Cruzaron sus miradas y, sin apenas darse cuenta, estaban cruzando también sus vidas. Cegados por la ambición, pretendían ignorar el amor que anidaba en ellos. Laura era una bailarina dedicada íntegramente a su profesión, decidida a no dejar en su vida resquicio alguno para la pasión. Max, un tenista empeñado en llegar a ser el mejor, el número uno. Tenía todas las virtudes y un solo defecto: tratar a las mujeres como mero pasatiempo entre un torneo y el siguiente. Entre dos caracteres de tanta fuerza, resultaba imposible evitar que a cada gesto, a cada encuentro, saltara entre ellos la chispa de la pasión, continuamente renovada. Un ciclón destructivo, pero a la vez hermoso. Como si estuvieran atados por un lazo corredizo, cuanto más intentaban separarse, más unidos se hallaban. Por eso, para que el amor pudiera triunfar, antes tenían que renunciar ellos a su victoria. Una elección dura para su orgullo, pero compensada por la satisfacción que sus cuerpos encontraban en ella, unidos por un amor de raíces profundas. La ternura y el odio, la atracción y el rechazo en constante alternancia dotan a esta novela de una intensidad dramática electrizante. En cada página, en cada escena, la duda, los celos, el ansia toman cuerpo con crecida potencia, instalándose en el lector, que deseará sentirse protagonista del relato que está presenciando. Pero lo que más destaca en esta narración es la realidad de sus personajes que -aun siendo imaginarios- son retrato vivo de las gentes que nos rodean.
Creo que es la primera novela que leo donde la protagonista es una bailarina, me llamó la atención el argumento y no me ha defraudado para nada. Por otro lado, tampoco había leído de un protagonista que se dedique al tenis. Me parecía una historia lo suficientemente interesante como para leerla y me alegro de haberlo hecho.
He aprendido bastante con esta novela sobre la danza. Siempre he creído que las novelas no solamente tiene que entretener, sino enseñar, y ésta lo consigue desde un prisma distinto. Me ha interesado más esa parte del argumento que la propia historia romántica en sí.
Laura, la protagonista, es una muchacha joven a la que, de momento, sólo le interesa su sueño, que es bailar. Para ella no hay otra cosa más que eso, evadirse en el baile y soñar al compás de la música y los giros. Cuando conoce a Max, su mundo se vuelve cabeza abajo. Max la atrae, pero ella está inmersa en su carrera de bailarina y él se dedica al tenis. Lo que es peor, ninguno de los dos quiere dejar de lado su sueño.
Max es un tipo guapo y decidido al que le fastidia perder. Quiere ganar siempre y lo más importante para él es jugar al tenis. Laura le atrae mucho, pero la encuentra demasiado joven para él, que es un hombre de mundo. Sabe que es guapo e interesante, pero se encuentra con la barrera que la protagonista ha puesto en su vida para defenderse contra el amor. El amor vendrá a su debido tiempo.
La relación amorosa es un tanto light, pero hay que tener en cuenta que es un libro escrito de hace años, donde no se llevaban las escenas subidas de tono Así que tranquilas, que aunque hay romance no vamos a sufrir ningún sofoco.
Lo que le falta en las primera páginas de romance, la autora lo suple poniéndonos al día sobre el fantástico mundo que existe tras las bambalinas de la danza del ballet.
No se puede decir que sea una historia romántica como las que solemos leer ahora, ya lo he dicho, y puede que a alguna lectora le falte esa chispa que encontramos en la actualidad, con escenas calientes y una relación ardiente. Pero su lectura es muy amena, hace pasar muy buenos ratos y, repito, se aprende de ese mundo sugestivo de la danza.
Es más bien una historia de sueños, los de los dos protagonistas que desean ante todo triunfar, cada uno en su profesión. Una novela de sentimientos, celos y amor.
Particularmente, me gustó su lectura fresca y descriptiva.
Teresa
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