tanto uno como otro intentan mantenerse separados. Pero están luchando contra un imposible porque la atracción que sienten es más fuerte que ellos.

La autora nos muestra a un hombre no sólo atrapado en un castillo que se desmorona y donde hay corrientes de aire, sino inmerso en una batalla interior. Cree seguir amando a Arabella, pero ya no sueña con ella sino con Elise que, poco a poco, se adueña de su corazón. Y teme que llegue el deshielo, porque tendrá que devolver a la joven a su casa y no quiere perderla.

La novela no sólo relata una aventura amorosa, sino que plasma muy bien los entresijos de una corte en la que el odio, la venganza y la traición estaban a la orden del día. Tiene, por tanto, pasión, intriga y mucha aventura.

No voy a decir que es la mejor novela de esta mujer. Tampoco que es la que más me ha gustado de ella. Pero su narrativa fascina sea cuál sea el tema que toque y particularmente me lo he pasado muy bien leyéndola. Es una novela histórica muy al estilo de Woodiwiss, que no defrauda lo más mínimo. A mi modo de ver, esta escritora te puede involucrar en una historia en Rusia, en la Guerra de Secesión americana o en la Edad Media, con una facilidad tan asombroso, que uno sólo puede descubrirse ante su maravillosa pluma.

Cristina