Tres historias personales, tres sueños...
Nicolás es un niño que, con solo tres años, es abandonado por su madre en la sala de urgencias de un hospital. Su sueño es curarse y encontrar unos padres que le quieran de verdad.
Rafael Monclús, es el abogado de la Fundación Ángeles Olvidados, un Centro de Acogida para niños abandonados que tiene bajo su tutela a Niki. Su sueño es encontrar una familia que lo adopte, ya que está muy encariñado con el menor. Pero él no confía en las mujeres; la suya le abandonó cuando Paula, su hija, solo contaba seis meses, dejándola a su único cuidado.
Cristina Losada, es ingeniera informática. Y, mientras diseña la Página Web de Ángeles Olvidados, se entera, por casualidad, de la existencia de Niki, con quien establece contacto a pesar de la oposición del abogado. Su sueño es que Niki supere su enfermedad para poder adoptarle legalmente, pero un juez corrupto parece no estar muy de acuerdo con sus pretensiones.
¿Alcanzarán los tres sus respectivos sueños, convirtiéndolos en uno solo?
Una novela que huye del drama y está repleta de sentimientos y sentido del humor. Una llamada a la esperanza aun en las peores circunstancias de la vida.
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Cerrar la cubierta de un libro tiene algo de catártico. Has dejado en él algo tuyo, y algo de él queda en ti, al menos eso me suele pasar a mí, pero con esta novela esa sensación alcanza una nueva dimensión.
Voy a comenzar diciendo que “Tras la estela de un sueño” ha sido la novela galardonada con el VIII Premio Vergara de novela romántica y ya os digo que, bajo mi humilde punto de vista, es totalmente merecido. Es una novela maravillosamente escrita, con un manejo de la narrativa soberbio y con unos personajes muy sólidos, creíbles, perfectamente construidos, y sobre todo, coherentes con sus convicciones y manera de enfrentarse a la vida.
Cuando abres la primera página muy difícilmente vas a poder dejar de leer, y la culpa la tiene ese prólogo que ya hace que te cuestiones desde el minuto uno qué es lo que está pasando. Fantástica la manera de cómo está hilado todo hasta llegar el clímax.
El tema que trata la historia es peliagudo. Nunca es fácil encarar el tema de una enfermedad en una novela, y más si el que la padece es un niño de tan solo cuatro años. Hubiese sido muy fácil dejarse llevar por el sentimentalismo y la lágrima fácil, pero no. La autora nos lo muestra, por supuesto que sí, pero con delicadeza, con mucho tacto y con mucho amor. No os voy a engañar: se sufre, claro que sí, porque con cada párrafo narrado cuando el pequeño Niki está en el hospital, tú estás con él, y te da rabia saber cuánto ha tenido que padecer alguien que solo debería haber conocido la risa, la alegría y el cariño en su vida. Pero, junto con ese sufrimiento se entremezcla algo muy importante para mí, que la autora lo hace de manera magistral, y es darnos esperanza desde el comienzo, la misma que tienen los dos protagonistas de la historia y de la que tú te terminas empapando.
Hablando de protagonistas voy a deciros que todos, absolutamente todos me han encandilado y fascinado. Por complejos, por bien armados y porque son personas reales, con las mismas preocupaciones que uno mismo. Eso para mí es un plus.
Rafael Monclús podría parecer un tipo seco, arisco a primera vista, pero basta ahondar un poco dentro de él para que te des cuenta de que no es así, en absoluto. Que hace las cosas como las hace por un motivo, uno muy válido. Al igual que le ocurre a Cristina Losada, la protagonista femenina, una mujer valiente, decidida y con mucho amor que entregar. Conforme se va desarrollando la trama de la novela se van desvelando sus motivaciones, sus miedos, sus anhelos de una manera que encaja a la perfección. Y no solo los protagonistas están muy bien construidos, sino también la pléyade de secundarios, comenzando por los dos niños, Niki y Paula, que te arrancarán una sonrisita con su inocencia y su manera de ver la vida, tan sencilla y tan pura.
Son muchos los temas que trata y abarca esta novela, pero por encima de todo es una historia que habla de la GENEROSIDAD. Sí, con mayúsculas, y si pudiera también lo pondría con neón. A los personajes los mueve este sentimiento que está tan arraigado en ellos, y que incluso puedes llegar a ver que es algo esperable, normal, pero que no lo es en absoluto. No es “corriente” encontrar personas así, tan humanas, tan implicadas con los demás, tan desprendidas. Y no lo digo porque no existan, que como las meigas, haberlas “haylas”, pero en esta sociedad unipersonal y casi egocéntrica en la que vivimos, el llegar a encontrarlas es como ver un unicornio o hallar el caldero lleno de oro enterrado bajo el final del arco iris. Y si ya entran en tu vida es como si te hubiese tocado la lotería.
Pero no solo de generosidad habla esta novela, también de amor, mucho. Amor romántico, por supuesto, porque es una novela romántica y de eso hace gala, pero también amor fraternal, filiar... La amistad. Otros valores que me saltan a la cara son la implicación con lo que uno cree que es justo; el compromiso, la lealtad, la ESPERANZA, también en mayúscula, porque sus protagonistas están llenos de ella… Tantos y tantos valores que harán que esta novela te toque el corazón, incluso te lo estrujará en algunos momentos. Me da algo de rabia no poder contar más cosas entrando en detalle, pero no lo haré porque lo que pretendo con esta sencilla reseña es que leáis la novela, que la disfrutéis tanto como yo lo he hecho y que os dejéis llevar por esos dos grandísimos personajes como son Rafael Monclús y Cristina Losada. Os aseguro que yo no voy a olvidarlos.
Tras la estela de un sueño es un canto a la esperanza y a la generosidad. Os recomiendo que la leáis. Os prometo que no os defraudará.
Carol
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