A las ocho, en el Thyssen, Nieves Hidalgo

Me ha gustado mucho la historia de Álex y Lucía, es una historia fresca y divertida. 

Nos encontramos en un Madrid tan bien descrito que casi nos parece caminar por sus calles, entrar en sus restaurantes y gozar de ese encanto que tiene la ciudad. De hecho, estuve tentada de buscar en Internet el restaurante que Jose y Asier montan en Bilbao, porque la historia me parecía muy, muy real. La trama, bien desarrollada, se enrosca en torno al hecho de la novela romántica que escribe Álex bajo el pseudónimo de Robert Cooper, mientras va dejando escapar flecos de otras pequeñas historias que se entrecruzan, como la de Maribel y Thosiro, la de Jose y Asier, o la del padre de Álex.

Los personajes me han encantado, todos, desde los protagonistas hasta los secundarios, incluido Zeus, el perrillo que protagoniza escenas de lo más cómicas. Álex me ha parecido una mezcla perfecta de hombre moderno y caballero antiguo, de fortaleza e inseguridad. Es un hombre íntegro, con un punto pícaro. La química con Lucía estalla desde el inicio, pero es una atracción física que irá evolucionando a lo largo de la historia hasta convertirse en un precioso amor, purificado ya por los malos entendidos, los problemas y la momentánea separación. 

Lucía es una chica moderna, divertida, con una gran pasión por todo lo que hace, y con varios fracasos sentimentales a su espalda. Su tándem con Maribel es genial y el perfecto contrapunto para su personalidad. Su historia de amor con Álex se desarrolla a base de altibajos, a pesar de la pasión que él despierta en ella, y del mayor obstáculo que se interpone entre ellos: su orgullo. Y es que, en una relación, hay que aprender a ceder, a perdonar, y a construir juntos. Por eso me ha encantado el modo en que Nieves Hidalgo ha presentado el final de esta historia, convirtiéndolo en un bálsamo para las heridas del pasado de los protagonistas y, al mismo tiempo, en un toque de romanticismo profundo de esos que ablandan el corazón del lector. 

El estilo es fluido y ameno, con toques de humor y escenas divertidas que proporcionan momentos distendidos que, sin que se pierda el ritmo narrativo, amenizan esta historia que recomiendo al 100%. 

MARTA LUJÁN

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