Me interesó y la compré porque desde siempre me han encantado las películas y novelas de terror. Hacía mucho que no tenía una buena subida de adrenalina y esta novela aunaba una sinopsis atrayente y una portada que ya daba escalofríos. No leí los comentarios; más de una y más de dos veces no he encontrado las bondades que dicen de la novela. Y os juro por todos los espíritus (estén a un lado u otro) que no me esperaba encontrar una historia así. He estado con la piel de gallina desde la primera palabra hasta la última.
Por la sinopsis da la impresión de que la protagonista es Natalia, pero no. El eje central, para mí, es Moira Estrella. Ella narra la historia a la periodista, ella es la que vive en directo (junto con el lector, avisados quedáis) los espeluznantes sucesos ocurridos en La Colina. Desde su primera frase intuí que no todo iba a ser contar su historia. Había algo más, muy sutil, que ya empezaba a hacerme sentir como si una mano helada me recorriera la espalda. Me metí de lleno, no pude remediarlo; quedé atrapada en las páginas del mismo modo que Moira lo queda en La Colina, sin opción a escapar.
Algunos de los personajes son aterradores y otros, es curioso, los he visto hasta cercanos, a pesar de ir imaginando y descubriendo después el siniestro papel que les ha tocado interpretar en la historia. La autora lo hace posible con una narrativa cercana, clara, poniendo tres puntos de locura y uno de serenidad en medio del horror. Describiendo un amor tóxico y, al mismo tiempo, precioso.
Una leyenda, unos antepasados, una maldición… Espíritus que claman libertad, fantasmas que amenazan, espectros que advierten escapar antes de que… Una promesa de amor y muerte llevada hasta las últimas consecuencias.
En esta novela no hay descansos, no vais a encontrar momentos plácidos porque siempre, siempre, en el instante más tierno, surge algo tétrico que te envuelve en el sudario del miedo.
Imaginas, repito. Porque la imaginación nunca duerme. Pero ni por asomo consigues vislumbrar el final. Creo que me han salido unas cuantas canas con esta novela, pero no me arrepiento. Han sido unas horas estupendas en las que he sentido desasosiego, recelo, angustia… y pánico. ¡Lo que hacía que no tenía un chute de adrenalina de este calibre!
Como he leído de ella: el mismísimo Stephen King la alabaría. Gracias, Estefanía Jiménez, por aterrorizarme.
Indispensable para los amantes del miedo.
Nieves
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